Cuba, la Historia y el autobús no es sólo un título.Más que todo, es una invitación a pensar por qué,como dice Raúl Castro,los cubanos chocamos más de una docena de veces con el mismo obstáculo.

Manuel David Orrio - Cubainformación.- Nota del autor: La primera versión de este artículo fue publicada por InSurGente en octubre del 2005.(1)

Puede no estarse de acuerdo con historiadores como el fallecido Manuel Moreno Fraginals, quien en una conferencia magistral impartida en el Instituto Superior de Arte de La Habana, allá `por 1995, afirmó que una de la carencias de la identidad cubana es una pobre percepción del tiempo histórico, la cual puede traducirse hasta en irrespeto por la Historia. (2)


Moreno, autor de El Ingenio, obra imprescindible de la historiografía criolla, señalaba quizás acertadamente que dicha carencia conducía al no adecuado aprendizaje de los errores y a la repetición de éstos, en tanto que ser nacional.

Insisto: puede no estarse de acuerdo. Por mi parte, me limito a citar a Raúl Castro, quien un año antes de aquella conferencia expresó a mi colega Luis Báez: “Si dicen que el hombre es el único animal que choca dos veces con el mismo obstáculo, yo digo que los cubanos chocamos más de una docena………”. (3)

Cuba, La Historia y el autobús, no es título que vaya por gusto. Me lo sugirió una nota de María de las Nieves Galá publicada por Trabajadores del 10 de octubre del 2005(4), en la cual se hizo un análisis de los grandes perjuicios ocasionados por la política de sanciones económicas unilaterales aplicada por los Estados Unidos a la Isla, a nada menos que el servicio de transportes públicos, tanto a nivel nacional como en La Habana, donde el autobús es el principal medio de que disponen los capitalinos.

Dicho servicio es, desde antes del triunfo revolucionario de 1959, la oferta mayoritaria. La capital de Cuba nunca llegó a poseer, por ejemplo, algo como un ferrocarril metropolitano, o no se caracterizó por un predominio de opciones privadas como la tenencia de automóviles y motocicletas, si bien éstos circulan hoy en número apreciable.

Bloqueo a las ruedas se nombra la nota de Galá. Debo apuntar que en mucho se hace justicia, al señalarse las consecuencias criminales de una política norteamericana que año tras año recibe una rutinaria y aplastante condena en Naciones Unidas. Pero, como de paso, además de sugerirme un título donde la historia nacional pretende bailar con el autobús, me trajo un recuerdo.
Una noche invernal de 1996, mientras esperaba en una parada de ómnibus la quizás única oferta de la noche, coincidí con un grupo de trabajadores de un teatro, quienes a esa hora aguardaban por lo que su experiencia les decía vendría.

Intensa, placenteramente, rememoraban la supuesta felicidad transportiva de unos 80 del pasado siglo en los que Cuba recibía unos 5 mil millones de dólares anuales de ayuda soviética, y a los cuales Galá aludió implícitamente al expresar en Bloqueo a las ruedas que “Si bien en 1988 —el mejor año del transporte público en la capital, afirma la periodista— existían dos mil 700 ómnibus y se transportaban 3,4 millones de pasajeros diarios, luego del período especial las cifras se redujeron considerablemente……. Hoy existe un transporte deprimido que no supera los 700 equipos, en los cuales viajan diariamente alrededor de 600 mil personas.”

Mis acompañantes nocturnos parecían estar al borde del Nirvana mientras recordaban…….hasta que los bajé de la nube. Tercié en la conversación con un par de preguntas.

--Perdonen, ¿pero ustedes no se acuerdan de cuán pésimo era ese servicio, de que la gente viajaba colgada de las puertas y de que los ómnibus y taxis habaneros eran el pan diario de los humoristas? ¿Ustedes no se acuerdan de cómo el tema de las guaguas de La Habana – cubanismo para nombrar al autobús—le costó el cargo a más de un ministro?

La respuesta del más inspirado de los rememorantes llegó a la velocidad del rayo. Manos a la cabeza, exclamó:

--¡Compadre, para qué recordar aquello ¡

Lástima, porque ahí mismo se frustró el diálogo. Surgido de las sombras, un ómnibus se detuvo en la parada y cargó con todos, menos mi persona. No era el esperado, sino uno fantasmal que hacía camino a los demás. Quedé varado hasta la madrugada, y por lo menos aproveché el tiempo en emprender mi primera meditación sobre las misteriosas relaciones que pueden existir entre la magna Historia y el humilde autobús.

Recordando la nota de Galá, hoy siento lo mismo y pienso en lo mismo que aquella noche. Por un lado, un grupo de cubanos de a pie a quienes la llegada de un autobús fantasmal les evitó el iniciar un análisis crítico; a juzgar por la anécdota, no muy en su voluntad hacer. Por el otro, una experta periodista criolla que también eludió, quizás involuntariamente, el abordar que su referente para ilustrar sobre los daños de la política norteamericana hacia Cuba, en materia de transportes... es altamente cuestionable.

