Lorenzo Gonzalo (Foto Virgilio PONCE) - Cubainformación.- Artistas de Cuba, viajan últimamente a Estados Unidos con más frecuencia. Lo más destacado no es que visiten ese país sino que regresan al suyo. La prensa encargada de desacreditar a Cuba, para servir los intereses de la política exterior estadounidense, apuestan siempre que el artista no regresará y de hecho, nunca destaca su regreso, que es lo que usualmente sucede. La prensa prefiere que se queden porque cuando esto sucede dejan la maligna insinuación en la noticia, que todos los artistas cubanos se quedan. Viajes de esta naturaleza son asumidos como cosa rutinaria y natural por personas de todas las nacionalidades, excepto cuando viven bajo la influencia de esas desinformaciones. Esto es lo que sucede con las personas que viven en Miami.


De hecho, los artistas cubanos han estado viajando con bastante frecuencia alrededor del mundo desde el derrumbe el Bloque Soviético. Incluso a Estados Unidos viajaron en los años noventa bajo disposiciones estadounidenses basadas en la política del intercambio cultural, claramente establecido en la letra de la llamada Ley Torricelli. Todas las medidas que se aprueban en Estados Unidos referentes a Cuba, tienen por base desestabilizar al Estado cubano. La Ley Torricelli fue aprobada con el criterio de que el intercambio cultural entre ambos países, eventualmente produciría un resquebrajamiento de los valores sociales básicos que hacen posible la permanencia de ese Estado. Ni un solo paso ha sido dado por Estados Unidos que no lleve implícito el derrocamiento del gobierno cubano.

Aunque los viajes artísticos de los años noventa a Estados Unidos no fueron muy voluminosos, las presentaciones de los artistas cubanos en Europa, América del Sur y el Caribe, aumentaron.

Con la llegada de Obama esa tendencia de viajar, de músicos, personas de la cultura y académicos, se ha incrementado. A pesar inclusive, de existir fuertes limitaciones establecidas por un conjunto de leyes draconianas, regulando las cantidades de dinero que cada cual puede llevarse a su regreso. O sea, técnicamente los artistas pueden cobrar pero no pueden llevarse el dinero consigo.

Ninguna de las disposiciones de Estados Unidos, relacionadas con Cuba, aun cuando muchas aparentan buscar un relajamiento de las relaciones, está exenta de trampas y limitaciones. En cincuenta años no se han dado pasos trasparentes por parte de Estados Unidos, orientados realmente a normalizar las relaciones de los dos países. En todos ellos, está implícito el capricho de un cambio de gobierno en la Isla, sin importar que tenga el grado de criminalidad de Sudán, el nepotismo del gobierno de Kuwait o los desmanes que se comenten en las Islas Marshall. La única salvedad para establecer relaciones es la presencia de partidos políticos, con autorización de que existan empresas privadas, sujetas a un mínimo de restricciones. En esto consiste la reclamación estadounidense al gobierno cubano sobre un supuesto respeto de los derechos humanos. Los demás derechos al parecer, quizás los consideren menos humanos, o al menos de menor importancia.

A pesar de todo esto, los artistas han incrementado sus viajes a Estados Unidos y luego se regresan como cualquier otro artista de cualquier otro país.

La prensa no destaca esta normalidad, en cambio, los acosan al llegar, con preguntas de contenido político, que a ningún otro hacen. Sobre todo no destacan el hecho de que muchos de esos artistas, tienen criterios divergentes del gobierno cubano. Esa misma prensa se pasa el tiempo señalando que no existe libertad de opinión en Cuba y diciendo que el gobierno reprime las opiniones contrarias a sus prácticas y prédicas. Cuando llegan a Estados Unidos y logran arrancarles alguno de estos criterios, los anuncian a bombo y platillo, como la gran noticia, sin destacar que la verdadera información es que regresan a la Isla, donde hacen la vida normal de cualquier otro ciudadano y donde nada les sucede, aun cuando continúan con sus criterios y hacen las mismas declaraciones a los medios.

Recientemente visitó Miami el cantoautor Carlos Varela. Al llegar lo primero que hicieron fue preguntarle por las Damas de Blanco y la muerte de Orlando Zapata, el preso cubano que decidió suicidarse por inanición.

El señor Varela dijo que estaba de acuerdo en que se les permitiera marchar a las señoras vestidas de blanco que reclaman la libertad de sus maridos en Cuba. Respecto a Zapata dijo que debía escucharse a cualquier persona que se declare en huelga de hambre por una causa. Son sus opiniones. Podríamos decir que pocos se opondrían a que determinados cónyuges reclamen la libertad de sus esposos, sin importar las razones por las cuales fueron condenados. Aunque en este caso, se trata de personas que se prestaron a aceptar ayudas del gobierno de Estados Unidos para realizar tareas contrarias al gobierno cubano. Este delito en toda Europa, en Estados Unidos y en la mayoría de los países se condena como traición o en el menor de los casos por servir como agente de un tercer país. Pero las esposas hacen bien en reclamar la reducción de las condenas de sus esposos y que sean puestos en libertad. Respecto a escuchar a un huelguista de hambre es más relativo, aunque esto no excluye que se le de determinada atención. Todo indica que Cuba se la dio.

Pero al margen del juego de opiniones que pueda existir alrededor de ambos temas, lo importante es que Varela es una persona con sus criterios y Cuba un país que, como el resto de los más avanzados políticamente, se los respeta y se los toma en cuenta. Así de simple. Pero no es con esa simpleza que la prensa actúa cuando se trata de Cuba.

En un acto de mayor responsabilidad, la prensa debería destacar esos aspectos. Precisamente se trata de informar y de contribuir a soluciones objetivas y factibles, dentro del marco de las diferencias políticas existentes entre Estados Unidos y Cuba. Para lograr esto la prensa debe desandar lo andado. Habría que preguntarse, si se atreverá en un futuro a realizar semejante recomposición. Es una pregunta. La respuesta está en manos de terceros. Últimamente hay destellos de objetivismo en este sentido. Sería bueno porque de esa manera se hace honor a la verdad.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EEUU y subdirector de Radio Miami

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