Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- En el año 2016 cuando el número de visitantes estadounidenses a Cuba se incrementaba semanalmente, incluido el arribo de cruceros de sus más importantes compañías, la administración de Donald Trump dio su visto bueno a una Operación de la CIA, para acusar a La Habana de realizar fantasmales ataques acústicos a algunos de sus diplomáticos acreditados en la embajada, abierta en la Isla un año antes por el presidente Barack Obama.


No por casualidad las supuestas “victimas” de dichos “ataques” estaban vinculados al trabajo de los servicios de inteligencia yanqui y todos, sin excepción, disfrutaron en restaurantes, bares y playas hasta su partida de la Habana, sin mostrar un solo síntoma de dolencia.

El propósito de esa Operación de la CIA era crear la imagen de que Cuba no es un lugar seguro para los estadounidenses y de esa forma afectar la entrada de dinero al país, tal y como declaran reiteradamente altos funcionarios del gobierno yanqui, para matar de hambre al pueblo cubano y que este culpe al socialismo de sus penurias.

En aquellos momentos la economía cubana mostraba una mejoría notable, aumentaban los negocios privados de todo tipo, las playas, hoteles, centros de diversión y los intercambios académico y cultural, alcanzaban niveles nunca vistos en los últimos 50 años, situación que preocupaba a quienes apostaban por la guerra económica, comercial y financiera impuesta desde inicios de la Revolución.

Por ese motivo, ideólogos y defensores de la política del garrote, tomaron la decisión de desechar la edulcorada zanahoria de Obama, pues a decir del propio Donald Trump, fue un fracaso y no dio resultados.

Después de declaraciones entre ambos países, investigaciones científicas y entrevistas personales, se concluye que no existió tal ataque ni enfermedad alguna, porque no puede haber enfermos cuando no hubo causas, y eso lo sabe perfectamente el Departamento de Estado, la CIA y el Departamento de Seguridad de la Patria de Estados Unidos, por ser parte de una tenebrosa Operación para cerrar la entrada de divisas a Cuba.

El pasado 1ro de septiembre 2020, ante el anuncio de que Canadá iniciará sus vuelos turísticos a Cayo Coco, Michael Kozak, subsecretario de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, declaró en una teleconferencia sobre la agenda comercial de Estados Unidos en la región:

“Aún se siguen investigando los ataques a la salud de varios diplomáticos que trabajaban en la embajada de Estados Unidos en Cuba, pero el régimen comunista no está cooperando. Sabemos que las personas fueron lesionadas físicamente. Eso se puede demostrar de forma científica”.

Para continuar sembrando temor entre los futuros visitantes a la Isla y dañar la imagen de Cuba, Kozak respondió a un periodista, quien evidentemente se prestó para hacerle tales preguntas, que no eran el tema de la conferencia:

“Tenemos la voluntad de no cesar en nuestros esfuerzos de seguir investigando”. “Nuestra investigación sería mucho más fácil si Cuba proporcionara la información que hemos solicitado”. “No hemos recibido respuesta alguna y son cosas que vemos como deficientes por parte de Cuba”.

Kozak miente de forma premeditada, porque conoce de las investigaciones cubanas y sabe perfectamente que todo es parte de la Operación de la CIA y por eso solo los oficiales de sus servicios de inteligencia fueron “afectados”, al igual que en la embajada de Canadá.

Por qué Kozak no explica, cómo es posible que dos días después del anuncio del Departamento de Estado, sobre el inventado “ataque sónico”, el Jefe de Seguridad de su embajada en La Habana, le afirmó al encargado de la seguridad de las embajadas por la parte cubana, que desconocida la información del supuesto ataque.

Al día siguiente ese funcionario yanqui fue uno de los evacuados, por “estar enfermo”.

¿Dónde trabajan actualmente los funcionarios supuestamente enfermos con “daños cerebrales”?

¿Están en oficinas del Departamento de Estado, en la CIA o destacados en embajadas yanquis en el exterior?

¿Qué dicen los familiares y vecinos de esos supuestos enfermos? ¿Perciben daños en su estado físico o hacen su vida normal sin el menor síntoma?

¿Por qué no dan a conocer los centros médicos que los atienden y el record de visitas?

Basta de patrañas que el mundo conoce como la CIA diseña sus Operaciones Encubiertas, muchas desclasificadas, y las calumnias construidas para lesionar la imagen de dirigentes y países.

Quienes carecen de ética y mienten ante el Consejo de Seguridad de la ONU, para justificar invasiones de rapiña, preparar golpes de estado, asesinatos a dirigentes que no son de su agrado y campañas de prensa para facilitar sus actos subversivos, son capaces de esa farsa contra Cuba, país que desean agregar a su territorio desde el siglo XIX.

La lista de informaciones falsas fabricadas por Estados Unidos es bien larga, demostrativa de hasta dónde son capaces de llegar para alcanzar sus objetivos.

Nunca existieron los ruidos, probado científicamente por Cuba, incluso una delegación de especialistas de alta calificación visitó a Estados Unidos, para entregar el resultado de sus investigaciones.

Es una mentira construida solo para afectar económicamente a Cuba y ahora insisten en el tema ante la próxima temporada turística, en un país que posee la seguridad que los visitantes extranjeros no encuentran en otro lugar del mundo.

Si realmente la prensa yanqui fuese independiente, acudiría al cuartel general de la CIA para buscar la respuesta de esa Operación subversiva, la actual ubicación de los funcionarios retirados de Cuba, indagarían en sus lugares de residencia y entrevistaran a sus familiares, para comprobar que todos gozan de excelente salud y ninguno ha dejado de beber cervezas y whisky en sus horas de descanso, tal y como hicieron en La Habana, hasta que fueron obligaron a retornar a los Estados Unidos.

El tiempo dirá la última palabra, porque como aseguró José Martí:

“Nada falso es duradero”

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