Aracely Rodríguez Malagón. Especial para SEMlac Cuba.- Cuando se aborda el tema de las mujeres, y de los múltiples dilemas por los que ellas atraviesan, se debe tener en cuenta a qué tipo de mujer estamos haciendo referencia, pues sus realidades no son únicas, ni similares, aún cuando estemos abordando temas comunes como el de la autoestima y su reflejo en los medios de comunicación.


El análisis sobre este asunto debe ser múltiple, diverso, en tanto en él influyen la raza, la clase social, la orientación sexual, el contexto en que la mujer vive, entre otros factores determinantes. Aunque las situaciones en torno a la autoestima sean expresadas a través del arte, de la producción audiovisual, del cine o del humor, no podemos quedarnos en el análisis superficial de la problemática, como ocurrió durante la proyección televisiva de la película Desmelenada[1], el pasado 16 de marzo, en el espacio Espectador Crítico del Canal Educativo.

La cinta presenta a Violet Jones, una mujer negra que lleva, aparentemente, una vida de ensueño, con un trabajo y un novio perfectos. Sin embargo, un día sufre un incidente en la peluquería y se da cuenta de que la vida que llevaba no era en realidad la que quería vivir. Así, cuando a esta publicista exigente y controladora le rompen el corazón y tiene problemas en su trabajo, decide embarcarse en un viaje de autoreconocimiento que comienza con un cambio de pelo radical.

A pesar de que Desmelenada presenta un discurso visual enriquecedor, novedoso, educativo y actual -y aborda temas directamente vinculados con la autoestima femenina de las mujeres negras-, el análisis del especialista en siquiatría invitado al programa quedó reducido a calificar la cinta como “una comedia que aborda el drama de los conflictos de autoestima de cualquier mujer”.

Sin embargo, el filme va mucho más allá de ese simple enunciado. Así, revela la problemática de la baja autoestima de una mujer, en este caso negra, inducida por la crianza de su madre en respuesta -o defensa- a los estereotipos raciales presentes en la sociedad, siempre con el objetivo de que su hija llegue a ser una “mujer de éxito”. Uno de los elementos que atraviesa toda la película, por ejemplo, es el de cómo llevar el cabello afro, dilema derivado de un estereotipo subalterno de la cultura[2], que se convierte en desafío persistente en las experiencias de vida de muchas mujeres negras, también en Cuba. Nada de esto fue comentado, ni por el siquiatra, ni por la conductora del programa televisivo.

En Desmelenada, el análisis de la autoestima de la protagonista está estrechamente ligado a la raza. No se trata, por tanto, “de la falta de autoestima de cualquier mujer”, sino de los conflictos que enfrenta una mujer negra con su pelo y su entorno; definidos por el modelo “de éxito” que se le ha impuesto desde la cultura y la sociedad.

Históricamente, las mujeres negras han vivido historias múltiples de dominación y de opresión y el cabello ha sido una constante para la degradación y la humillación. Lacear su cabello afro ha sido estrategia recurrente para responder a los cánones de belleza que exige la sociedad. No por gusto, entonces, los problemas de la protagonista de la cinta empiezan en una peluquería, algo que fue ignorado en el análisis.

Cualquier televidente que escuchara el comentario previo a la proyección de la película en Espectador crítico, sin tener conocimiento de los antecedentes, quizás pensó que se trataba de una comedia banal, un drama más de una mujer y su autoestima, al uso de muchas de esas películas que abundan en la televisión y el cine estadounidense. Pero no es así. Analizando cuidadosamente los elementos mujer-raza-estereotipos, Desmelenada resulta un excelente ejemplo de la particular desvalorización por la cuál atraviesan las mujeres negras a causa de su cabello y que las afectan, a veces, para toda la vida.

Para las mujeres negras el cabello marca la diferencia de sus vidas desde la infancia. Son educadas bajo el concepto de que hay que alisarlo para ser más bellas, se les siembra el temor a no ser aceptadas como mujeres si lo llevan natural y ello se convierte en un problema existencial. El cabello viene siendo un medidor del éxito y alisarlo es un ejercicio impuesto por la colonialidad y evidente en todos los ámbitos la sociedad: escuelas, centros laborales, medios de comunicación -que ejercen una de las mayores influencias en la naturalización del estereotipo-; todo en correspondencia con un sistema de dominación que exige la forma en que se debe llevar el cabello, para que estas mujeres seas totalmente aceptadas o alcancen el éxito.

Las familias no escapan a esta mirada y los hombres, en particular, desde una visión muy androcéntrica, promueven la percepción de que mujer con cabello lacio y suelto equivale a sensualidad.

