Conversación con Mirta Muñiz, fundadora de la televisión cubana

M. G. Lavandero - La Jiribilla.- “Agradezco anticipadamente, desde lo más profundo de mi alma, la cooperación que me brinden mañana, un día señaladísimo no solo de la historia de ‘Unión Radio’ y ‘Unión Radio Televisión’, sino en la historia de Cuba, ya que nos cabe la gloria de haber sido los primeros en incorporar a nuestra patria el más moderno invento de nuestra época”.


Debajo, la firma un tanto borrosa: el 23 de octubre de 1950, desde su casa en la esquina habanera de Mazón y San Miguel, Gaspar Pumarejo alentaba al equipo de UR a prepararse para lo que al día siguiente sería un hito continental. La televisión llegaba a Cuba como antes a solo otras cuatro naciones del mundo. Y luego de aquellas líneas, el empresario hacía coincidir cada uno de los nombres de sus trabajadores con una responsabilidad específica: a Mirta Muñiz, según puede verse en la copia que aún conserva, le correspondió atender al millar de “clientes y amigos” que presenciarían el histórico nacimiento de Unión Radio Televisión.

Sesenta años después de aquel alumbramiento ―orgullo de quienes profesamos un sano chovinismo por cada acontecimiento auténtico que incluya nuestra pequeña nación entre las primeras del mundo―, esta octogenaria y lúcida mujer asegura sentirse aún responsable del hijo. “Como sobreviviente de la generación de los doblemente fundadores ―dice―, debo hacer una profesión de fe: me duelo con sus errores y me regocijo con sus éxitos, porque amo la Televisión profundamente”. Quizá por eso, aun cuando hace años la edad dejó de permitirle el trabajo diario, Mirta ha asumido con placer el rol de registro viviente de cada detalle de la historia del medio. Y los ojos claros le brillan especialmente cuando una pregunta ―la primera, la de la curiosidad― le hace recordar los primeros años.

Llegada a Cuba de los primeros equipos de televisión

¿Recuerda los detalles de aquel 24 de octubre de 1950, el primer día de Televisión en Cuba?

Con una claridad que hasta a mí misma me sorprende. Fue un día de locura, porque venía precedido de otros días de mucha locura. Empezó en una casa particular —recuerda que Mazón #52 era la casa de Pumarejo—, de modo que no había grandes estudios preparados. Pero toda la casa se preparó para el gran suceso, había mucha excitación. Desde por la mañana se encendieron las cámaras y todo el mundo pasaba a verse, era algo nuevo que estuvo deslumbrando incluso a los trabajadores durante todo el primer año. Sin embargo, fue bastante organizado: el día anterior, Pumarejo nos había reunido a todos y nos había leído una carta muy alentadora. Además de darnos tareas a cada uno, nos recordaba que estábamos asistiendo a un hecho histórico.

¿Qué se transmitió?

Se transmitió un acto de inauguración donde habló el Presidente de la República, desde el Palacio. Por la noche, una gran fiesta en los jardines de la casa de Pumarejo. Se concibió un gran espectáculo con actores y músicos, muchos de los cuales vinieron desde México. Algunos de esos artistas mexicanos estaban en ese momento, como se dice, en el boom. Eso fue en el Canal 4; luego, en diciembre, salió CMQ con un programa dramático.

Canal 4. Bodas de sangre con Pilar Matas, Helmo Hernández, Fela Jar y Argentina Estevez

Sin embargo, al menos durante los primeros años, no había muchos televisores en Cuba…

Tener un televisor era un lujazo y de más está decirte que, por esa razón, aquellas transmisiones no eran para todo el país. Recuerdo que en aquellos días de preparación, antes del 24 de octubre, nos entusiasmaba mucho mirarnos en las pantallas mientras trabajábamos; pero decíamos: ¿y quién nos va a ver? Lo que se hizo el primer día fue poner televisores en las tiendas principales de La Habana, para que pudieran verse a través de las vidrieras. Todo el pueblo salió a la calle a ver la Televisión.

