Juventudes Comunistas de León - Extraído de la revista El Insolente.- Con motivo de la celebración del 50 aniversario de la Revolución cubana un representante de las Juventudes Comunistas en León fue enviado a Cuba dentro del contingente de trabajo voluntario de la UJCE. La brigada de solidaridad, que tuvo lugar del 17 al 31 de julio, estuvo enmarcada dentro de las jornadas “Derrotaremos al Imperialismo”, organizadas por la Federación Mundial de Juventudes Democráticas. A continuación le haremos una serie de preguntas para que nos explique la experiencia que vivió en Cuba y las conclusiones que sacó con respecto a la situación política de la isla caribeña.


¿En qué consiste exactamente una Brigada de Solidaridad?

En nuestro caso, la brigada de la UJCE consistía en una semana de trabajo voluntario y otra semana de encuentros con organizaciones políticas, así como una serie de visitas programadas a los lugares más emblemáticos de la Revolución, museos y monumentos históricos de la isla.

¿Es decir, una brigada consiste sólo en trabajo político?

Ni mucho menos, también tuvimos la suerte de ir a la playa varios días, procurando siempre acudir a las playas que visitaban los cubanos. Si se quiere ver así, eso tampoco dejaba de ser trabajo político porque el relacionarse y hablar con los cubanos que iban allí con sus familias y conversar con ellos acerca de la situación de la isla también puede verse como una especie de “análisis sociológico” de bajo nivel

¿Y por qué no visitar el país como un turista más, que te evitas el trabajo físico en un periodo en el que supuestamente estás de vacaciones?

Porque realmente nosotros no éramos turistas, nosotros fuimos allí a colaborar con el pueblo cubano y a aportar nuestro pequeño granito de arena para que la situación vaya mejorando poco a poco en lo económico. Personalmente me parece hipócrita viajar a un país subdesarrollado como Cuba y no aportar nada por su desarrollo, pero luego volver al lugar de origen y quejarse de los pocos recursos con los que cuentan.

Estoy de acuerdo en que el turismo tradicional aporta gran cantidad de divisas a la isla, pero no me parece correcto el usar un país extranjero como una especie de parque de atracciones para la gente del llamado Primer Mundo.

¿En qué consistió el trabajo que realizasteis durante la primera semana?

En nuestro caso, acudimos a un huerto urbano a las afueras de La Habana, perteneciente a una cooperativa de agricultores. Allí a estos huertos los llaman ‘organopónicos’ y se crearon como una iniciativa del gobierno para poder suministrar alimentos a la gente de los alrededores sin tener que importar alimentos de otros lugares de la isla; son una especie de “supermercado de barrio”. Allí trabajamos plantando lechugas, eliminando malas hierbas y se llegó a crear un gran ambiente de camaradería con los trabajadores.

¿Cómo se organizan a nivel interno esas cooperativas?

Existe un reparto de ganancias en igualdad de proporciones para todos los agricultores. El cincuenta por ciento de los beneficios que se obtienen al vender la mercancía a la gente del barrio y al propio Estado se reparte entre todos ellos y el otro cincuenta por ciento se usa para seguir invirtiendo en nuevas herramientas, material, semillas, etc.

En cuanto a los encuentros que tuvisteis la semana siguiente, ¿con quiénes os reunisteis?

La primera reunión fue con los profesores de la Escuela Nacional de Cuadros de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba, nos hablaron de la estructura de esta organización, así mismo respondieron a la preguntas que teníamos sobre otras cuestiones acerca de la realidad del país.

A lo largo de esa semana nos reunimos con una representante de la Federación de Mujeres Cubanas y hablamos con ella acerca de la situación de la mujer en la isla, de cómo se está luchando contra la discriminación que se arrastra desde la etapa de antes de la Revolución y los pasos que se están dando para llegar a la igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.

Otra reunión que tuvimos fue con el Instituto Cubano de Amistad con los pueblos y, el último día, con el Secretario de Relaciones Internacionales del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Los tres últimos días tuvimos también la suerte de acudir a los seminarios de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas, donde coincidimos con otras quince brigadas de distintos países. En esos seminarios pudimos hablar con el Embajador de Honduras, el Embajador de Nicaragua, un europarlamentario del KKE (Partido Comunista de Grecia), gente de organizaciones palestinas, etc.

En caso de que quiera acudir a Cuba en una brigada solidaria, ¿a quién tengo que acudir?

En primer lugar lo que yo haría es informarme de la existencia de alguna Asociación de Amistad con Cuba en tu ciudad o sino entrar en la web de la Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba que es: http://www.nodo50.org/cesc. También puedes ponerte en contacto con el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (www.icap.cu) que es el que se encarga de gestionar los visados y demás trabas legales de la gente que quiere acudir como brigadista al país, tiene su oficina en Madrid.

Como conclusión, ¿cuál fue tu impresión general sobre la isla antillana y su población? ¿Percibiste un apoyo general de la gente hacia la Revolución?

Rotundamente, sí. Una cosa que noté en prácticamente todo los cubanos con los que hablamos fue una defensa a ultranza de la Revolución y de sus logros, así como un respeto generalizado por la figura histórica de Fidel y de los demás dirigentes. Sería mentira si dijera que no encontramos a gente crítica pero eran una minoría y sobre todo se concentraban en las zonas más turísticas de la Habana, dónde más influencias negativas llegan del turismo. Y aún esa gente también estaba totalmente en contra de la entrada de Estados Unidos en su país y de la perspectiva de volver a ser el patio trasero de los estadounidenses.

No te voy a negar que incluso encontramos a gente que quería salir del país pero no por motivos políticos sino económicos, muchas veces hablando con ellos te dabas cuenta de lo engañados que estaban con respecto al “sueño americano”, se creían que el irse a un país del “Primer Mundo” les garantizaba un nivel económico alto, una mansión a pie de playa y un coche descapotable. Cuando les contabas que en un país como España más de la mitad del sueldo de un trabajador normal se va en pagar un alquiler y la otra mitad en gastos relacionados con la comida y demás gastos básicos de subsistencia se mostraban sorprendidos ya que ellos cuentan con una casa que les ha dado el Estado y una cartilla con la que pueden comer sin que les cuente ni un solo céntimo.

Extraído de la revista El Insolente

Puedes descargarte la revista completa o leer los artículos directamente en la web www.elinsolente.wordpress.com

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