Lídice Valenzuela, veterana periodista cubana de medios como Prensa Latina y Granma, corresponsal en varios países de América latina y Europa y profesora de técnicas periodísticas en la Universidad de La Habana, tiene el honor de haber sido la única peridista de la Isla que ha podido entrevistar en profundidad a Gabriel García Márquez, de quien nos cuenta interesantes anécdotas. Su libro `Un paseo con Gabriel García Márquez´ ha sido recientemente publicado por la editorial Icaria, ubicada en Barcelona. Hablamos en La Habana, además, de cambios en la prensa cubana y del papel de las mujeres en el periodismo de la Isla. Equipo: Patricia Moncada, Javier Garijo y José Manzaneda.

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- Qué se encuentran lectores y lectoras en este sugerente libro?

- El libro es un paseo con Gabriel a través del Caribe colombiano, un recorrido por las zonas donde él, de joven, encontró la génesis de sus personajes. Me fui a pasear con él, a ver a toda la gente que él vio, a ver su familia. Pude hablar con su madre, sus hermanos, primos, compañeros de andanzas.

Tú sabes que Gabriel era un amante loco del ballenato. Estuve con músicos ballenatos que cantaban el espíritu real que él captó para sus libros, con su magisterio y talento, con esa capacidad de asombrar que tuvo.

Cuando de joven leí “Cien años de soledad”, me decía intrigada: esos lugares tienen que existir, tienen que estar en algún lugar, quizá en las aguas del Río Magdalena, en la Sierra de Santa Marta, en Cartagena de Indias, eso tiene que estar... en el Caribe. Por eso se sentía tan bien en Cuba, porque era Caribe.

- Tienes el honor de ser la única periodista cubana que ha podido entrevistar en profundidad a Gabriel García Márquez. Una persona conocida por huir de las entrevistas...

- Fue una cuestión de suerte, de empatía entre colegas. Y de un hombre de una sencillez extraordinaria. Porque el que conoció a Gabriel sabe que nunca dejó de ser un hombre pobre, a pesar del dinero y la fama que tenía, y era, ante todo, un periodista solidario con sus colegas. Nos encontramos por pura casualidad, nos presentaron y surgió la conversación. Alguien dijo entonces –no salió de mí, yo sabía que no daba entrevistas–: ¿por qué no le haces una entrevista a Gabriel García Márquez? Y él me miró y me dijo. ¿porqué no? Yo, encantada: ¿cuándo? Mañana, me respondió. Y “mañana” se convirtió en varias noches de trabajo en su casa.

En mi entrevista el objetivo fundamentalmente era la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, con sede en Cuba, de la que él era fundador y acababa de tomar la presidencia. Pero también pude adentrarme en el ser humano, en la persona extraordinariamente sencilla y sensible, lleno de anécdotas. Una mañana que llegué a su casa empezamos a conversar y, de pronto me dice: “¿no sientes olor a mar?” Era que estaban poniendo en la radio cubana “Marea baja”. Él ya estaba montado en su imaginación y ya estaba oliendo mar. Porque siempre llevaba consigo el mar Caribe, lo acompañaba igual que el ballenato, en cualquier lugar que estuviera en el mundo.

- Gabriel García Márquez fue un gran amigo de Cuba y Fidel. Sin embargo, en los primeros años de la Revolución, allá por 1961, tuvo un cierto encontronazo con la agencia Prensa Latina. Cuéntanos cómo ocurrió aquello, y cómo pudo superarlo en base a la amistad que tuvo siempre con la Revolución cubana.

- Mucha gente se ha preguntado cómo es posible que Gabriel García Márquez me diera una entrevista a mí, siendo yo periodista de Prensa Latina. Cuando la agencia se funda, vinieron muchos jóvenes latinoamericanos a formar parte de su personal. Entre la gente que dejó todo para apoyar al fundador Ricardo Masetti, estuvo Gabriel. Primero trabajó en la oficina de Colombia y después lo enviaron a la corresponsalía de Nueva York, con su familia. Eran años muy convulsos, en los comienzos de la Revolución. No fue sólo Gabriel el que tuvo una ruptura con Prensa Latina. Entró en la agencia un equipo de dirigentes muy sectarios y Gabriel y otros fueron despedidos. Él pasó entonces momentos muy amargos en Nueva York. Y dijo que con Prensa Latina no quería hablar nunca más.

Algo que no tiene absolutamente nada que ver ni con su solidaridad con Cuba, ni con su amistad no sólo con Fidel, sino con otros dirigentes del Gobierno cubano. Fidel fue quien, posteriormente, hizo realidad su sueño de crear en Cuba la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y la Escuela de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Y él ayudó mucho a Cuba en todos los sentidos, con su pluma, su presencia, su prestigio.

- Como periodista veterana, que ha trabajado en medios como Prensa Latina o «Granma», ¿qué cambios aprecias en la prensa cubana en estos años?

- Los periodistas cubanos –y eso se discute en nuestra Unión de Periodistas de Cuba– tenemos grandes preocupaciones. A pesar del llamamiento que hizo el presidente cubano Raúl Castro de que había que terminar con el secretismo, que todo se publicara, se dijera, realmente aún no es así. Y no es así, a veces, porque te cierran las fuentes, que es uno de los graves problemas que tenemos para poder realizar trabajos de investigación profunda. Porque los periodistas, durante muchísimos años, hemos estado autocensurados, porque sabíamos que un trabajo de denuncia no era publicable.

Ahora, yo observo que hay un gran grupo de periodistas, sobre todo jóvenes, que están tratando de hacer un periodismo que es el que el pueblo quiere. Un periodismo más profundo, más investigativo, más revolucionario, que diga toda la verdad. Se hacen experimentos como la sección del Noticiero de Televisión “Cuba Dice”, donde el pueblo hace una especie de catarsis.

En algunas provincias del interior, sobre todo las orientales, hay programas de radio donde van dirigentes del Gobierno y secretarios del Partido y dialogan con la población. Pero aquí, a nivel central, nacional, no conseguimos entrevistar a un ministro, que profundice, que no haya que esperar a que rinda cuentas ante la Asamblea Nacional para escucharle.

Creo que lo más importante es el cambio de mentalidad que sí se está operando entre los jóvenes periodistas. Soy profesora de Técnicas Periodísticas y ahora los estudiantes son más inquisitorios. Hay un espíritu de mayor combatividad en la juventud. Yo creo que teniendo en cuenta eso, el periodismo cubano tiene que tomar su camino, que es difícil. No es un problema de la Dirección Central del país, que sí quiere. Pero hay manos agazapadas que no dejan que se materialice lo que se pretende en el periodismo nacional.

- ¿Es cierto que hoy la mayor parte de la profesión periodística en Cuba está ejercida por mujeres?

- Así es. Y en la universidad hay más mujeres que hombres. Ya lo mismo hay una muchacha corresponsal de guerra, una que está en Haití por el terremoto, que hay una metida aquí entre los surcos. No hay ninguna diferencia en las responsabilidades, y lo que prima es el talento. La mujer periodista, creo, es más inquisitiva, y va más a la profundidad del problema. Tenemos, por ejemplo, una joven comentarista internacional “de rechupete”, Cristina Escobar, bien informada y documentada, que explica muy bien al pueblo lo que está pasando en cualquier lugar.

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