Se dice mucho que Cuba fue pionera en América Latina; pero cuando vemos que solo otros cuatro países habían introducido la televisión con anterioridad, no es errado decir que Cuba también fue pionera en el mundo. Sin referentes claros, serían años de mucha improvisación…

Antes que nos lanzáramos en octubre, algunos compañeros fueron a EE. UU. a ver cómo funcionaban los estudios, a aprender un poco de la manera en que todo se organizaba. Sin embargo, realmente fueron muy pocas personas. Lo que amortiguó un poco esa improvisación, fue el hecho de que contábamos con una base muy sólida: la radio cubana. Ese medio ha sido muy fuerte en Cuba, desde que surgió. Cuando la televisión llega, se encuentra con grandes directores, escritores y actores de radio. Muchos de ellos pasaron a ella, y la dosis entonces fue de investigación, más que de improvisación. Teníamos esa ventaja, a diferencia de otras experiencias que se estaban dando en el mundo. Quienes asumieron las transmisiones y la conformación de los primeros programas de televisión en Cuba, eran comunicadores ya formados, profesionales. Ahora había que manejar otros factores: escenografía, vestuario, maquillaje… Había que asumir el lenguaje y la forma televisiva. Y en eso ayudaron mucho los artistas del teatro, que también se incorporaron. Se fusionó en el nuevo medio todo el talento que había en el país.

Tal vez por ese mismo proceso de asimilación tan coherente, la Televisión Cubana nació con un gran espíritu de cubanía, de creatividad y de naturaleza propias. Éramos pioneros mundiales, de modo que cada paso que dimos, salió de nuestro propio ingenio y de nuestras propias necesidades. Nos asistía una tradición cultural y un quehacer comunicacional muy sólido.

En 1959, sin embargo, el país asistiría a una especie de refundación del medio…

Siempre digo que los fundadores de la Televisión, como yo, somos doblemente fundadores: la vimos nacer en el 50 y luego la vimos renacer en el 59. Cuando triunfa la Revolución, cambia el concepto: se convierte en un vehículo ideológico muy importante para la comunicación entre los líderes del proceso revolucionario y el pueblo. Los más ancianos recordarán las largas horas en que Fidel hablaba al pueblo y que eran transmitidas íntegramente, en vivo, por Televisión. Allí Fidel compartía sus ideas sobre lo que se estaba construyendo. Creo que él tenía desde entonces muy claro que la Televisión necesitaba una transformación. Este ha sido el único país donde un presidente haya sido derrocado por ese medio y durante más de una década, se gobernó en plazas públicas, donde se hicieron entre todos las leyes, mientras las personas de todo el país pudieron verlo en la Televisión. El joven medio también daba fe de que lo que ocurrió en Cuba en 1959, no fue un simple cambio de poder: fue una revolución verdadera.

Se transformaron muchos programas, se erradicaron vicios: la discriminación, las burlas… Se deja lo que tenía un contenido educativo, cultural y, por supuesto, de entretenimiento. Con esa idea, se hicieron muchos programas dramáticos, infantiles, musicales… Y se identificaron los horarios por públicos. La Televisión fue adquiriendo con el tiempo una identidad. Los programas infantiles fueron especialmente agradecidos. Recuerdo una de las primeras aventuras que se transmitieron sobre el tema de los mambises y las guerras de independencia: puso a los niños a gritar “¡viva Cuba libre!” en las calles, cuando ya lo éramos de verdad. Es decir, el cambio fue pensado para entretener; pero especialmente, para cultivar, para educar.

La Televisión acompañó el proceso revolucionario desde que el propio 1ro. de Enero de 1959 se produce la toma de CMQ. Durante todos estos años, especialmente en la primera década posterior al triunfo de la Revolución, sus principales hitos llegaron hasta cada rincón de este país donde hubo un telerreceptor. El propio 8 de enero se transmitió en remoto desde Columbia. Por eso, cada vez que celebramos un nuevo aniversario de la Televisión en Cuba, celebramos también otro año de Televisión revolucionaria.

No digo que todo lo bueno se hizo entonces ni que todo lo malo se hacía antes; pero sí creo que la Televisión ganó identidad y capacidad comunicativa. Y toda esa transición se hizo con amor… ¡La historia toda de la Televisión Cubana es una historia de amor!

Mirta Muñiz, Consuelo Vidal y Amaury Pérez en Yerma, primer largometraje de la Televisión cubana

¿Cómo fueron evolucionando los modos de hacer, el oficio?

Al principio todo se hacía en vivo, lo que conllevaba una disciplina, un rigor ante las grandes posibilidades de riesgo. Pero luego fuimos adquiriendo recursos y tecnologías que transformaron los modos de hacer, especialmente el video tape. Eso hizo que nos relajáramos un poco y no siempre trajo buenas consecuencias. No obstante, fue un avance fundamental. Con esos aprendizajes, vimos surgir en el medio un oficio propio.

