Abel Prieto Jiménez, Ministro de Cultura de Cuba desde 1997: “La prioridad en la política cultural de Cuba es la mayor democratización imaginable”

Publicado en Cubainformación revista verano 2008.- Narrador y ensayista, antes de ser ministro de Cultura, Abel Prieto fue director de la editorial Letras Cubanas y presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC). Cubainformación TV habló con el también miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y uno de los ministros cubanos más reclamados por los medios de comunicación internacionales.

Cuál es hoy día el papel de los medios de información alternativos -no sólo el de los del Movimiento de Solidaridad con Cuba- a la hora de acercar las verdades de Cuba silenciadas en los grandes media?

Hay medios que ya no son propiamente alternativos. Telesur, por ejemplo, no puede considerarse un medio alternativo, Cubavisión tampoco. Al propio tiempo creo que hay que acercarse a otros medios como, por ejemplo, el periódico La Jornada, de México, que tiene una web en español muy visitada. Y hay que acercarse a las radio comunitarias, que en América Latina tienen una fuerza tremenda.

Entrevista en video

Reflexiones de Abel Prieto en video  


Y hay que buscar la gente que en Estados Unidos está intentando consolidar circuitos de difusión al margen de la agenda de las oligarquías. Creo que es muy importante la alianza con los periodistas norteamericanos, con los intelectuales, que son las primeras víctimas de todo este gran proyecto de dominación.

Hablando ya de la propia cultura cubana: en algunos ámbitos ahora se está empezando a hablar de algunos temas como la comercialización de la cultura o las licencias libres. En el Primer Mundo, donde hay una serie de intelectuales que están reflexionando sobre todo esto, ¿quizá podamos aprender de lo que Cuba ya resolvió?

Nosotros trabajamos por proteger a los autores, subvencionamos incluso, en muchos casos, la experimentación en el arte, y al propio tiempo tratamos de que esta protección no limite los derechos de la sociedad. Yo creo que estamos en un momento en que más que de los derechos de autor hay que hablar de los derechos de la cultura, de los derechos de los creadores, pero también de los derechos de la sociedad. Y en Cuba hay una política de presupuestar, muy fuerte, a la gente joven. Hay que evitar, por ejemplo, que un joven, graduado en Artes Plásticas, tenga que enfrentarse al mercado, sin estar suficientemente preparado. Porque el mercado es verdaderamente implacable.

¿Cuál sería actualmente la prioridad o las prioridades fundamentales de la política cultural estratégica de Cuba?

La mayor democratización imaginable, es decir, promover la cultura a la escala más masiva posible, que es lo que estamos haciendo con los instructores de arte, con la televisión educativa y con los promotores culturales. Y al propio tiempo, no bajar el rigor, es decir, nosotros tenemos que romper el fatalismo, que casi viene de la Edad Media, de que todo esfuerzo de masividad en cultura, tiene un precio cualitativo. Tenemos que lograr que lo que difundamos en términos de cultura y que se convierte en algo popular, tiene que ser algo de alta calidad. Esa es una de las prioridades. Otra prioridad es la enseñanza artística, el patrimonio, la memoria. Una de las prioridades es el libro y la lectura. También creo que tenemos que acabar de recuperar el cine cubano, la producción de audiovisuales. Hoy tenemos el problema, el gran desafío del audiovisual. Mucha gente joven lee poco, en Cuba y en el mundo, lamentablemente, son generaciones muy marcadas por la imagen.

A veces existen desencuentros entre artistas y gobierno. ¿Los artistas no tienen sentido de la estrategia o el gobierno no tiene sentido artístico?

Hace mucho tiempo que no hay desencuentro entre los artistas y el gobierno revolucionario. Hubo una etapa, en los primeros años 70, donde hubo errores de política cultural muy graves, y donde aquella línea trazada por Fidel, línea de unir mucho a la gente, de no tener ningún tipo de dogma, ni de sectarismo, se rompió. Algún intelectual nuestro le llamó a eso “el quinquenio gris”. Eso fue rectificado con la creación del Ministerio de Cultura, en el año 76, poniendo a Armando Hart, una figura histórica de un enorme prestigio revolucionario e intelectual, al frente de ese ministerio. Y a partir de aquella entrada  yo no siento que haya desencuentro. Y creo que en los intelectuales y artistas cubanos está vivo, por fortuna, aquel ideal de la vanguardia de principios del siglo XX, de hacer un arte, no para las galerías, no para los recintos cerrados del arte, no para los museos, no para las editoriales, sino un arte que entre en la vida cotidiana de la gente, que la transforme, que contribuya a su crecimiento espiritual. El ideal, para nosotros, es que los artistas se sientan protagonizando la vida de las instituciones, que Humberto Solás, por ejemplo, se sienta parte de la política del cine en Cuba, de la creación, la producción y distribución del cine.

