Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Confieso que en Mayo pasado pensé en la posibilidad de la permanencia de relaciones civilizadas (1). Incluso, más allá del desafuero del jefe de la Casa “Oscura” el 16/6 posterior (2) y la siguiente renovación de la Ley de Comercio con el Enemigo que sustenta el Bloqueo —igual que Obama en 2016— (3 y 4), tuve la impresión de que algo de cordura rondaba los vínculos. Hasta las sandeces expresadas en la ONU por el magnate devenido “político” (5), las hallé atenuadas ante el encuentro a nivel de Cancilleres (6 y 7). Mas…
Me sentí convocado a escribir estas líneas, cuando leí detenidamente lo trascendido de las declaraciones yanquis de última hora sobre la Mayor de las Antillas: EEUU acaba de retirar a la mayor parte de su personal en Cuba —según AP, se marchará el 60 por ciento—, al paso que previene a los estadounidenses de los riesgos de viajar a la Isla. Todo, sin aportar la menor prueba y contando con otras sandeces de Donald Trump (8).
Los antecedentes inmediatos de este emergente retorno a los vientos de agudas tensiones entre los polos del Estrecho de la Florida, se vinculan a las declaraciones del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, el 17/9, aludidas a que Washington estaba sopesando cerrar su embajada en La Habana, después de una serie de inexplicables incidentes que han dañado la salud de los diplomáticos estadunidenses (9). Horas antes, ¿casualmente?, cinco miembros del influyente Comité Selecto de Inteligencia del Senado gringo —entre ellos su presidente, Richard Burr, y el gusano-yanqui Marco Rubio— pidieron al propio Tillerson expulsar a diplomáticos cubanos de USA y cerrar la sede diplomática en Cuba (10).
En respuestas a tal escenario, Josefina Vidal, Directora general para Estados Unidos de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, recordó que el Ministro Bruno Rodríguez Parrilla le advirtió a su par Rex Tillerson que no tomara decisiones apresuradas que no se sustentan en evidencias ni en resultados investigativos concluyentes; lo instó a no politizar un asunto de esta naturaleza; y le reiteró la solicitud de cooperación efectiva de las autoridades estadounidenses para llevar a buen término la investigación en curso sobre los alegados incidentes con diplomáticos de EE.UU. en La Habana.
Asimismo, la Vidal enfatizo que el Gobierno de Cuba no tiene responsabilidad alguna en los alegados hechos y cumple seria y rigurosamente sus obligaciones con la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961; y que consideramos que la decisión anunciada por el Departamento de Estado es precipitada y va a afectar las relaciones bilaterales, en particular, la cooperación en temas de interés mutuo y los intercambios de diversa naturaleza entre ambos países. También, reiteró la voluntad de Cuba a continuar una cooperación activa entre las autoridades de los dos países, para el esclarecimiento pleno de estos hechos, para lo cual será esencial un involucramiento más eficiente de EEUU (11).
Por mi parte, no solo recomiendo leer trabajos que colocan en tela de juicio los cacareados ataques a personas estadounidenses en su embajada en Cuba (12 y 13), sino que propongo meditar a partir de las preguntas que continúan:
¿Cómo se explica que nuestro Gobierno sea colocado de facto en tela de juicio por las autoridades de EEUU, si ellos mismos saben —porque les abrimos las puertas para que indagaran por cuenta propia— que somos absolutamente ajenos a ese suceso? ¿Acaso es descartable que la delincuencia política con epicentro en Miami —en el supuesto de que sea realidad los ataques de marras— están detrás de este episodio?
Entretanto, considero que los desatinos en cuestión del mandato de Trump van por el camino equivocado, no ya porque la vida ha demostrado que la Guerra multilateral Made in USA contra el Caimán Verde no ha podido ni podrá colocarnos de rodillas, sino porque además perjudican a sus ciudadanos/as. Ahí está el informe que revela que si da marcha atrás la mayoría de las regulaciones hacia Cuba aprobadas por Barack Obama, eso podría costarle hasta 6 600 millones de dólares a la economía estadounidense hasta 2021 y afectaría a más de 12 200 puestos de trabajos (14) —sin obviar cómo quedaría JetBlue que a principios de este mes ratificó su apuesta por Cuba al inaugurar dos oficinas comerciales en La Habana (15).
Y si hago mío el razonamiento contenido en el título “¿A quién beneficia un retroceso de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos?” de la autoría de Jorge Legañoa Alonso (16), el criterio emitido por una persona ajena a la menor simpatía hacia la Revolución Cubana según el cual “La respuesta de Rubio [en medio de esta trama] es el paso típicamente reaccionario para el consumo de Miami” (17) y que ese mismo individuo de nombre Marco escribió en su cuenta en la red social Twitter “Es una vergüenza que el Departamento de Estado retire a la mayoría del personal de la Embajada de Cuba pero Castro pueda mantener cuantos quieras en Estados Unidos” (18), entonces la actitud de Trump vs. Cuba deviene resultados favorables para la derecha de la Florida y sus amos desde Washington, y en contra del grueso de la comunidad cubana en EEUU y el pueblo y el empresariado de ese país. ¡Vivir para ver!
Referencias:
2.- .
7.- http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article175514531.html.
8.- https://elpais.com/internacional/2017/09/29/actualidad/1506693934_571217.html.
9.- http://www.jornada.com.mx/ultimas/2017/09/17/eu-sopesa-cerrar-su-embajada-en-cuba-tillerson.
17.- http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/fabiola-santiago-es/article175290936.html.