¿Coincide con el criterio de que el sello distintivo de la Televisión Cubana, a lo largo de estos años, ha sido su carácter no comercial? ¿Cómo ha sido posible mantener ese valor durante tanto tiempo, en un medio tan costoso?

El 22 de febrero de 1961, por indicación del Che, se decide hacer una prueba de 24 horas sin comerciales en la Televisión. A partir del 27 de marzo de ese año, los comerciales fueron eliminados completamente. Eso fue un gran logro. No obstante, los espacios entre programas pueden aprovecharse con spots de bien público. La televisión es muy cara y hay que aprovechar cada segundo de lo que transmitimos en función de comunicar ideas que nos enriquezcan, en todos los sentidos. Una televisión comercial no tiene sentido en esta sociedad; pero bien valdría la pena intentar privilegiar espacios para la comunicación de valores. Es la combinación de esos dos elementos, el verdadero sello distintivo.

No obstante, si algo puede resumir estos 60 años es una frase: la Televisión Cubana ha sido muy valiente. Salir al aire en el año 50 fue una proeza. Y haber decidido en el 59 tomar las emisoras, ponerlas luego en cadena y formar un frente independiente de Emisoras Libres, es un acto de valentía y de profunda vocación revolucionaria. Como lo ha sido también mantener una programación ininterrumpida durante 60 años, sin el recurso de la publicidad que la financie.

La Televisión Cubana no ha hecho todo lo que quisiéramos, es cierto, pero no ha dejado de hacer todo lo necesario. En la vida de cualquier sociedad, es un medio muy importante; pero en la nuestra, mucho más: Cuba no tiene grandes espectáculos, grandes centros de entretenimiento —aunque hace años se vienen haciendo esfuerzos dignos por eso—, de modo que la televisión es la vía de entretenimiento fundamental. Además, ha sido un pilar en la formación de la conciencia, en la formación de valores y, en los últimos años, también en la educación. Y es un archivo histórico cuyo valor crece por horas.

Siempre está Mirta sentada frente al televisor, incluso mientras hacemos esta entrevista: ¿vigilancia o costumbre?

Un poco de las dos. La Televisión ha sido mi vida, mi pequeño mundo. Y como sobreviviente de la generación de los doblemente fundadores, debo hacer una profesión de fe: me duelo con sus errores y me regocijo con sus éxitos, porque la amo profundamente. Por eso vigilo todo el tiempo, es el pequeño aporte que puedo hacer desde aquí.

Hoy nos falta ir a la integralidad de los canales; balancear la programación; lograr una dirección cada vez más culta y sensible; ser capaces de entender el diálogo entre el medio, la sociedad y la creación; trabajar en colectivo y, especialmente, usar más el talento nuestro: el talento del teatro, el del cine… Hay que pensar en cómo hacer programas creativos con lo que tenemos. Hemos hecho cosas maravillosas con pocos recursos: las grandes obras de la literatura universal, por ejemplo, fueron llevadas con gran calidad a la pantalla cubana. A veces, la televisión te puede llevar luego a buscar el libro.

Claro, se critica mucho a la Televisión porque es un medio que tenemos muy cerca en nuestros hogares; pero esas críticas hay que saber asumirlas y expresarlas responsablemente, con voluntad de construir.

¿Cómo ve la Televisión del futuro, con la competencia de Internet? Sé que usted se mantiene al tanto de esos debates…

Las nuevas tecnologías no pueden obviarse, aun cuando 80 años no te permitan aprehender todo lo que ofrecen. Las veo muy útiles, especialmente, en los programas educativos: pueden hacerse cosas que no podrían hacerse en un aula, permite ilustrar conocimientos, ejemplificar y atraer el interés de los alumnos.

Hoy existe hasta la televisión digital… ¡hay tecnologías con las cuales ni podemos soñar, pero todo llega y hay que estar preparados! En la casa donde nací, lo que teníamos era un radio de esos que había que escuchar con una especie de audífonos. De ahí a lo que tenemos hoy, es un trecho gigante. ¿Cómo imaginarlo entonces? Por eso, insisto en que cada uno de esos pasitos hay que aprovecharlo al máximo. Todo lo que tenga un objetivo sano, cubano y revolucionario, vale la pena intentarlo.

Fotos: Cortesía de Mirta Muñiz

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