Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Hace pocos días, en Cuba y el Capital ¿nacional?, pregunté: “¿Será que he interpretado erróneamente que la intención de ayudar a lo que asume el principal inquilino de la Casa Blanca como sociedad civil, en específico a lo que denominamos en la Isla Cuentapropismo, se proyecta diametralmente opuesto a invertir en la Empresa estatal cubana en franco proceso de perfeccionamiento, la misma que es responsable del sistema socio-económico que ha garantizado/garantizará cada vez más el bienestar de la mayoría de cubanos/as?” —las negritas son de ahora. En este momento, me dispongo a complementar esta inquietud, grosso modo.


Significo que en ese título traté de compartir con mis lectores/as de manera implícita cómo la percepción que tiene Washington sobre el concepto de sociedad civil en Cuba está asociada a todo lo que sea independiente de nuestro , es decir al margen del protagonismo de millones de cubanos/as que en más de cinco décadas y media hemos acompañado activamente a la Revolución en el Caimán Verde, con sus parabienes, limitaciones y errores propios de quienes comenzamos una obra con claridad de brújula pero carentes de vivencias prácticas que, en última instancia, despejan el camino y abren la posibilidad de ahuyentar la pifia.

Asimismo, que no recuerdo que en mis años de estudiante universitario (segunda mitad de la década del setenta del siglo XX) hubiéramos abordado algo parecido al concepto de marras. No obstante, a mi mente llega que, justo cuando comenzó el proceso de derrumbe del socialismo al estilo de la ex Unión Soviética, en Cuba comenzó a emplearse el término de sociedad civil como un elemento disociado del Gobierno Revolucionario, con un complemento indefectible: me refiero a una concepción de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que en rigor quería indicar Antigubernamentales.

Al respecto, enriquecí mis conocimientos con un Postgrado que cursé en mi natal Camagüey con el Profesor Miguel Limia, a mediados de los noventa, y con las Conferencias que recibí posteriormente impartidas por la Profesora Isabel Monal, a principios de este siglo; al tiempo que escribí mi primer acercamiento al tema en un Boletín que publicaba la Escuela Provincial del Partido Comunista de Cuba “Cándido González Morales” donde laboré unos 25 años, en mi territorio de origen. Desde entonces, indago por mi cuenta y le doy seguimiento al asunto en cuestión.

Así, puedo resaltar que mientras que la Sociedad Civil en Cuba generalmente se identifica con las  más de 2 200 organizaciones sociales y de masas, científicas y técnicas, culturales y artísticas, deportivas, de amistad y de solidaridad que funcionan en virtud de la Ley de Asociaciones (Ley 54) al amparo de la Constitución cubana; a tal sociedad específicamente se le trata de homologar con las agrupaciones contrarrevolucionarias que actúan bajo indicaciones de la Casa Blanca con distintas denominaciones y no sé cuantos líderes, como es el caso de Guillermo (des) 'Coco' Fariñas.

Pienso que ese intento de homologar tiene su base en que internacionalmente se entiende que la sociedad civil refleja la diversidad de personas que generalmente operan de manera colectiva; involucra a ciudadanos/as  que actúan conjuntamente en una esfera pública para expresar sus intereses, pasiones e ideas; y procede como representación de sujetos para tomar decisiones en el ámbito público, considerando a todo individuo que se halla fuera de las estructuras gubernamentales —las negritas son mías. Quizás por ello es que el término resulta recurrente en el discurso político de actores que suelen estar contrapuestos, y concretamente le ha venido/le viene/le vendrá como anillo al dedo al accionar pasado/presente/futuro de la administración gringa contra la inmensa mayoría del pueblo cubano.

Por mi parte, prefiero andar a la luz de Marx y sus Tesis sobre Feuerbach, particularmente a tono con la que expresa: “[X] El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad “civil”; el del nuevo materialismo, la sociedad humana o la humanidad socializada”, para aludir que el Socialismo que construimos cubanas y cubanos va dirigido a alcanzar la armonía Persona-Sociedad-Naturaleza, en contraposición de las proyecciones del Águila Imperial —las negritas son mías.

Por tanto, en el tema Cuba y la denominada sociedad civil, al tiempo que destaco que hemos de distinguir cuál ha de ser nuestro futuro y la pretensión de la “disidencia” Made in USA, doy mi voto porque nuestro quehacer vigorice más y más la en todo el archipiélago nacional, y advierto que en la perspectiva de las relaciones Cuba-Estados Unidos de América será reforzado el discernimiento que al respecto hace el Norte del Estrecho de la Florida cuyo adelanto se localiza en cómo han sido activados agentes del Carril II y en la posición norteamericana en ocasión de la recién finalizada ronda de conversaciones entre ambos Estados.

 

 

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