Galá hubiera hecho justicia si su apunte hubiera afirmado que 1988 fue el menos malo de los años para los transportes públicos capitalinos, no el “mejor”. Y, de ese modo, hubiera abierto el camino para una clara ubicación de en cuánta medida las vicisitudes cubanas de cualquier género se deben a lo que unos llaman bloqueo y otros embargo, y en cuánta se originan por lo que dijo Máximo Gómez, y Raúl Castro citó en sus palabras a Báez: “los cubanos no llegan, o se pasan”.

Bloqueo a las ruedas brindó amplia información sobre los esfuerzos para incrementar el número de pasajeros transportados por medios estatales, hoy constatable en un notable crecimiento de ese indicador de CALIDAD DE VIDA, a consecuencia de inversiones y de otras medidas elogiables, pero que han sido y son insuficientes para siquiera acercarse a los niveles alcanzados en los 80 del siglo pasado. Quizás, sólo quizás, el primer paso para COMENZAR A SOÑAR con una transportación pública a la altura de los indicadores de Desarrollo Humano alcanzados por Cuba, que la ponen en contradicción consigo misma.Por un lado, Primer Mundo; por el otro, Tercero sobre cuerda floja.

Prueba al canto: a partir de los números aportados por la periodista, puede llegarse a la conclusión de que los niveles de transportación de personas por servicios públicos en la capital de Cuba, a la altura del 2005, estaban por debajo de ¡1962!

Mencionar este hecho –niveles de transportación por debajo de 1962 --, invita a consideraciones. La primera de ellas es la de acabar de desterrar a los referentes nacidos de la alianza con las extintas repúblicas diz que socialistas, porque tras todos éstos subyace la verdad como un templo de que no aportaron a Cuba una economía sostenible, y mucho menos eficacia esperada en muchos sectores de la economía. Su estatismo exagerado, que la Isla copió unas veces “sin llegar” y otras más que “pasada”, parece existir en la Cuba de hoy con una persistencia que la verdad de la calle no aconseja.

Si en la tierra de José Martí se lucha por conservar y ahondar un proyecto político bajo la égida de la palabra socialismo, no puede olvidarse que la razón de ser de esa ideología es la satisfacción de las necesidades humanas. Desde la libertad individual hasta el derecho a la educación y la salud.

Así, buenas opciones para reconciliarse con la Historia, entender el presente y planear el futuro – en lo que es posible – son las de comenzar a “interpretar” a Cuba sobre la base de presupuestos internacionales y, desde la identidad criolla, saber así qué es lo logrado y de qué se carece, y qué debe hacerse de manera desprejuiciada para llegar a lo necesario. Lo otro, es abandonar nostalgias y mirarse por dentro.

Sí, la política norteamericana hacia la nación caribeña es un crimen, terrorismo incluído y plenamente documentado. Pero vale preguntarse hasta cuánto es parte de esa política el lograr que al interior de Cuba se adueñe de las mentes un síndrome de país sitiado, que en la práctica se traduce en una suerte de vicio, según el cual se despilfarran pesos y se atesoran centavos.
Quede claro: síndrome de país sitiado, donde el adversario también emplea el juego operativo de criticar con justicia para que en La Habana se interprete a la crítica como “acción enemiga”... y no se enmiende el yerro.

De paso, como de paso intencionado, súmese a ciertos burócratas del patio, erigidos en “clase en sí y para sí”. Por ahí anda un video “secreto” que ha sido visto por cientos de miles de cubanos y censurado para millones al parecer por las más elevadas instancias partidistas y gubernamentales, donde se muestran las andanzas de algunos de esos burócratas. A mi entender los más tontos, porque son los que pueden defenestrarse “desde arriba”, mínimo número respecto a los que pudieran derribarse “desde abajo”, si existiesen o se perfeccionasen los instrumentos democráticos socialistas necesarios para ello.

Cuba, la Historia y el autobús no es sólo un título. Más que todo, es una invitación para comprender cómo una determinada actitud ante el pasado puede lograr que, como dice Raúl Castro, se choque más de una docena de veces con el mismo obstáculo.

Notas:

(1) Cuba, la Historia y el autobús.InSurGente, octubre 2005.
http://www.insurgente.org/modules.php?name=Content&pa=showpage&;pid=227
(2) El tiempo en la Historia de Cuba. Manuel Moreno Fraginals, 1995 .Revista Credo # 2, publicada bajo los auspicios del Instituto Superior de Arte de La Habana y de la cual sólo existieron 3 números.
(3) Entrevista concedida a Luis Báez por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, publicada en Granma el 17 de septiembre de 1994.
(4) Bloqueo a las ruedas, María de la Nieves Galá, publicado en Trabajadores del 10 de octubre del 2005. Puede consultarse en:
http://www.trabajadores.cubaweb.cu/2005/octubre/10/index.htm

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