Noel Manzanares Blanco – Cubainformación.- Es noticia el anuncio de nuevas sanciones para restringirnos el acceso a divisas. “EE.UU. responsabiliza al ‘régimen cubano’ por su opresión del pueblo cubano y el apoyo de otras dictaduras en toda la región, como el régimen ilegítimo de Maduro”. “A través de estas enmiendas regulatorias, el Tesoro está negando el acceso de Cuba a las divisas y estamos frenando el mal comportamiento del Gobierno cubano mientras continuamos apoyando al pueblo de Cuba que tanto sufre” —expresó el secretario del Tesoro Steven Mnuchin. Se aclara que las remesas sí podrán llegar a ciertas personas y organizaciones no gubernamentales ¿independientes? en la Mayor de las Antillas (1).
Las sanciones en causa del régimen yanqui fueron rechazadas por el Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba Bruno Rodríguez Parrilla con una postura que hago mía: Estados Unidos miente de manera descarada para justificar la implementación de sus medidas; Washington pretende responsabilizarnos de su fracaso en forzar el derrocamiento del Gobierno Constitucional de Venezuela para utilizarlo como pretexto en este reflejo de Guerra Multilateral continuada; pero “no doblegarán la voluntad de los cubanos y crecerá el rechazo universal contra el bloqueo” —sentenció nuestro Canciller (2).
En este ambiente, grosso modo comparto algunas muestras de la revisión del seguimiento que he realizado de las andanzas del inquilino clave de la Casa “Oscura”.
Poco después del triunfo electoral de Donald John en las últimas presidenciales de EEUU, en Noviembre de 2016 hice notar que no se vislumbraba que “el Norte revuelto y brutal” esté en condiciones de renunciar a sus pretensiones de hacer fracasar la Patria Socialista que voluntariamente construimos el grueso de cubanas y cubanos; que atentos debíamos seguir a la eficiencia económica, a la lucha contra las variantes de subversión y a no olvidar JAMÁS que una Revolución vale cuanto sea capaz de defenderse-enriquecerse; y entretanto, dudaba/dudo del éxito de un contrasentido del flamante presidente teniendo en cuenta lo mucho que podemos hacer el uno por el otro (3).
Sin embargo, precisamente el contrasentido es la característica principal del susodicho.
En los días finales de Diciembre de 2017, resalté que una persona bien informada en este asunto y ajena a un contubernio con nuestro Socialismo dijo: “Las buenas relaciones entre los dos países van en interés nacional de Estados Unidos, mientras las malas responden a la obsesión del senador Rubio con Cuba”; que el mensaje navideño de Trump a Cuba fue tan disparatado, como creer que el Donald pasó de aprendiz de político a estadista profesional; y que, por tanto, encontré penoso el intento de DJT en aras de (des)arropar a Cuba (4).
Un año después, anoté que la Oficina Oval había anunciado el cierre permanente del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos que prestaba su oficina en La Habana, cuyas labores pasarían a realizarse en la capital mexicana —en el marco de los supuestos “ataques sónicos”. Así, quedó perjudica todavía más la ya de por sí difícil situación existente para la mayoría de nuestros ciudadanos/as solicitantes de visa para viajar a EEUU, se dificultaron los viajes de personas del sector privado y algunos grupos culturales no pudieron tener presentaciones en el Norte de la Florida; mientras que en los primeros nueve meses del año fiscal 2018, se concedieron menos de cuatro mil visas de inmigrantes cubanos/as, cuando el acuerdo migratorio alcanzado en 1994 entre ambas naciones establece la entrega de 20 mil por parte del gobierno estadounidense (5).
En Marzo de 2019, me hice eco de que Donald J. —al margen de que no obstaculizó la creación de la primera empresa de biotecnológica cubana-estadounidense: Innovative Immunotherapy Alliance SA— estaba maniobrando para implementar el Título III de la ley Helms-Burton, en contubernio con los legisladores Marco Rubio y Bob Menéndez; de que la encargada de negocios de la embajada gringa en nuestra capital, Mara Tekach, anunció que los visados para los cubanos servirán para una sola entrada a EEUU y serán válidas solamente por tres meses a partir del 18 de ese mes; de que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba rechazó “esta decisión que constituye un obstáculo adicional al ejercicio del derecho de los ciudadanos cubanos de visitar a sus familiares en ese país”; y de que las crecientes acciones de Trump contra Cuba, además de perjudicar también al empresariado estadounidense, afectaba marcadamente a la familia en territorio de ambas naciones (6).
Poco debe extrañar, entonces, que en la tercera versión de la serie “Trump vs. el mundo: llegó la hora de paralizarlo” publicada justo un mes atrás, abordara el caso de la Isla a través de los datos compartidos por el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez el pasado 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional, al tratar las relaciones con EEUU, a saber:
“[...] solo en el último año, de marzo de 2018 hasta abril de 2019, el bloqueo nos provocó pérdidas por valor de 4 343 millones de dólares”. “Advierto que el dato no refleja las afectaciones provocadas en las últimas medidas de la actual administración [...]”. “Tras seis décadas de acoso a la más simple transacción cubana, las pérdidas acumuladas ahora alcanzan 922 630 millones de dólares, considerando la depreciación del papel verde frente al oro”. “Hoy denuncio ante el pueblo de Cuba y el mundo que la administración de los Estados Unidos ha comenzado a actuar con mayor agresividad para impedir la llegada de combustible a Cuba” (7).
Concluyo: En rigor, acredito que tanto desatino va a devenir repulsa del grueso de la comunidad cubana en nuestros predios y en EEUU, del empresariado lúcido en el Norte y de los políticos avezados en el tema. Sin duda, pienso que las fechorías de Trump vs. Cuba están condenas al fracaso, todavía más porque actuamos de la mano del Fidel de Siempre (8). ¡Amén!
Referencias:
