Una vez más de visita en La Habana, para participar en el foro de las organizaciones gremiales y sindicales de educadores en la universidad, que tuvo lugar en el contexto de Universidad 2010, Rodal explicó que la CEA se fundó —quizás con otra nomenclatura— a finales de la década de los años 20, en Montevideo, Uruguay, por lo cual es una de las organizaciones de educadores más antiguas del continente y del mundo.
Destacó que la Confederación tiene un carácter independiente; no excluye por razones ideológicas, políticas, raciales o religiosas, y agrupa a más de cuatro millones de afiliados. Precisó que está presente, prácticamente, en toda la América Latina, salvo alguna pequeña isla del Caribe, el Canadá inglés y los Estados Unidos; estos últimos se autoexcluyeron.
“En el siglo XXI la CEA constituye una expresión plena de democracia; es un espacio donde latinoamericanos y caribeños podemos llegar a acuerdos y políticas comunes en aras de defender y fortalecer la educación pública en el continente, no solo como opción de calidad, sino también de posibilidades”.
Demandas y preocupaciones en el sector siempre han existido. ¿De qué estamos hablando hoy?
“Las demandas son muy similares a las que había no hace mucho tiempo. Si miramos la década de los 90 —con la excepción de ustedes— no teníamos gobiernos que le dieran a la educación un lugar preponderante; más bien retraían presupuestos, quitaban derechos laborales.
“Esta situación ha cambiado, y de alguna manera los sistemas progresistas o de izquierda han tomado otra actitud y han logrado recuperar el salario real. Ha habido un revisar importante de las políticas neoliberales. No voy a decir que han desaparecido, pues sería exagerar, pero sí han tenido una especie de detención y, evidentemente, como se parte de parámetros muy bajos aún no hemos llegado a estándares satisfactorios.
“En la actualidad se empiezan a ver políticas de participación de los trabajadores en la toma de decisiones. Antes el proceso neoliberal, de alguna manera, colocaba al profesor como el elemento más negativo del sistema. Ahora se está consciente, amén de las reformas, de que si no existe un padre o una madre preocupados porque el hijo continúe su tarea en casa, entonces resulta muy difícil alcanzar esa correlación entre lo que se intenta enseñar y lo que se tiene como resultado”.
¿Estamos en presencia de una América Latina distinta?
“No me cabe la más mínima duda. A veces nosotros, los seres humanos, con tiempos vitales muy cortos, somos exigentes en la solución de determinadas cuestiones de la vida. Pero si miramos con otra perspectiva, nos damos cuenta de que estos cambios han empezado hace menos de diez años”.
Sin embargo, se habla también de un fortalecimiento de las izquierdas…
“Eso puede ocurrir cuando las izquierdas no entienden el valor de la unidad y sufren —lo digo con el mayor de los respetos— la enfermedad de la fragmentación, y de ver quién tiene más o menos vanguardia en tal o cual lugar, entonces no son capaces de arribar a mínimos consensos que articulen acuerdos básicos para enfrentar las políticas de la derecha. Pienso que estamos ante una América Latina bien distinta, pero con luces amarillas prendidas”.
¿Por qué aprovecha siempre estos eventos educativos en Cuba, tanto los de Pedagogía como Universidad?
“Cuba ocupa un lugar privilegiado en este sentido, aquí hay un enorme caudal de posibilidades, de intercambio, de cooperación y de aprendizaje; eso debe ser para nosotros un motor central, aparte de que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte comparte junto a nosotros el comité ejecutivo de la CEA”.