Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Muchas veces me he visto en la necesidad de recurrir al tema en causa tanto con mis lectores/as como con mis estudiantes y colegas. Particularmente, recuerdo que hace quince meses abordé Cuba: Partido dirigente y Democracia —entonces, reflejé un contrapunteo antagónico. Y ahora, comporto con usted este asunto motivado por la lectura que realicé del título Democracia socialista a cargo de Harold Cárdenas Lema —al respecto, manifiesto un ángulo complementario.


Debo confesar que a esta altura, estoy cada vez más convencido de la pertinencia de delimitar los contornos del concepto a utilizar o sea, definir su operacionalidad conceptual. Es que la experiencia me confirma que ello reduce obstáculos en el mensaje a trasmitir y, por ende, evita interpretaciones ajenas a la que se precisa/desea compartir. Así, puntualizo:

Entiendo por Democracia al proceso que tiene como punto óptico procurar y/o sostener el Poder político por parte de las masas populares en contra de las minorías que oprimen y discriminan en diversas esferas de la sociedad (económica, cultural…) y/o pretende reestablecer el avasallamiento y la exclusión de las mayorías; que está conducido por una Vanguardia surgida de las entrañas del ciudadano/a nacional y, al propio tiempo, exhibe una postura/contacto directo y sistemático con las personas en aras de conjuntamente satisfacer sus necesidades materiales y espirituales; y que su concreción tiene por eje central la búsqueda constante del mejoramiento humano a través de la edificación del consenso entre los sujetos participantes/decisores del acontecer fundamental de la nación, en la perspectiva de las diferentes manifestaciones de lucha de clases y de acuerdo con el contexto en que se desarrolla todo el proceso en cuestión. Es el Poder del pueblo, a tono con su etimología.

Con este presupuesto, adelanto que advierto que el razonamiento de Harold en el título de marras tiende a perfeccionar la construcción del Socialismo en Cuba —democrático, por naturaleza. Mas, igualmente anticipo que con esta afirmación desdigo que me resulte dispensable abordar algunos matices de su discurso en la ocasión. Me explico, grosso modo.

Por ejemplo, es muy relativo expresar: “[…] todavía hoy enseñamos al dedillo la absurda teoría soviética que esquematizó los procesos históricos en cinco períodos inamovibles. Todavía en las universidades la asignatura básica de filosofía para los estudiantes se llama Marxismo-Leninismo, término creado por Stalin para excluir el pensamiento marxista occidental. En este país es tan difícil cambiar nada que ni siquiera nuestra propia teoría ha logrado abrirse paso”.

En mi condición de integrante del Departamento de Marxismo-Leninismo de la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz”, puedo/debo acreditar que la “absurda teoría soviética” —admito la expresión en sentido peyorativo, obviando aspectos positivos— desde hace un tiempo nada despreciable es marginada y en su lugar se acude más y más a Marx, Engels y Lenin, así como a José Martí, Fidel Castro y otros tantos pensadores/as universales —incluyo a Rosa Luxemburgo — y cubanos/as de ayer y de hoy; al paso que, además de Filosofía, impartimos Economía Política, Teoría Socio-Política y Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Me consta que es así en la generalidad de las Universidades de la Mayor de las Antillas, con sus peculiaridades en las de Ciencias Médicas.

Acepto, empero, que estamos distantes de lo mejor que ha de hacerse en este orden de ideas. Tengo como percepción indeclinable que en Cuba es “difícil cambiar” y que estamos lejos de asumir las tantísimas enseñanzas que engloba el concepto de Revolución manifestado por el mismo Fidel el 1ro. de Mayo de 2000, sobre todo lo que concierne al “sentido del momento histórico” y a “cambiar todo lo que debe ser cambiado”.

También, considero que no ha de quedar sola en sus contornos la tesis que sigue: “[…] No necesitamos importar modelos de socialdemocracia que serían tan exóticos como peligrosos en el contexto actual, pero una dosis de empoderamiento ciudadano directo haría mucho bien para construir los nuevos consensos en pos del socialismo. Nos merecemos conocer un futuro mejor”.

Por un lado, pregunto y significo, respectivamente: ¿Cómo dejar de aplaudir que hemos de caminar con pies propios, sin “importar modelos de socialdemocracia” que son negados en la actualidad hasta por sus propios gestores? Careció de casualidad que a finales de Diciembre de 2013 subscribí que en el mundo urge otra estructura.

Por otra parte, encuentro comprensible que “una dosis [mayor] de empoderamiento ciudadano directo haría mucho bien para construir los nuevos consensos en pos del socialismo”. Así, no solo reitero lo que redacté en Cuba: su pueblo está empoderado sino igualmente el contenido de Cuba: propuestas a un documento de su Partido dirigente.

Por demás, hago mío que “Nos merecemos conocer un futuro mejor”. En consecuencia y sin ánimo de ser absoluto, pienso que a ello contribuimos ajustándonos a la citada operacionalidad de Democracia que será enriquecida con el debate actual sobre , documentos emanados del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba. Así, el grueso de cubanos/as queremos seguir divorciados del Poder político que Washington y sus acólitos pretenden reimplantar en el Caimán Verde, y apostamos por el camino hacia la plena Dignidad humana.

 

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