Artur González / Heraldo Cubano.- El gobierno de Estados Unidos mantiene el engaño y la mentira respecto a su política contra la Revolución cubana, con la pretensión de que el mundo crea que los problemas económicos que sufre el pueblo cubano, son causados por el sistema socialista y no por sus leyes criminales que aspiran a matar de hambre y enfermedades a los cubanos, para que culpen al gobierno y se lancen a las calles.


Esa estrategia la diseñaron desde los años iniciales del triunfo de Fidel Castro, a quien intentaron asesinar en infinidad de oportunidades, como tuvieron que admitir en 1975 cuando la CIA se vio obligada a informar ante el Congreso algunos de sus planes.

Desde el año 1960 los yanquis comenzaron a aprobar leyes para entorpecer el desarrollo económico de Cuba, a fin de provocar una rebelión interna y así justificar una intervención directa del ejército de Estados Unidos para “controlar” la situación del país.

Documentos oficiales aprobados en 1962 por el presidente J.F. Kennedy, recogen esos planes:

La sublevación necesita un movimiento de acción política fuertemente motivado y arraigado en Cuba, capaz de generar la rebelión, de dirigirla hacia el objetivo perseguido y de aprovecharse de su momento clímax para iniciar un levantamiento abierto. Se tomarán y se mantendrán ocupadas las áreas. En caso de ser necesario el movimiento popular pediría ayuda a los países libres del hemisferio occidental. De ser posible, Estados Unidos, en concierto con otras naciones del hemisferio occidental, brindaría apoyo abierto a la sublevación del pueblo cubano. Tal apoyo incluiría una fuerza militar, si fuera necesario”.     

¿Por qué no dicen una sola palabra de esto a la opinión pública mundial?

Estados Unidos trata de minimizar el efecto de sus leyes que conforman la guerra económica, comercial y financiera, como mecanismo para destruir el proceso revolucionario y desmontar el sistema socialista que tanto les molesta. Sin embargo, mantienen y refuerzan sus leyes con más sanciones para rendir a los cubanos por hambre e insatisfacciones, lo mismo que aplicaron con éxito en Europa oriental y a la URSS.

Ronald Reagan, al ganar las elecciones en 1980 organizó un programa denominado Democracia, el cual fue apoyado por los países de la OTAN y el Vaticano, e iniciaron sus acciones subversivas en Polonia, al crear, financiar y dirigir la contrarrevolución interna con la creación del Sindicato de Solidaridad.

Una vez derrotado el socialismo allí, siguieron con Checoslovaquia, Bulgaria y los demás países socialistas europeos hasta llegar a Berlín. Quedaban en pie la URSS y Cuba.

Contra la URSS trabajaron para afectar su economía, a la vez que realizaban influencia ideológica directa sobre el primer secretario del PCUS Mijail Gorbachov, quien años después de fragmentada la URSS, declaró con total desvergüenza al Diario Sovietskaya Rossia:

“El objetivo de mi vida fue aniquilar el comunismo, la dictadura insoportable sobre la gente. Mi esposa me apoyó plenamente. […] Logré encontrar compañeros de lucha en la realización de esos objetivos, entre ellos A.N. Yakovlev y E.A. Schevardnze, cuyo mérito en la tarea común fue sencillamente incalculable”.       

Informaciones aportadas por el presidente del Instituto de Responsabilidad Gubernamental de Estados Unidos, indican que, a principios de 1984 la CIA y el Pentágono, iniciaron un programa secreto de desinformación para entorpecer la economía soviética.

El blanco principal fue el núcleo de la economía soviética y su dependencia de la tecnología y el know-how occidentales. Ese amplio programa contemplaba información tecnológica alterada o fabricada, en el área civil y la militar. Utilizaron intermediarios para hacerle llegar a los técnicos soviéticos la información falsa o distorsionada, para inducir a los soviéticos a tomar decisiones tecnológicas equivocadas.

Según el experto, el programa de desinformación diseñado incrementó las ineficiencias y deficiencias de la economía soviética. Informes muy secretos obtenidos por la CIA, indicaban las vías por las cuales la Unión Soviética podía ser “exprimida”. Ante esas informaciones los servicios de inteligencia yanqui aseguraron que “Moscú era económicamente muy vulnerable y tenían que jugar con esas vulnerabilidades para quienes determinaban la política supieran dónde eran débiles los soviéticos, de manera que pudieran aprovecharlo”.

La CIA coordinaba la divulgación de datos técnicos incompletos o desorientados, mediante diferentes canales y varias compañías falsas creadas en el exterior. Vendieron a los funcionarios soviéticos, informaciones distorsionadas, una mezcla de verdad y ficción, incluidos proyectos para turbinas de gas, tecnologías para perforación de petróleo, chips de computadoras y compuestos químicos. El objetivo era reducir la captación de divisas.

Cuba, por su parte, recibió nuevas leyes e incluso fue incluida por primera vez en la lista de países patrocinadores del terrorismo, con el sueño de ver a su pueblo rendido.

Quienes le restan importancia a dicha lista, que fue nuevamente aplicada por Donald Trump poco antes de marcharse de la Casa Blanca, deben saber que las sanciones son las siguientes:

1-Prohibición de exportaciones y ventas de productos manufacturados, materias primas, tecnología o servicios, relacionados con armamentos.

2-Controles sobre exportaciones de entes multipropósitos (incluye tecnologías médicas).

3-Prohibición de ayuda económica.

4-Restricciones financieras y de otro tipo, incluido:

El veto estadounidense ante posibles créditos de instituciones como el Banco Mundial y otras instituciones financieras internacionales; denegación de créditos fiscales a personas naturales o corporaciones por ingresos obtenidos en países clasificados como promotores de terrorismo; denegación del tratamiento de “libre de impuesto” a productos exportados a Estados Unidos y la prohibición a todos los ciudadanos estadounidenses y entidades extranjeras, de involucrarse en transacciones financieras con Cuba, sin una licencia específica del Departamento de Tesoro.

En el año 2024, los yanquis aplican nuevas medidas para hacer estallar a la economía cubana, la que pasa por la crisis más fuerte de los 65 años de Revolución.

Ante este escenario, el subsecretario de Estado para Asuntos del hemisferio occidental, Brian Nichols, declaró en Madrid el 4 de abril del 2014: “Cuba está en un momento clave y la solución es la democracia”.

Ese viejo sueño lo plasmó la CIA en su estimado de inteligencia de agosto de 1993:

“…cuando las condiciones en Cuba se deterioren más, es probable que los incidentes violentos se extiendan por la creciente frustración de los cortes de electricidad, la falta de transporte y de alimentos…”

Ese es el plan de los yanquis para entrar con sus tropas, “a salvar al pueblo cubano”, como hicieron bajo el derecho que les dio la execrable Enmienda Platt.    

No le bastan 65 años de fracasos y sueños trasnochados, para insistir con más de lo mismo.

Los yanquis deberían tener presente a José Martí cuando expresó:

“Con la resolución indudable del pueblo de Cuba, es imposible la derrota”.         

 

 

 

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