Anni Arroyo - Rebelión.- « Es un momento muy difícil para nuestra familia. Agradecemos a quienes nos apoyan y oran por la salud y el pronto regreso de nuestro esposo y padre”.

Este mensaje publicado en Estados Unidos hace unos meses pidiendo el regreso de un hombre sospechoso de espionaje y encarcelado en una prisión de alta seguridad, bien habría podido ser enviado en nombre de los familiares de los Cinco de Miami, que esperan desde hace más de doce años el regreso de quienes se opusieron al terrorismo contrarevolucionario de la mafia cubano-americana de Florida.


No es el caso. Lo firma Judy Gross. Su esposo, Alan Gross, está encarcelado en Cuba desde el 3ro de diciembre de 2009. ¿Qué hacía en La Habana (¡en su quinto viaje del año!) este experto en comunicaciones de largas distancias, declarado partidario de Obama y que los EE.UU. presentan como un trabajador independiente y consultor para « Development Alternatives, Inc . », ¿un segundo contratista de la USAID ? Cuando fue detenido en el aeropuerto José Martí,el buen hombre explicó que había venido a regalar teléfonos satelitales ultramodernos (de un valor entre 1795 y 5273 dólares, sin contar los gastos de servicio) a la comunidad judía de La Habana... ¡comunidad que, algo sorprendida, afirmó no haber encontrado nunca a ese moderno Papá Noel!

Uno se puede preguntarse ¿cómo pudo Alan Gross pasar así decenas de esos equipos ultramodernos en las propias barbas de la aduana cubana? ¡Y eso no una sola vez! Resulta tentador pensar que el material estaba tranquilamente esperando en la SINA, la Sección de Intereses Norte Americanos en Cuba...

Cuba no parece tener prisa para inculpar a este hombre. Buenas razones habrá. Como para todos los que tienen a un ser querido en la cárcel, el tiempo parece largo a la familia de Alan Gross. Por eso su esposa acaba de enviar una carta al presidente Raúl Castro en la que expresa el arrepentimiento de su marido por su trabajo en la isla, añadiendo que la Casa Blanca, hasta ahora, ha hecho muy poco por conseguir su liberación. Le pide al presidente cubano que libere a Alan Gross por motivos humanitarios: su hija recibió el diagnóstico de cáncer de mama y se le necesita en casa (fuentes: agencia Reuters).

Raúl Castro todavía no ha respondido. Le podría decir a Judy Gross que cartas pidiendo la clemencia y la libertad de quienes , contrariamente a los agentes de la USAID contra Cuba, nunca trataron de dañar la seguridad de Estados Unidos, el presidente Obama recibió miles y miles. O que Carmen Nordelo, la madre de Gerardo Hernández, ha muerto hace exactamente un año sin haber podido abrazar a su hijo una última vez. Que hay en Cuba niños que crecen sin su padre y sin embargo lo necesitan cada día. Que las personas que esperan la libertad de los Cinco Héroes Cubanos, son cada día más numerosas por el mundo.

Es una cosa muy triste para la señora Gross y su familia. El presidente Obama lo tiene entre sus manos. ¿Qué está esperando para empezar a merecer su Premio Nobel de la Paz?

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