Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Leí con detenimiento Cuba, ¿hasta cuándo durará su esencia de antimperialismo norteamericano? firmado por Aníbal Garzón, quien expone que podemos “sufrir una crisis existencial si su discurso antimperialista norteamericano es suprimido rápidamente por el nuevo contexto de relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Cuba, y es más que necesario construir un discurso actual más acorde a las nuevas condiciones, sin nunca olvidar la memoria histórica y también la persistencia de las relaciones entre centro y periferias, para que no pierda la Revolución su razón de ser” —las negritas son mías. Ello motiva este trabajo.


Ante todo, significo que en el plano de las actuales relaciones La Habana-Washington persiste un problema de fondo que está condicionando con crece los vínculos Cuba-EEUU: me refiero a la criminal Guerra Económica que le ha costado a mi pueblo innumerables sufrimienos, como evidenció el Canciller cubano Bruno Rodríguez este 27 de Ocubre, oportunidad en la que la Asamblea General de las Naciones Unidas nos dio una vez más un respaldo casi unánime reflejado en los 191 votos a favor que recibió la Resolución contra el Bloqueo por solo dos en contra (Estados Unidos de América e Israel —en un total de 193 integrantes que tiene ese foro mundial; todo un record.

En tal sentido, no le prestaré mucha atención a la opinión que brindó el Editorial de El Nuevo Herald “Una oportunidad perdida en la ONU” según el cual nosotros, en vez de “destacar el proceso de deshielo entre ambas naciones”, hicimos énfasis “en lo mismo de siempre: los supuestos daños causados a la economía y al pueblo de la isla por el llamado 'bloqueo', el embargo instaurado en 1962” —las negritas son mías: como si no existiera Noemí, la niña cubana enferma de cáncer cuyo nombre retumbó este martes en la ONU. Apenas resalto que así estamos en presencia de la percepción de este vocero de lo peor de la comunidad cubana residente al Norte del Estrecho de la Florida y sus amos yanquis que le paga.

No obstante, le llamo la atención a mis lectores/as acerca de lo que manifestó Ronald Godard, representante de EEUU en Naciones Unidas, en la ocasión de marras y por la obvia voluntdad de la Casa Blanca, a saber: “Lamentamos que Cuba no ha reflejado el espíritu de la cooperación de EE.UU. y de Barack Obama. No apoyamos la resolución”. De aquí, un par de preguntas: ¿Serán tales palabras, por inconsistentes, una revelación de la esencia de su Administración hacia la Mayor de las Antillas, toda vez que tratan de encubrir que el propósito de su Gobierno es que nosotros admitamos sencillamente su postura tendiente a desmontar la Revolución Cubana? De lo contrario, ¿por qué hace unos días aplicaron una multa de 1 116 millones de dólares al banco francés Credit Agricole, por realizar transacciones con Cuba y otros Estados? He aquí muestra del desprecio por el pueblo cubano y una razón más de cara a una vertiente de nuestro Antimperialismo. Abundo, brevemente.

Realmente, no presenciamos el momento más gris de las relaciones Cuba-EEUU. En este instante recuerdo los días gloriosos y difíciles de la Crisis de Octubre; estamos muy distantes de aquella tragedia que pudo devenir infierno para las dos naciones y a escala internacional. Ello puede amparar la idea de que “es más que necesario construir un discurso actual más acorde a las nuevas condiciones”, pero “sin nunca olvidar la memoria histórica y también la persistencia de las relaciones entre centro y periferias”. O sea, estamos en presencia de por lo menos dos elementos de juicio que alertan cuál debe ser la potura correcta del Caimán Verde ante el Águila Imperial y sus semejantes.

En consecuencia, subrayo que el Ejecutivo de Washington, en su comportamiento hacia otros países —todavía más si son de la periferia (¿atrasados?), un término peyorativo—, es idéntico al de Bruselas y similares: en última instancia, siempre trata de imponer los intereses del Capitalismo monopolista de Estado en detrimento de pueblos de otras latitudes, aunque asimismo llegue a afectar a las grandes masas de su propia nación. Así es desde finales del Siglo XIX-principios del XX. Jamás debemos olvidar cómo EEUU intervino en la Guerra entre Cuba y España en 1898, justo cuando nuestro pueblo estaba a punto de darle un puntapié al colonialismo de Madrid.

En este contexto, si aceptamos que históricamente ha sido un eje del Gobierno Revolucionario de nuestra Patria tanto la lucha para construir un mejor modo de vida para los cubanos/as como la defensa de las agresiones foráneas desde la perspectiva del Antimperialismo —sin descartar que es un Principio presente en la Constitución de la Repúbica de Cuba, igual que el Internacionalismo; entonces resulta comprensible la actitud de condena al Gran Capital como un asunto de Soberanía nacional y, a la vez, de Solidaridad con las naciones del Tercer Mundo.

 

 

 

 

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