Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- No vacilo en acreditar que es positivo el uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) alcanzado por la Mayor de las Antillas al cierre de Junio último —pese a ser la mitad de lo pronosticado. Para precisar el presupuesto de esta afirmación, opto por resaltar que España obtuvo 0, 7 por ciento de incremento por la misma razón y se halla lejos de las restricciones a que está sometida La Habana por el persistente Bloqueo de Washington —al margen de ser menor el error de cálculo de Madrid: pronosticó 0,8 por ciento. Así, comparto con usted una lectura del acontecer en la Isla en este minuto.


Debo decir que seguí con mucha atención lo trascendido de las sesiones recientes de nuestro Parlamento, particularmente las conclusiones del Presidente Raúl Castro. Comparto el criterio según el cual nos vimos afectados por las limitaciones financieras como consecuencia de la disminución de ingresos en nuestras exportaciones por la caída de los precios en los rubros tradicionales, y por la Guerra Económica desatada por el Capital interno y gringo contra la Revolución Bolivariana y Chavista: en estos meses sufrimos una determinada contracción en los suministros de combustible pactados con Venezuela, al margen de la probada voluntad del Compañero Maduro y su Gobierno.

Encuentro encomiable que, a contrapelo del ambiente externo negativo, hayamos logrado mantener el cumplimiento de los compromisos asumidos en los procesos de reordenamiento de las deudas con acreedores extranjeros, a pesar de algunos atrasos en los pagos corrientes a los proveedores que no contradicen nuestro compromiso de no renunciar al propósito de continuar restableciendo la credibilidad internacional de la economía cubana.

Merece que destaque cómo las dificultades no impidieron poner en vigor diversas decisiones dirigidas a incrementar la capacidad adquisitiva del peso cubano, entre ellas, la disminución de los precios de un conjunto de productos y artículos de amplia demanda por nuestra población; y cómo comenzamos a ver los frutos de otras acciones encaminadas a asegurar un mejor acopio y distribución de los productos agropecuarios, constatándose mayor presencia de los mismos en los mercados y una ligera, pero progresiva reducción de los precios de venta.

Injusto sería pasar por alto que se ha garantizado el equilibrio financiero interno mediante niveles apropiados de oferta en el mercado minorista, al tiempo que se avanza en la implementación de sistemas salariales vinculados con el resultado productivo, todo lo cual nos ha permitido evitar presiones inflacionarias. Y es alentador el favorable resultado alcanzado en la ejecución del plan de prevención y enfrentamiento a las enfermedades trasmitidas por los mosquitos del género aedes, puntualmente a causa de las fuerzas y experiencias de que dispone nuestro sistema político.

Asumo como propias, pues, estas palabras del Compañero Raúl:

“Frente a las dificultades y amenazas no hay espacio para las improvisaciones y mucho menos para el derrotismo. De una situación coyuntural como la que enfrentamos se sale victorioso actuando con mucha energía, ecuanimidad, racionalidad y sensibilidad política, continuar estrechando la coordinación entre el Partido y el Gobierno y sobre todo con mucho optimismo y seguridad en el presente y el futuro de la Revolución”.

Entretanto, analicé y volví a analizar la intervención de Marino Murillo en la pasada sesión plenaria del Legislativo cubano. Confieso que en la misma medida en que me adentraba en el razonamiento de este Vicepresidente del Consejo de Ministro en Cuba y titular de la Cartera de economía, al paso que aceptaba por efectivas las medidas expuestas para amortiguar los efectos de la complejidad que vivimos cubanas y cubanos, me hacía algunas preguntas —un tanto a modo de reflejar insatisfacciones— que bien pudieran servir para no tropezar otra vez con la misma problemática.

¿Cuánto más se pudo hacer en aras de que a esta altura fuera mayor el crecimiento de nuestro PIB? ¿Acaso debe pasarnos inadvertido que el error de cálculo al respecto fue del 50% —se previó crecer un dos por ciento? ¿Será que las condiciones adversas a las que nos enfrentamos cambiaron tanto en apenas seis meses? ¿Por qué no se dice los nombres de los responsables de incumplimientos por causas subjetivas? ¿Qué medidas fueron tomadas con ellos/as? ¿Quiénes son los que se benefician en última instancia con el secretismo?

Entonces, me sobran razones para sostener en lo fundamental la certidumbre de cara a la realidad actual de mi país —fuimos capaces de sobrepasar los años 90 del siglo pasado, escenario remoto a día de hoy— y, al mismo tiempo, certificar que no soy el único integrante de nuestra sociedad que comparte insatisfacciones. Así, en la perspectiva de las preguntas antes formuladas y al decir popular, exclamo a los cuatro vientos: ¡Ojalá que en Cuba no nos vuelva a morder el mismo Perro!

 


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