Por si fuera poco, Desmelenada también alude a la sublevación, a la ruptura del estereotipo. En una excelente escena, muy simbólica, la protagonista se pasa la máquina de pelar ante el espejo, se despoja de toda imposición para aceptarse a sí misma tal y como es. Así, con este acto de rebelión, contrapone su belleza negra natural a un mundo “de éxito”, de mercado competitivo y, por primera vez, se complace a sí misma y emplaza a la sociedad y a sus códigos.

A las cosas hay que llamarlas por su nombre y eso no tiene nada que ver con el temor a ser tildado o tildada de racista. Las mujeres negras, en su gran mayoría, no se estiran el pelo para sentirse blancas, sino para ser aceptadas como mujeres, porque así lo exigía y aun lo exige la sociedad. La periodista y especialista Gladys Egües Cantero asegura que esta práctica es consecuencia de un pasado donde “el pelo natural era un atraso: cosas de negras, ante la belleza eurocéntrica considerada ideal y adelanto”[3]. No hay que dudar, entonces, para decir que la película es una comedia que expresa la historia de una mujer negra con problemas de autoestima a partir de su cabello afro, porque esta puede ser y es de seguro, la historia de cualquier mujer negra en Cuba o en cualquier parte del mundo, salvando las distancias de contextos.

El filme pone al descubierto el racismo estético y resulta una reivindicación de las llamadas her-story (historia de las mujeres negras como forma de reclamar una narrativa propia). En ella se demuestra, otra vez, como el pelo es parte de las dominaciones, subvaloraciones y del abanico opresivo que desde la niñez sufren estas mujeres. Ninguna mujer está ajena a la imposición de los códigos eurocentristas que rigen los cánones de belleza actual, pero en las personas negras, el cabello afro, llamado despectivamente “pelo malo, pelo duro, pasa”, etcétera se convierte en medidor de la aceptación. A través de esta comedia se deconstruye el canon de belleza blanco impuesto y se reconstruye la belleza del cabello afro desde la identidad de una mujer negra y con éxito, que llega a su autoreconocimiento.

Lacearse el pelo no es solo un proceso de belleza como teñirlo, pintar las uñas o ponerse los rulos. Como expresa Bell Hooks es “un ritual de la cultura de las mujeres negras”[4]para las que, en muchas ocasiones, representa la llave del acceso al mercado laboral, la aceptación en los centro educativos y por parte de sus colectivos laborales o estudiantiles. Por tanto, el pelo laceado o estirado sigue siendo un requisito esencial para alcanzar la cima.

Esto queda naturalizado, por ejemplo, en no pocos reglamentos escolares[5], donde se expresa que la niña o niño debe peinarse, ir de manera “adecuada”, pero la concepción de esa “manera adecuada” pasa por el estereotipo y muchas veces se exige a las niñas negras que no tengan “las pasas paradas”.

Me vienen muchas historias a la mente, pero solo pondré un ejemplo. En una ocasión, la ex rectora de una Universidad de Ciencias Pedagógicas cubana, dirigiéndose a las profesoras que aistirían a un Congreso de Pedagogía, expresó: “la que quiera ir al Congreso tiene que ir de traje y con el pelo bien alisado si no, que aquí ni se presente”.

En el espacio de Espectador crítico del pasado 16 de marzo se perdió la oportunidad de reflexionar y dialogar con las personas sobre asuntos tan importantes como este, que nos atañe a todas y todos en la meta por lograr una sociedad más justa y equitativa. Sería un insulto a la inteligencia de la teleaudiencia pensar que no se dieron cuenta de la verdadera idea central de la película, solo que la evadieron innecesariamente. Por suerte, la película detalla muy bien las experiencias de vida desde la subvaloración en la familia; las metas y la sociedad con respecto a estas mujeres. Una vez más, a las cosas hay que llamarlas por su nombre.

[1] 1Desmelenada (2018): Película original de la plataforma Netflix, basada en la novela escrita por Trisha R. Thomas. Haifa Al- Mansour (Wadja.

[2] Torres Zurbano Roberto: Conferencia inaugural ¨Quemando la pasa alis(t)ando las ideas¨ en Casa de África(2019) como parte del ¨Lo llevamos Rezo¨ en conjunto con el proyecto detrás del muro la bienal de la Habana.

[3]Egües Cantero, G. (s/f): Conferencia “El Pelo, el pelo, el Pelo… ¿ Por dónde van los caminos de la asimilación, el proceso evolutivo del consumo y las maneras de apropiación?”. (Notas tomadas por la autora).

[4]Hooks, B. (2005) : “Alisando nuestro pelo”. En: La Gaceta de Cuba, enero-febrero, pág. 70-73.

[5] Benavidez Y. (2019) Conferencia “El cabello en los Reglamentos escolares. Trenzando Identidades” Casa del África.

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