Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Siempre he considerado que si la Revolución en la Mayor de las Antillas se hubiera limitado a las esferas de la Educación y la Salud del pueblo, ello, por mucho, la colocaría en un lugar cimero en el recuento de cuánto han realizado las naciones en aras de civilizar más y más a sus personas. Al respecto, apenas significaré dos elementos: uno, para rendirle homenaje a Leonela Relys Díaz, Educadora insigne recientemente fallecida; otro, para subsanar una omisión ¿involuntaria? del periódico El Mundo, de España, acerca de las vacunas a infantes cubanos.
La Doctora Relys, creadora del Programa cubano de alfabetización “Yo sí Puedo”, comenzó sus trabajos en tal sentido con el aval de haber sido parte activa de la Campaña de Alfabetización que tuvo lugar en todo el archipiélago cubano en 1961, con tan solo 15 años de edad, en su natal Camagüey, y una ascendente/enriquecedora labor que encontró un hito después de cuatro décadas en la República de Haití, oportunidad en la que lideró una campaña similar por Radio.
El Programa en cuestión, se desarrolla a través de un método de enseñanza compuesto en el que se utilizan los números para facilitar el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura, se asocian los números con las letras y se parte de lo conocido para alcanzar lo desconocido; al tiempo que su objetivo fundamental es la inserción activa de los participantes en el quehacer social, económico y político de la comunidad del país donde viven.
Asimismo, apoyado en recursos audiovisuales, utiliza un facilitador que se encarga de trasmitir los conocimientos y es el vínculo entre la clase audiovisual y el participante; está dirigido a personas mayores de 15 años que nunca concurrieron a la escuela o que apenas cursaron algunos años y se han olvidado de lo que aprendieron; persigue una Alfabetización concientizada y transformadora, además de educadora; y consta de tres etapas: adiestramiento, enseñanza de la lecto-escritura y consolidación, siguiendo tres hitos importantes: escuchar y ver, oído y ojos; escuchar y leer, oído y libro; así como, escuchar y escribir, oído y lápiz.
Para ilustrar hasta qué punto es loable la aplicación del Programa de Alfabetización “Yo sí puedo”, basta con significar que por obra y gracias a su diligencia más de ocho millones de personas hoy han dejado de ser iletradas en prácticamente todo el Sur del Río Bravo y parte del Caribe, en varios países del África, en Nueva Zelanda y hasta en la mismísima Europa, particularmente en la Madre Patria. Por asunto de trabajo, he sido testigo de lo que redacto.
Ahora recuerdo que un lustro atrás destaqué cómo la “gran prensa” no se había dado por enterada de la obra de la Pedagoga Leonela Relys, a juzgar por el trabajo de José Manzaneda con el título La sexta ni menciona a Cuba en noticia sobre alfabetizacion en Sevilla con la inscripción “La emisión de la noticia de La Sexta en su informativo del mediodía provocó una lógica decepción en el equipo del programa 'Yo sí puedo' de Sevilla”, y el pasaje que sigue: “[..] como por arte de magia, [el periodista del canal televisivo La Sexta] eliminó lo verdaderamente excepcional desde el punto de vista periodístico: que el método aplicado en un país de la rica Europa ha sido creado e impulsado por una nación del llamado Tercer Mundo como Cuba [..]”.
Por su parte, el rotativo español El Mundo está divulgando el rótulo Vacunar en los países pobres, cada vez más caro, en cuyo contenido aparece que, a pesar de que la vacunación es una de las formas más eficaces de reducir la mortalidad infantil, uno de cada cinco niños no recibe todas las vacunas que necesita en su primer año de vida —ojo: se refiere a infantes en las Estadísticas. ¿Y los que escapan a los datos?—, lo que le expone a enfermedades prevenibles pero mortales; que el precio de inmunizar completamente a un menor se ha multiplicado por 68 en los últimos 14 años: de los 0,57 euros que costaba en 2001, se ha pasado a 39,25 euros en 2014; y que existe el “secretismo” de la industria farmacéutica y hay una clara falta de información sobre el precio de las vacunas y sus negociaciones, de acuerdo con un Informe de Médicos Sin Fronteras (MSF) —las negritas son del periódico.
Sin embargo —y poco de sorprendente debe tener el hecho—, El Mundo ¿desconoce? resultados del programa de inmunización cubano que ha sido aplicado en sus más de 50 años de existencia con unos 300 millones de vacunas que protegen a niños/as de toda la nación, sin excepción alguna, lo que ha contribuido a que Cuba exhiba una tasa de mortalidad infantil por debajo de cinco por cada mil nacidos vivos. Estamos hablando de una programación que libera a nuestros infantes de trece enfermedades prevenibles a través de la aplicación de once vacunas de las cuales ocho son de producción nacional.
Por demás, también en este terreno es concretada nuestra Solidaridad internacional con el presupuesto de que garantizar la Salud del ser humano es un Derecho inalienable y con el principio de compartir lo que tenemos a riesgo incluso de nuestra propia vida. Así, infelizmente, acaba de tener lugar el fallecimiento de nuestro Enfermero Reinaldo Villafranca Antigua, integrante del Contingente de combate al Ébola que escapa al alcance de El Mundo.
Tal es mi Cuba y sus cosas “extrañas”.