Meses atrás se produjo un proceso de debate en el país, a partir del discurso de Raúl Castro del 26 de Julio de 2007. ¿Cómo se produjo esta participación?

Ese debate empezó en los núcleos del Partido, en los centros de trabajo, en los barrios. Fue un debate muy importante. En primer lugar, la gente se miró hacia adentro. Es decir, hasta dónde un revolucionario cubano, un colectivo laboral, un colectivo de trabajadores, una institución determinada, con sus trabajadores a la vanguardia, pueden mejorar la productividad, ser más eficientes, atender mejor las necesidades de la población.

También la gente debatió todos los rasgos de burocracia, de indolencia, de lentitud en la gestión, improductividad, falta de iniciativa. Yo creo que es un momento de gran creatividad en Cuba, y que esta discusión no va a ser para que la gente proponga fórmulas capitalistas, yo creo que la inmensa mayoría del pueblo lo que quiere es un socialismo más eficiente, que no tenga ningún tipo de lastre burocrático que dañe a la población de manera innecesaria.

Una última pregunta: ¿para cuándo habrá más mujeres en el gobierno?

Hay varias ministras maravillosas y muy prestigiosas. Varios miembros del Buró Político, muchas diputadas, muchas mujeres miembros del Consejo de Estado. Hay varias secretarias del Partido también en provincias y municipios, y presidentas de gobierno. Hay una política muy clara de promover a la mujer cubana. Hoy es abrumadora la mayoría de mujeres en el campo de los profesionales. Las mujeres han demostrado consagración al trabajo y sentido de su misión.

 

Reflexiones de Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba


Sobre el derrumbe del neoliberalismo y el futuro del socialismo en cuba

Recuerdo que estuve en Madrid en el año 1992, en la Cumbre Iberoamericana, cuando ya se estaba derrumbando el llamado “socialismo real” y parecía que Cuba y Fidel eran algo que venía de edades pretéritas y oscuras. El futuro eran todos aquellos ladrones corruptos, fanáticos del neoliberalismo, y recuerdo que Fidel dijo exactamente lo que iba a pasar. Hace ya 15 años. Dijo: “este modelo es inviable, este modelo va a estallar. La brecha entre pobres y ricos se va a multiplicar. Y este modelo va a hundirse. Y va a hundir al planeta”.

En América Latina ese modelo ha hecho crisis. Lo que estamos viendo hoy: el maravilloso proceso bolivariano en Venezuela, el proceso en Bolivia, en otros países de América Latina... Aquellas palabras de Fidel se han venido cumpliendo con una precisión impresionante y, prácticamente todos aquellos cantores entusiastas del modelo neoliberal terminaron enjuiciados, por supuesto muy pocos están en la cárcel, porque ya sabemos cómo funciona la justicia en este mundo envilecido.

Sin duda, Fidel le hablaba al futuro y hoy nos sigue hablando a todos nosotros. Estamos librando ahora una batalla muy fuerte por aumentar la productividad de nuestro país, por mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo en las condiciones tan adversas del bloqueo. Y el propio Fidel se ha encargado de recordarnos que el Período Especial no ha terminado.

Sobre la educación en valores

En Cuba tenemos que salir de la crisis económica. Tenemos que resolver algunos problemas básicos, como el problema del transporte. Y el mismo problema que planteó Raúl, de que el salario no le alcanza a la gente. Tenemos que ser más productivos.

Y aparte de esos temas de carácter económico nosotros no podemos abandonar el tema de carácter moral, de carácter espiritual, de carácter ideológico. En la República Democrática Alemana todos los problemas “materiales” de la población estaban resueltos, no faltaba nada, pero hubo problemas que se descuidaron, que no son de carácter material. Porque si nosotros salimos de la crisis material con un pueblo que ha perdido sus valores y sus principios, el socialismo es reversible. Es lo que decía Fidel, precisamente hablándoles a los jóvenes. Dijo: “yo estoy seguro de que una agresión extranjera no va a derrotar a la Revolución cubana, pero podemos los propios revolucionarios corroer las bases de esta Revolución, y tenemos que preguntarnos todos los días si un proceso como este es reversible”  Lo dijo con una valentía y con una franqueza estremecedora. Estaba hablando del tema de la corrupción. Es uno de los problemas que tenemos hoy en Cuba, y lo estamos castigando de forma implacable. Lamentablemente, en la Unión Soviética había mucha corrupción antes de aquel derrumbe.

