Artur González / Heraldo Cubano.- El 18 de enero 2024 una audiencia en el Congreso yanqui sobre el sector privado cubano, desató un fuerte debate entre quienes defienden a ese emergente sector y quienes se niegan a aceptar la nueva realidad en la economía de la Isla. Entre estos últimos resaltan los que odian a Cuba, al no poder destruir a la Revolución socialista, a pesar de los múltiples planes que en 65 años han fracasado en su empeño.


No olvidar que desde 1959 Estados Unidos intenta acabar con el proceso revolucionario, mediante el empleo de todo tipo de acciones encubiertas encargadas a la CIA, desde la fracasada invasión mercenaria por Bahía de Cochinos; los más de 500 planes para asesinar a Fidel Castro, confirmados ante el Senado en 1975; la introducción de plagas y enfermedades contra el pueblo, la flora y la fauna; unido a las acciones de guerra económica, comercial y financiera, recrudecida en los últimos años para matar de hambre y enfermedades a once millones de seres humanos.

Como era de esperar, María Elvira Salazar, representante por la Florida, acérrima enemiga de Cuba y actual presidenta del Subcomité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes para Asuntos del hemisferio occidental, dio la nota discordante entre republicanos y demócratas respecto a la política hacia Cuba, al exponer en su discurso que el crecimiento de las empresas privadas en Cuba, “es un plan orquestado por el gobierno cubano para eludir el embargo estadounidense”.

Para distorsionar la realidad y mantener el clima de animadversión de los terroristas de Miami, añadió que los beneficiados de esas 10 mil empresas privadas son principalmente “los hijos de los dirigentes cubanos”, a pesar de que hace solo unos meses un grupo de esos nuevos empresarios fueron invitados a Estados Unidos, para participar en conferencias impartidas por cubanos residentes en la Ciudad del Odio.

La verdad escondida detrás de la posición de la representante anticubana, es que el importante crecimiento alcanzado por las empresas privadas, han logrado proporcionar servicios básicos y alimentos, ante la grave crisis que vive la Isla por falta de liquidez, fundamentalmente por el recrudecimiento de la guerra económica, comercial y financiera impuesta por Washington, sumado a la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, que busca ahogar la economía cubana, demostrar la inviabilidad del socialismo y provocar revueltas callejeras para derrumbar al gobierno.

En dicha audiencia se expusieron las acciones políticas ejecutadas durante la administración Trump, muchas de ellas por sugerencias del senador de Florida, Marco Rubio y el representante Mario Díaz-Balart, ambos miembros de esa mafia anticubana opuesta a las medidas aplicadas por Barack Obama, quien abogó por cambiar la táctica para derrocar el socialismo desde adentro, cuando afirmó:

“Los cambios introducidos en nuestra nueva política potenciarán aún más nuestro objetivo de empoderar al pueblo cubano. Nuestras políticas en materia de viajes y remesas están ayudando a los cubanos, al brindarles nuevas fuentes de información, oportunidades de trabajar como autónomos y acceso a bienes de propiedad privada, además de fortalecer a la sociedad civil independiente. Nuestros esfuerzos se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del estado cubano.

Finalmente la votación fue favorable a no permitir el acceso al sistema bancario estadounidense, de las micro, pequeñas y medianas empresas cubanas (mipymes), situación que entorpece su desarrollo, objetivo perseguido por la mafia anticubana y los ultraconservadores en el Congreso yanqui, que sueñan con disfrutar un trágico desenlace de la económica socialista y presionan a la Casa Blanca para que no apruebe esa solicitud, a pesar de que en el 2023, funcionarios la Administración dijeron que el Presidente Biden, estaba considerando permitir a los emprendedores cubanos abrir cuentas en bancos estadounidenses.

Esta negativa del gobierno yanqui provoca que los dueños de las empresas privadas cubanas, se vean obligados a pagar sus compras en el exterior con monedas libremente convertibles y para ello deben adquirirlas en el mercado informal de la Isla, situación que encarece las importaciones, debido a la devaluación del peso cubano ante un mercado cambiario impuesto desde un sitio digital ilegal. Ese costo de los empresarios es trasladado a los precios de venta, lo que afecta directamente a los consumidores cubanos, quienes carecen de poder adquisitivo y eleva dramáticamente la espiral inflacionaria que soportan todos los cubanos e incrementa el disgusto popular, para alegría de la mafia anticubana.

Con total hipocresía, María Elvira Salazar afirma que desea ayudar al pueblo cubano, pero hace todo lo contrario para causar más agobio.

Estas posiciones políticas no son novedosas, pues el 2 de mayo de 1967 un informe de Henry D. Owen, presidente del Comité de Planificación Política del Departamento de Estado, remitido al Secretario de Estado, Den Rusk, señalaba la necesidad de hacer una revisión de la política de Estados Unido hacia Cuba y le propuso elaborar un documento de política nacional sobre Cuba, porque:

“…la política de rechazo económico y aislamiento político, han contribuido a crearle dificultades a Castro, pero no ha sacudido su control sobre el poder […] después de seis años, solo es prudente preguntarse, si esta política será la mejor para hacer avanzar nuestros intereses, bajo las condiciones que puedan prevalecer en el futuro…”

Después de meses de análisis y discusiones encontradas, se concluyó el documento con posiciones a favor de un cambio de política, pero sin descartar el propósito de derrocar a la Revolución. Sin embargo, John W. Ford, director de la Oficina de Asuntos de Política Interamericanos, envió el 28 de agosto de 1968 los siguientes argumentos:

“No es momento más propicio para embarcarnos en un programa como este, ya que las dificultades económicas actuales de Cuba y las señales de un creciente descontento, indican que las penurias por el aislamiento están teniendo un efecto real y, por tanto, debemos mantener toda la presión sobre la política de cuarentena…”

Nada ha cambiado en los intereses políticos yanquis, de ahí que María Elvira y sus secuaces, se opongan a una mejoría de la economía cubana, causas reales de la negativa Washington a permitir el acceso de las MIPYMES al sistema bancario yanqui.

No se equivocó José Martí cuando afirmó: “De este pueblo del Norte hay mucho que temer y mucho que parece virtud no lo es y mucha forma de grandeza está hueca por dentro, como esculturas de azúcar.

 

 

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