Ruben I. Zamora - La Prensa Gráfica.- La noticia de que los laboratorios cubanos han creado ABDALA, la primera vacuna en América Latina contra el covid-19 y con un 92.28 % de eficacia, pero con la desventaja de que son necesarias tres dosis, es una buena noticia, especialmente porque el manejo que de las vacunas han hecho los gobierno de países ricos evidencian una actitud egoísta y poco solidaria con el resto del mundo y hacen oídos sordos a la mantra que la OMS (Organización Mundial de la Salud) de la ONU repite: "esta epidemia no conoce fronteras nacionales, es un peligro universal"; sin embargo, la ONU ha organizado un compromiso con las empresas productoras de la vacuna de una pequeña cuota dada la población del tercer mundo, para distribuirla entre nuestros países y hemos podido beneficiarnos con ello.


Finalmente, la Cumbre de los G20, en Riad, la semana pasada, "prometió apoyar plenamente los esfuerzos para que la vacuna contra el covid-19 llegue equitativamente a todos los países del mundo", pero sin ningún compromiso concreto. Esperamos que, si la vacuna es aprobada por la OMS, Cuba dé un ejemplo de solidaridad con sus vecinos.

Cuando se trata de Cuba, las reacciones, especialmente en nuestro continente, suelen expresarse aún empapadas en la ideología de la guerra fría (comunismo o anticomunismo); para la izquierda, todo lo que hace o dice el gobierno cubano es la verdad, es bueno y digno de aplauso y de esto el régimen cubano es ampliamente responsable; los anticomunistas proclaman que Cuba es un infierno, en el que todos sus habitantes, excepto los gobernantes y su partido, viven en la miseria y la opresión, los aparatos ideológicos de muchos gobiernos están al servicio de esto. El resultado es la anulación de la objetividad y que todo es visto, y entendido y juzgado mediante el filtro ideológico-político que se profese. Esto no es universal, existen personas, tanto de izquierda como de derecha, que asumen una visión de Cuba más realista, reconociendo los avances y señalando críticamente las carencias.

Antes de salir a India como embajador, visité a varios ministros, preguntándoles qué me recomendaban hacer para favorecer al país. Recuerdo que la ministra de Salud, Dra. Isabel Rodríguez, me contestó "consígame medicamentos buenos y baratos", pues con el alto costo de las medicinas aquí, se hace imposible extender la atención a todos los necesitados.

En India confirmé la buena fama de la calidad y precios razonables de sus medicamentos; durante mis primeros dos años di prioridad a conocer la industria farmacéutica india e impulsar a un grupo de empresas a entrar a nuestras licitaciones, al mismo tiempo que peleaba con la burocracia del ministerio, anclados en una normativa de licitaciones diseñada para solo permitir la entrada de las empresas salvadoreñas que al mismo tiempo representaban a las empresas transnacionales; logramos que un par de ellas lo hicieran.

Descubrí que el más importante importador y exportador de medicinas de toda América Latina era Cuba, y que lo hacía mediante el trueque (intercambio de productos y no dinero): Cuba cede el uso exclusivo de sus patentes farmacéuticas a cambio que India le envíe medicinas.

Descubrí que no pocas medicinas para enfermedades muy complicadas y con exorbitantes precios en el mercado mundial han nacido en laboratorios cubanos, pero son fabricadas y comerciadas en y por India.

Hacerlo por trueque le permite a Cuba ahorrar dólares que difícilmente consigue debido al bloqueo, recibir medicamentos "buenos y más baratos" que los de las trasnacionales y librarse del dolor de cabeza de la comercialización de sus medicamentos en los países capitalistas; Cuba tiene dificultades para operar en el mercado internacional, pues se educaron con las reglas del campo socialista ya fenecido y le es difícil hacerlo en el capitalista, por las restricciones del gobierno norteamericano.

A India le conviene porque se ahorra una millonada de dólares por la medicina que las patente le permite fabricar y usar en su país y al mismo tiempo lograr buenos negocios con los laboratorios transnacionales. Se trata de un negocio" gana-gana" para ambos. Creo que podemos dar a ABDALA, una vez aprobada por la OMS, una bienvenida. Lo garantiza no porque es comunista, sino por el prestigio internacional de sus laboratorios, ganado desde hace muchos años, y que son ajenos al logro de ganancias.

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