Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- ¿Puede cualquier país del mundo aceptar el hecho de que millones de extranjeros indocumentados entren por sus fronteras ilegalmente y se queden a vivir allí? No conozco ninguno que lo acepte. Pues bien, a los Estados Unidos se le critica porque los deporta. Se calcula que más de 10 millones de personas viven en este país ilegalmente y el gobierno, aunque monta en un avión de regreso a sus países a una cantidad enorme cada año, no logra crear una política, ni para parar la inmigración ilegal, ni para legalizar a los que ya están residiendo dentro de sus fronteras.


La famosa reforma de inmigración que tanto se debatió hasta hace solo unos meses parece que ha caído en el cesto de basura en el Capitolio de Washington. Cuando todos creíamos que iba a ser aprobada, esta se diluyó en las discusiones sobre la misma. No hubo forma que los congresistas se pusieran de acuerdo. Los unos empezaron a acusar a los otros, hasta que llegaron a la conclusión de que no había  consenso para aprobarla y se disolvió el grupo que la discutía.

Lo mejor y más humano que podrían hacer las autoridades de esta nación sería buscar la forma de legalizar el estatus de esos 10 millones de personas que residen actualmente en este país, muchos de ellos con hijos ciudadanos norteamericanos por nacimiento.  Son innumerables las historias de hijos que se han quedado solos en este país porque sus padres han sido deportados.   ¿Pero qué va a pasar si esa legalización se lleva a cabo sin tener  la forma de parar la oleada de extranjeros que cada año, de una u otra forma, entran ilegalmente? El mensaje sería desastroso para este país. Cualquier ciudadano de cualquier lugar del mundo  podría interpretarlo como que pueden entrar ilegalmente que, al cabo de poco tiempo, los legalizan. Eso sería como la Ley de Ajuste Cubano que todos conocemos. Sería una especie de Ley de Ajuste Mundial.  La avalancha sería imparable y reinaría el caos en las fronteras de esta nación.

Aunque la mayor parte de los que entran ilegalmente  en los Estados Unidos son personas decentes y trabajadoras que lo que buscan es encontrar una mejor vida para ellos y su familia, el solo hecho de no conocerse nada de sus vidas conlleva a que muy bien pueda ser un asesino, buscado en su país, el que Ud. tenga de vecino. Cualquier persona que cometa un delito en su tierra natal puede muy bien fugarse para este país y vivir tranquilamente en la esquina de su casa. No es lo mismo una persona que vaya a una embajada y pida permiso para irse a vivir al país que esa embajada representa que coger un bote y penetrarlo por la  frontera.  ¿Cuántos no han sido los cubanos que han cometido delitos graves en Cuba, y después, sabiendo que no les iban a dar la visa en la Sección de Intereses en el malecón habanero optaron por coger una balsa y aparecerse en Cayo Hueso? Pero por lo menos los cubanos se presentan a las autoridades  para ser interrogados y legalizados sin miedo de ser deportados, sin embargo, ese no es el caso de los ciudadanos del resto del mundo, los cuales tienen que vivir en la clandestinidad, sin saberse nada de ellos. Tienen que trabajar en lo que sea y en la mayor parte de los casos son explotados miserablemente por empresarios sin escrúpulos. Tienen que manejar sin licencia y sin seguro, pero lo peor del caso es que viven en constante miedo de ser descubiertos por las autoridades de inmigración.

Hasta hace poco días, la policía de Miami Dade County, cada vez que por un delito menor arrestaba a uno de esos inmigrantes ilegales, los mantenía en las cárceles hasta que se los entregaba al Departamento de Inmigración el cual determinaba, en la mayor parte de los casos, el deportarlos a sus respectivos países. Y digo hasta hace unos días, ya que los comisionados del Condado pasaron una resolución en la que se prohíbe el mantener en la cárcel a cualquier ciudadano detenido por un delito menor. Esa noticia le da un respiro a los que viven en la clandestinidad en esta ciudad y por lo tanto, podrán dormir con un poco más de tranquilidad, pero mientras Washington no formule de una vez y por todas una reforma migratoria integral, tendrán que seguir durmiendo con un ojo abierto y el otro cerrado y sus vecinos también tendrán que dormir de la misma forma, sin saber si la persona que vive en la casa de al lado es un simple hombre honrado y trabajador o un delincuente o asesino que está aquí viviendo en la clandestinidad, sin haber sido interrogado por autoridad alguna, huyéndole a la justicia de su país.

*Lázaro Fariñas, periodista cubano residente en EE.UU.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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