Eduardo Montes de Oca - Bohemia.-  No, estos no son meros intentos izquierdizantes de convencer del carácter histórico-concreto, perecedero, del capitalismo. O al menos de la posibilidad real, objetiva, del cambio de modo de producción y distribución, para utilizar términos que distan mucho de caducar. Comencemos reconociendo que incluso analistas occidentales como Jöern Berninger, dizque con 80 por ciento de aciertos en las predicciones económicas, aseguran sin cortapisa alguna que una auténtica debacle está por arribar.


 De acuerdo con el experto, el desastre podría ocurrir concretamente en España, cuyo modelo actual juzga obsoleto –cuando el desempleo rebase el 40 por ciento, “esto será peor que Haití”-, por lo que ha hecho acopio de víveres para un año. Sin embargo, conforme a muchos otros se trataría (o se trata) de una verdadera calamidad global. Y no hay que haber pasado por Harvard o Yale para entender la esencia. Diversos especialistas vienen denunciando, incansables, la irracionalidad de las operaciones de salvamento practicadas como ritual por el sistema transnacionalizado: las inyecciones financieras estatales al sector privado; o sea, el vitando pecado de enviar fondos públicos a las arcas de los ladrones de cuello blanco, los reyes de las finanzas, que han provocado la crisis. Aquellos que, al compás de una lógica ineluctable, continuarán acentuando la catástrofe, con las ansias desmedidas de maximizar la riqueza propia.

Hace poco, el cubano José Luis Rodríguez aseveraba en voz alta que, de continuar esta manipulación, podemos estar al borde de un nuevo ciclo irracional. Y se preguntaba retóricamente quiénes serían los principales perdedores si estallara un nuevo terremoto económico financiero. Retóricamente, sí, porque por supuesto que Rodríguez sabe quiénes llevarán la cruz, como clonados Cristos camino del Gólgota. No en balde -y son datos tomados un tanto al desgaire- los barrios miserables crecen en ciudades de todo el mundo y albergan a un récord de 827,6 millones de personas, según informe de la ONU… No por gusto el costo humano de la recesión se dispara en Estados Unidos, donde en los últimos seis meses se computan otros 6,3 millones de desempleados, la cifra más alta desde que comenzaron las estadísticas, en 1948.

No en vano, como señala lapidariamente IAR Noticias, “más allá de ser socios complementarios en la depredación del planeta, EE.UU. y la UE, sus bancos y corporaciones empresariales, mantienen una guerra intercapitalista permanente por el control de los mercados. Esa competencia interna tuvo un particular punto de inflexión con la crisis fiscal de la eurozona y el avance del dólar sobre el euro en los últimos días. El proyecto de creación de un fondo monetario europeo responde a esa guerra”. Como a ella podría deberse el hecho de que, a pesar de los pesares, la venta internacional de armas haya aumentado nada menos que ¡22 por ciento! en el quinquenio. Y que USA, potencia en manifiesto declive, se lleve las palmas, con el 30 por ciento de las exportaciones.

Pero que conste: el peligro de conflagración no pende exclusivamente sobre un orbe ya más que esquilmado por las metrópolis. O sobre Norteamérica y Europa. Observadores de tino tienen en cuenta también las últimas bravuconadas gringas contra potencias emergentes como China, de la que el stablishment teme ocupe la vanguardia en esa carrera de resistencia que semeja la historia. ¿Recuerdan, por ejemplo, que hace muy poco la Casa Blanca anunció la venta de armas a la separatista Taiwán?

Ahora, sinceramente, no creo que la amenaza pase a mayores en breve lapso. Porque, según afirman diversos entendidos, el Tío Sam no conseguiría ya prescindir de una nación que, a juzgar por plausibles vaticinios, pronto desplazará a Japón como segunda economía planetaria, y ya es el primer exportador universal, tras desbancar del sitial de honor a Alemania, merced a un crecimiento sostenido, desde hace no menos de 25 años.

Como se reseña en el sitio digital Rebelión, en el período ascendente del ciclo China ha representado para EE.UU. la más importante fuente de acumulación de capitales productivos (la mitad de las grandes corporaciones instaladas en aquel país son norteamericanas), el financista fundamental del consumo (en mayo pasado llegó a cumular 800 mil millones de dólares en bonos del Tesoro), y “cumplió el papel de principal proveedor de la demanda originada en el consumo americano, con una política exportadora agresiva (de bajos precios, con lo que ayudó a contener la inflación mundial), combinada con el desarrollo de su mercado interno y grandes obras viales y edilicias (por lo tanto también principal importador de acero, granos, cemento, cobre…)”.

¿A la larga? Bueno, tal vez no anden tan descaminados quienes, en lo individual, se dedican a acopiar víveres… Pero ¿solo para un año?

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