José Tadeo Tápanes Zerquera* - Artículo de Cubainformación revista.- Carlos Marx, ese gran filósofo de cuya doctrina, el marxismo, nacieron los pilares de la ideología comunista, dejó para la historia un sinnúmero de frases célebres, pero por alguna razón, ésta que me ocupa, resulta especialmente conocida y constantemente citada tanto por sus admiradores como por sus detractores.

Si hoy tengo a bien mencionarla y dedicarle estas reflexiones, es porque acabo de tropezármela, y confieso que me ha tomado por sorpresa. Leía El País Semanal, suplemento sabatino del periódico El País, en su número 1625.


Como siempre, hojeaba sus páginas para ver si encontraba algo interesante que leer, y mientras me saltaba las molestas hojas dedicadas a publicitar coches, relojes, ropas, bebidas, repitiéndome mentalmente la palabra opio, finalmente me di de bruces con la última página donde el columnista Javier Marías reflexionaba estupefacto ante el embrutecimiento de la sociedad norteamericana y española, dando por sentado, que este mal, podría estar invadiendo a todo el mundo occidental.

Comentaba el autor de “Corazón tan blanco”, que en cierta oportunidad tuvo que explicarle a unos jóvenes norteamericanos que los árabes habían invadido España en el año 711, quiénes eran los visigodos, y que alguna vez España fue romana. También comprobó con asombro que estos jóvenes no sabían el origen de Napoleón, u otras perogrulladas de la historia universal.

Marías creyó por aquel entonces (año 1982) que los estudiantes españoles y europeos estaban a salvo de tanta brutalidad. Y qué sorpresa acaba de llevarse al descubrir, mirando ciertos programas televisivos, que existen mentes europeas capaces de pensar que hubo tres guerras mundiales,  o que las ciudades de Hiroshima y Nagasaki son célebres tan vez por sus judokas, o que Irán es un país limítrofe con Australia, o que Fidel Castro es un cantante.

Siguió asombrándose nuestro Javier al escuchar atónito que a alguien se le ocurrió decir que Ulises abandonó Ítaca para participar en las guerras del Peloponeso, sin acordarse ni por un momento de la guerra de Troya. Y otro tanto le pasó ante aquél que, a la pregunta ¿qué explorador se encontró  Stanley (Henry Morton Stanley) en la selva africana? respondió, después de mucho pensárselo Darwin, sin acordarse claro está del Doctor Livingstone (David Livingstone).

Meditando sobre este mal que azota a la sociedad contemporánea, que es el embrutecimiento general y progresivo de las masas, pasé a la siguiente hoja, es decir, a la penúltima de la revista y encontré en las reflexiones de la periodista Rosa Montero, la respuesta a mis interrogantes. Ella sabía la causa de este adormecimiento en las mentes de la sociedad occidental. Al parecer, ella tiene muy claro el por qué de que las juventudes estadounidenses, españolas, y europeas, vayan de mal en peor. Según Rosa Montero, la culpa de todo esto la tiene el comunismo. ¿El comunismo? preguntarán ustedes. Pues sí. Según lo que he entendido al leer a Rosa Montero, el comunismo es el opio de los pueblos.

Su artículo se titula “El valor de lo sagrado”. En él se desmarca de la religión (deja claro que ella no cree en Dios), pero deja caer que los pueblos tienen una especie de necesidad de opio, una especie de enganche a las drogas del alma, y buscando un ejemplo de esas drogas espirituales, enseguida se le ocurrió pensar en el comunismo. Dice textualmente Rosa Montero: (además de las religiones) “el dogmatismo marxista, por ejemplo, también ha adormecido y embrutecido a las masas”.

Luego de leer a Javier Marías y comprender que la juventud norteamericana, española y europea cada vez está más embrutecida, y luego de leer a Rosa Montero, citando al comunismo como el primer ejemplo de opio de los pueblos que se le vino a la cabeza, descubro yo que no es el capitalismo lo que se ha expandido por occidente, sino el comunismo. Porque, de lo contrario, no tendría sentido que este embrutecimiento se esté dando en los países ya citados.

Y mientras sigo hojeando la revista me pregunto si estos perfumes que publicitan aquí, si estos coches que publicitan aquí, si estos relojes que me venden aquí, si toda esta ideología que me venden aquí, invitándome a no pensar, a consumir, a consumir, y a consumir ¿será también una estrategia comunista?

* Poeta e historiador cubano, residente en el País Vasco

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