Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Una breve nota sobre asuntos relacionados con Cuba, nunca sobra en Miami. Esta vez me anima a hacerlo una de esas interpretaciones torcidas de los sucesos que ocurren en la Isla.


Con bombos y platillos el noticiero Univisión presentó hace pocos días a un ciudadano cubano golpeando a puñetazos a un policía de La Habana. En secuencia con esto aparece una mujer joven quien al ser interpelada por una policía o sea una mujer del orden público, le manotea a la oficial lanzándose sobre ella y golpeándola. El policía que la acompaña en el recorrido espera unos minutos y entonces interviene, esposando a la ciudadana.

Estas escenas fueron presentadas como “síntoma de la situación de disgusto imperante en la Isla”. Si esto hubiese ocurrido en la ciudad Ferguson o en cualquiera de los cientos de ciudades estadounidenses donde la brutalidad policial ha recibido críticas severas por las instituciones serias del país, la imagen hubiese sido diferente, porque ambos ciudadanos “disgustados”, hubiesen sido baleados y posiblemente los policías habrían recibido felicitaciones de sus superiores por cumplir con sus labores de “guardianes del orden”.

El gobierno cubano ejercita la represión como lo hacen todos los gobiernos que administran los estados, pero a diferencia de los regidos por concepciones individualistas y excluyentes, administra esa represión con cuidado de orfebre. Cuando la reacción de las fuerzas represivas se vuelve más viral es cuando la conducta del ciudadano resulta o se presume orientada a derrocar el orden vigente. Lo cual también ocurre en los otros estados, sobre todo en Estados Unidos donde el preso político no existe como figura legal. No voy a entrar en el análisis del sistema político imperante en Cuba, que obviamente es manipulado con procedimientos que limitan una participación más veraz de las personas críticas de la gestión gubernamental. Aunque todos sabemos que los estados manipulan la participación en función de la gobernabilidad del grupo de Poder, también es cierto que hay formas más fuertes y otras más suaves. En Estados Unidos por ejemplo, las características del país le permiten edulcorar esos procedimientos. Cuba hace reformas que en parte parecen encaminadas a lograr también ese fin.

La escena del ciudadano cubano mostrada por Univisión no es nueva en la Isla. De hecho, recuerdo que en los años setenta, el líder del proceso, Fidel Castro, se refirió públicamente en un discurso a ese asunto y pidió, que la policía debía mostrar su autoridad y no dejarse golpear por el ciudadano.

No obstante aquella alocución del entonces Presidente de Cuba, el estilo exigido a la fuerza pública, siempre deja márgenes para altercados como estos.

Estoy seguro que de producirse en Cuba un incidente como el mostrado repetidamente en estos días en la televisión estadounidense, donde un policía procede con fiereza de gladiador romano contra una niña de una escuela, apenas adolescente, los alumnos que en este caso contemplaron impávidos, habrían respondido con fuerza contra el abusador policía.

Posiblemente en Estados Unidos el ciudadano está más acostumbrado a la violencia policial que ningún país del planeta. El paliativo de que todo se resuelve dentro de las esferas legales, con jueces, magistrados y demandas, contiene la acción de las personas y ha hecho que esa violencia escale a niveles inusitados. En ninguna época anterior a este año 2015, el Presidente del país ha comparecido tantas veces para criticar estos incidentes y llamar la atención sobre su peligro y la necesidad de buscar soluciones que conviertan a la fuerza pública en guardianes de la seguridad ciudadana y no en enemigos potenciales de ella.

Cuba estará llena de defectos, pero en honor a la verdad, la represión policial, es administrada con mucho cuidado, sin que esto excluya los casos aislados donde el policía se extralimita en sus funciones o asuma conductas que molestan al ciudadano.

No hay que mentir para criticar los defectos del sistema cubano. Lo he dicho y lo seguiré repitiendo. En esto radica precisamente el problema que algunos medios confrontan para ejercer en la Isla. Especialmente porque acostumbran a presentar sólo la cara más sucia de la moneda, la cual quizás sea la más destacada pero omiten con intención muchas de las explicaciones que permiten analizarla con objetividad.

La mentira no explica ni ayuda a buscar solución a las dificultades económicas y políticas de Cuba. El compromiso y la racionalidad son imprescindibles, como también es importante reconocer que han existido errores de todas las partes en conflicto. Tanto de parte de Cuba como de Estados Unidos y también de quienes equivocadamente han cerrado filas con éste último, pensando que de esa manera pueden satisfacer sus inmaduros niveles de cólera.

No es tiempo de continuar torciendo las realidades, sino de apostar por la política de Estados Unidos proponiendo vías que pongan fin al Bloqueo-Embargo y de apoyar el proceso de cambios en Cuba, que con lentitud de avezado leñador, avanza el gobierno con la clara intención de asegurar esta vez la firmeza y seguridad del camino.

Así lo veo y así lo digo.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU., Subdirector de Radio Miami.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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