Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Con este Septiembre, a lo largo y ancho de la Mayor de las Antillas continúa una de las manifestaciones que más ha enaltecido a nuestra Revolución: me refiero a la Educación institucionalizada, la misma que es causante en medida considerable de la competencia científica que exhibe el archipiélago nacional en múltiples áreas de las cuales quizás la más representativa sea la relacionada con la industria bio-médico-farmaceútica. Sin embargo, podemos/debemos enraizar más Valores desde la perspectiva de la Educación Cívica para fortalecer la Democracia.

En una rápida mirada a las dos últimas décadas del siglo XX, a mi mente llega  que cuando nos empeñábamos en perfeccionar la obra revolucionaria a través del Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas hizo acto de presencia el Período Especial y la mayoría de cubanos/as tuvimos que concentrarnos en buscar sobrevivir ante un golpe sencillamente mortal; al tiempo que el Partido Comunista y el Gobierno Revolucionario en todo el país, tuvieron que concentrarse en priorizar cómo Salvar la Patria, la Revolución y las conquistas del Socialismo sin despreciar la consigna de Resistir y Desarrollarnos.

Recuerdo como si fuera ahora mismo los truenos que le siguieron a . La economía se nos vino abajo en más del 35 por ciento de su dinámica, al paso que nos quedábamos con una quinta parte de lo que fue el dinero que teníamos en el bolsillo. A partir de entonces, considero que edificamos lo que quizás sea el mejor servicio que le hemos prestado a la Humanidad al construir una utopía de cara al incremento de la guerra multilateral de Washington. Pero simultáneamente, pagamos un elevadísimo costo: miserias personales se enseñorearon y sus secuelas abundan.

Es un secreto a voces que la virtud en el ciudadano/a cubano/a a la sazón resultó deteriorada marcadamente; que la ilegalidad, el delito, la corrupción asomaron y tratan de afincarse en el sentido común; que si bien garantizamos un mínimo de seguridad en la población y su convivencia social, modales de antaño desaparecieron como por arte de magia y la chapucería se hizo regular en no sé cuántos escenarios. Hay que decir que, justo porque asistimos a un éxodo de Profesores/as en todas las enseñanzas —amén de desatinos en el sector— nos vimos en la necesidad de apelar a improvisados docentes y ello redundó en tragedia apreciable.

En este panorama, escapó a la casualidad que casi un par de años atrás en un Pleno del Comité Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte que contó con la participación de Miguel Díaz-Canel, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se reconociera que a todos nos tenía que doler mucho que a pesar de lo avanzado por la Instrucción, no hemos logrado toda la Educación que pretendemos en nuestra sociedad, por lo cual se nos están dando manifestaciones realmente antisociales que denotan falta de cultura cívica. He aquí la razón por la cual “a la escuela, a los educadores, les corresponde una parte importante, protagónica, junto a la familia y al resto de la sociedad, en esta lucha” —se manifestó en la ocasión.

Así, se percibe mejor que nos resulta indispensable reforzar desde la Escuela Primaria hasta la Universidad el tipo de educación que conlleve a conocimientos teóricos y prácticos; a hábitos y habilidades de acuerdo con las exigencias contemporáneas; a conductas que evidencia la aprehensión de Valores y lo mejor de la Civilización universal; a modo de comportamientos que resalten el respeto hacia las demás personas y aporte a la convivencia mutua, alejado de cualquier discriminación al prójimo; al estímulo a la edificación/perfeccionamiento del sistema económico-social e ideo-político que que nos ha permitido llegar a nuestros días sin sucumbir a agresiones foráneas; y al tributo recurrente a la participación ciudadadana y construcción del consenso, incluyendo la asimilación de todas las ideas que contribuyan a elevar la Dignidad, la Prosperidad, la Fraternidad y la Felicidad de cubanos/as y otros pueblos —a contrapelo del Optimismo vs. pesimismo en las relaciones a ambos lados del Estrecho de la Florida.

En resumen, asumo en estas líneas un camino a transitar en Cuba, si aspiramos a que con una mejor Educación Cívica elevemos la calidad de nuestra Democracia.