Y hoy, nosotros estamos trabajando muy duro en el tema de los valores. Para nosotros es muy importante ese tema. Y yo diría que una de las cosas esenciales para lo que se llama la felicidad. El ciudadano de este mundo globalizado está bombardeado por ese mensaje: tienes que consumir para ser feliz. Continuamente, le crean a la gente necesidades falsas. Y toda esa propaganda tiene mensajes subliminales: para ser más viril hay que tener un tipo de automóvil. O para ser más atractivo a las mujeres tienes que usar tales cremas o tomar unas píldoras para brillar en el amor. Esto es continuo. Y mucha gente piensa que la felicidad tiene que ver con eso. Y nosotros tenemos, repito, que resolver los problemas materiales básicos de la población cubana, pero, al mismo tiempo, crearle a la gente metas asociadas a ese concepto de la felicidad, independientes de la tesis del consumismo.

Y el propio Fidel ha dicho, y ha trabajado mucho en eso, que la cultura es un importante antídoto frente al consumismo. Que la gente convierta los placeres asociados al arte, a la lectura, en  parte de su meta de realización personal. Participar en la construcción de un proyecto colectivo tiene que ver con la felicidad. Participar de un proyecto que tiene que ver con la justicia, con la democracia más auténtica. Y son prioridades que nosotros tenemos con nuestros niños. Hoy todo está contaminado por esos mensajes consumistas pro-capitalistas. Entonces se trata de crear en las personas a nivel espiritual, cultural e ideológico, los antídotos necesarios para enfrentarse a ese mundo donde hay una crisis ética tan grave. Porque la idea es que nos acostumbremos a presenciar las guerras como si fueran fuegos artificiales, que nos acostumbremos a ver morir a los demás sin que nos afecte. Lo que va a garantizar la continuidad de la Revolución Cubana no es que aparezca un líder como Fidel, lo que va a resolver esa continuidad es que las ideas de Fidel, sus principios, sean patrimonio real, cotidiano, de las nuevas generaciones. Eso es muy importante.

Una de las cosas que está en el centro mismo de este proyecto de dominación es que la gente joven sea idiota, frívola, esté pensando en las marcas, en Nike, en la bobería. Y nosotros tenemos que lograr que la gente joven en Cuba tenga un aparato intelectual, afectivo, espiritual, preparado para esos desafíos.

Y por eso se ha hecho un grupo de transformación de la escuela cubana, tenemos 15.000 instructores de arte graduados, especializados en teatro, en música, en danza, en artes plásticas. Les están enseñando a los niños, en edades muy tempranas, nociones para la apreciación de las artes.

Sobre el Socialismo del siglo XXI

Ustedes saben lo que ha dicho Chávez y el propio Fidel sobre aquella utopía de Simón Bolívar, de José Martí, sobre la idea de que en América Latina y el Caribe se funde una gran Patria Latinoamericana y Caribeña. Una comunidad de naciones libres. En un libro de Fernández Lidia, hay una cronología de los momentos en que la democracia formal ha sido interrumpida con violencia yanqui para evitar que hubiera opciones de izquierda, de emancipación: la invasión yanqui en Guatemala en el año 54, la guerra a sangre y fuego que se hizo contra la revolución sandinista, el golpe de estado criminal en Chile, que asesinó la democracia y al presidente Allende.

Ahora, en Venezuela se está hablando con mucho rigor, yo pienso, del socialismo, y se está creando el Partido Socialista Unido de Venezuela. Es muy importante lo que está ocurriendo. Cuando Chávez habla del socialismo del siglo XXI, lo está haciendo desde la experiencia práctica de un pueblo en Revolución. Tampoco creo que el socialismo bolivariano vaya a nacer de la cabeza de un teórico. Está hablando sobre todo de un socialismo que no cometa los errores que cometió el socialismo del siglo XX, como la separación entre el Partido y las masas.

Y al mismo tiempo, Cuba -y Fidel en esto ha sido muy explícito- no quiere, para nada, servir de modelo a otros países. Yo creo que una de las cosas que va a caracterizar al socialismo en estos países de América Latina, donde surja, va a ser que no se va a parecer en nada a ningún otro modelo que se haya experimentado antes.

Sobre el debate acerca del socialismo en Cuba

En Cuba estamos en un momento intensamente creativo, porque el Partido ha convocado a una discusión muy profunda. Llo que reclama la gente es un socialismo más productivo, que atienda más efectivamente las necesidades de la población. Creo que tiene mucho que ver con colocar las necesidades de la población en el centro del debate. No creo que haya planteamientos neoliberales o consumistas, salvo una ínfima minoría. La abrumadora mayoría de la gente habla de más socialismo, y más eficiente. Siento que el perfeccionamiento de nuestro sistema, de nuestro socialismo, va a surgir de una población que ha participado y sufrido los peores momentos del periodo de la resistencia, el de los años 90.

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