Manuel E. Yepe.- Me causó mucha risa -aunque primero fue lastima por la ingenua manifestación de ignorancia y luego indignación por la evidente mala fe-, un artículo publicado en el periódico Globe and Mail, de Canadá, con la firma de Konrad Yakabuski y titulado "Raúl rueda el dado".


Primero dibuja al presidente cubano Raúl Castro como un oportunista que actúa introduciendo reformas económicas y administrativas a las que Fidel Castro dogmáticamente se había opuesto durante décadas.

"La mayor y potencialmente más subversiva fue la de la pasada semana que permite a quienes se retiren o dejen sus cargos en empresas públicas –más del 90 % de los cubanos son empleados estatales- a obtener títulos de propiedad de casas y apartamentos normalmente reservados para trabajadores activos. Esto equivale nada menos que a propiedad privada."

Sigue alardeando de su ignorancia: "Este decreto sigue a otro de 10 de abril que pone fin a los limites al monto de los salarios estatales (….) convirtiendo a los trabajadores, de camaradas en agentes libres y empresarios."

El periodista ironiza que, pese al giro de "perfeccionamiento del socialismo" que le atribuye a la medida un editorial del periódico Granma de esa semana, éste "es claramente contrarrevolucionario, especialmente unido a otros movimientos recientes de Raúl tales como permitir a los cubanos poseer teléfonos celulares, equipos de DVD, computadoras personales, alojarse en hoteles turísticos y convertirse en agricultores privados".

Con esto tenemos elementos suficientes para dudar que este "periodista", quien supuestamente escribe desde La Habana, haya estado aquí realmente.

De haber venido a trabajar efectivamente en Cuba, el periodista habría conocido, sin mucho esfuerzo, que hoy más del 80 por ciento de los ocupantes del fondo habitacional cubano son propietarios, y aquellos que pagan alquiler no erogan por estos más del 10 por ciento de sus ingresos. Antes del triunfo de la revolución, en Cuba existía un déficit de viviendas de más de 640 000, y una parte considerable de la clase obrera estaba obligada a subsistir en barrios insalubres con precarias condiciones.

Más del 75 por ciento de las viviendas actualmente existentes han sido construidas después del triunfo de la Revolución, y más del 95 por ciento de los hogares cuentan con un sistema de electrificación, agua y saneamiento.

En Cuba, se habría enterado el señor Yakabuski que jamás ha estado prohibido en Cuba el uso particular de teléfonos celulares, equipos de DVD y computadoras personales.

En el marco de las privaciones del "período especial", que fue la estrategia que el país se vio precisado a implantar para hacer frente a la crisis de los años 1990, se suspendió la venta a particulares de estos aparatos como medida circunstancial para prevenir privilegios irritantes cuando lo más importante era salvar la subsistencia.

Por similares motivos se establecieron las limitaciones al alojamiento de cubanos en los hoteles para turismo extranjero que ahora se han levantado como muestra del éxito de la estrategia cubana frente a la crisis.

Tampoco es un secreto para quien visite la isla, o se interese por los datos desde cualquier parte del mundo, que Cuba dispone de unos 3,5 millones de hectáreas de tierra cultivable, de las cuales el 42 por ciento pertenece a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, constituidas en tierras públicas cedidas en usufructo a particulares; el 32,6 es propiedad de particulares integrados o no en cooperativas, en tanto que el resto pertenece y está en explotación por empresas estatales.

Las medidas implantadas de entregar tierras cultivables ociosas o mal explotadas a quienes las soliciten para hacerlas productivas e incrementar con ello la producción nacional de alimentos y disminuir las importaciones de productos agrícolas cuya factura actual ronda los mil 500 millones de dólares, busca lograr avances en el camino de garantizar la autosuficiencia alimentaria.

Otra muestra de ignorancia ofrece el periodista cuando afirma que a los cubanos les impactarán las maravillas del capitalismo que les están vedadas pues solo conocen el exterior por medio de la propaganda estatal y las escuelas. La eliminación de restricciones para viajar al exterior  y la posibilidad de apreciar en su país las bisuterías del capitalismo, debilitaran el apoyo de los cubanos a la revolución.

Pero cuando el señor Yakabuski llega al colmo de la estupidez es a nivel de sus pronósticos. Hay que tener una imaginación portentosa para identificar las proyecciones de Raúl Castro con las de un Lech Walesa, o un Mihail Gorbachov, o para pronosticar que la revolución cubana seguirá el modelo chino para convertir a la isla en la "futura China del Caribe", como titula a su artículo.

Aunque no hay en la pluma de este periodista canadiense una sola pizca de objetividad capaz de conducir a confusión o duda, sería bueno recomendar a sus patrocinadores que le exijan algún respeto para con los lectores del Globe and Mail.

 

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