Osmany Sánchez - Blog La Joven Cuba.- En medio de un concurrido teatro en la Universidad de La Habana el entonces Primer Secretario de la UJC Nacional mostró toda su arrogancia en el trato a un estudiante. La intervención de algunos amigos impidió que la reacción del estudiante provocara males mayores. Al cabo de tantos años –fue a principio de siglo- no recuerdo los detalles, pero sí que todo partió de la opinión del estudiante y la manida respuesta de que eso no eran las palabras de un revolucionario.
No era la primera vez que sucedía. A partir de ese suceso vinieron las anécdotas sobre hechos ocurridos en otras provincias con el mismo dirigente de la UJC. No recuerdo a una sola persona que no se haya puesto de parte del estudiante en ese altercado.
A raíz de los sucesos recientes y no tan recientes, me pregunto qué hubiese pasado si los presentes hubiesen manifestado su opinión en el teatro y fuera de él ¿nos habrían acusado de provocar la desunión? ¿habríamos sido tildados de contrarrevolucionarios o de promover el irrespeto a nuestros dirigentes? Es probable que sí.
Al cabo del tiempo ese dirigente fue promovido a nuevos cargos, cada vez más altos, con más poder, hasta que un día en video proyectado en otro teatro –irónico verdad- vi al fin su estrepitosa caída, luego de hacerle bastantes daños a la Revolución y a Fidel que confió en él.
Algunos no entienden que nuestro proyecto social está por encima de los posibles errores de aquellos que lo dirigen. Criticar lo mal hecho no es socavar la unidad sino fortalecerla. Los dirigentes vienen y van, las formas de la política y la Revolución es lo que queda. Mañana nos arrepentiremos de lo que no hayamos hecho hoy y es posible que sea demasiado tarde.
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