Por Arthur González*/Martianos-Hermes-Cubainformación.- Timothy Zúñiga-Brown, encargado de negocios estadounidense en Cuba, el 03 de marzo del 2022, anunció a la prensa acreditada en la Isla, que su país reanudará la emisión de visados de migrantes en La Habana, después del cierre del consulado tras la mentira de los falsos “ruidos” que solo preparaban el pretexto para el rompimiento de relaciones diplomáticas, establecidas por el gobierno de Barack Obama.


En la información aportada, el diplomático yanqui dijo que la decisión tomada por el Departamento de Estado, se trata de “una expansión paulatina de las funciones consulares de la embajada”, pero los servicios serán limitados por el momento.

 

Para que nadie se llame a engaño de que los servicios consulares para aquellos cubanos que esperan reunificarse con sus familiares en Estados Unidos, el Departamento de Estado notificó:

“Nuestro objetivo es trabajar con nuestra embajada en Georgetown, Guyana, esa seguirá siendo la prioridad, la ubicación primaria para el procesamiento de las solicitudes de visa de inmigrante para los cubanos y el principal centro de procesamiento de esas visas migratorias”.

Entonces, ¿con qué funciones llegan a Cuba los diplomáticos estadounidenses?

De aclararnos esa duda se encargó la embajada en La Habana, al asegurarle a la prensa extranjera que “los nuevos diplomáticos acreditados tienen incluido una estrategia de expansión más amplia en sus funciones, para facilitar el diálogo diplomático y con la sociedad civil”.

Se conoce que para los yanquis la llamada “sociedad civil” en Cuba son los elementos contrarrevolucionarios, financiados por ellos a través de la NED, la USAID y otras Organizaciones No Gubernamentales al servicio de sus propósitos subversivos, en total violación de la Convención de Viena de 1961, sobre las Relaciones Diplomáticas, la que expresa:

“Los funcionarios diplomáticos están obligados a no inmiscuirse en los asuntos internos del Estado receptor”.

“Los locales de la misión diplomática no deben ser utilizados de manera incompatible con las funciones de la misión, tal como están enunciadas en la presente Convención, en otras normas del derecho internacional general o en los acuerdos particulares que están en vigor entre el Estado acreditante y el Estados receptor”.

Fuerte y claro el mensaje de que el propósito no será meramente consular, pues los cubanos continuarán desembolsando altas sumas de dinero para viajar a Guyana, pagar hospedaje, alimentación, transporte allá y esperar por una respuesta que pudiera ser negativa.

Los yanquis sueñan con retomar el trabajo ilegal para intentar subvertir el orden interno en Cuba, elemento fundamental que perdieron ante la salida obligada de los oficiales CIA, debido al plan de la mentira de los famosos “ruidos” aprobado por sus jefes, que los dejó sin efectivos para estimular las protestas del 27N y 11 de Julio.

 

Cuba conoce perfectamente los propósitos históricos de Estados Unidos, divulgado sin ambages desde hace muchas décadas, como hicieron el 24 de mayo de 1971:

“El objetivo es desarrollar el escepticismo y desaliento hacia su sociedad entre la juventud cubana, pero de una forma que esté bajo llave y que no provoque una oposición activa y la consecuente represión”.

No olvidar que el llamado Plan Bush para la “Transición Democrática” en Cuba, señala:

Llegar a la juventud cubana representa una de las oportunidades más significativas para precipitar el fin del régimen. Esta generación tiene el vínculo más débil con la Revolución, su apatía y descontento son endémicos. Continuar aislando al régimen castrista, al mismo tiempo que se da apoyo a la oposición democrática y se potencia a la emergente sociedad civil. Financiar programas para apoyar los esfuerzos pro democracia de los jóvenes, las mujeres y los cubanos de origen africano”.

Veremos el desempeño de esos nuevos funcionarios diplomáticos yanquis en La Habana, pues no es de descartar algunas provocaciones para enturbiar aún más las relaciones, lo que pudiera estar en sus planes y quizás fuese la causa de la demora de Joe Biden, en cumplir sus promesas durante su campaña presidencial de recomponer las relaciones con Cuba, ante la espera de alcanzar un consenso entre la CIA y el Departamento de Estado, para la reapertura de su misión diplomática.

Ante la noticia, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, fue bien enfático al exponer:

“La reanudación en una fecha sin precisar y de manera limitada de los servicios migratorios en la embajada de Estados Unidos en La Habana, será, cuando suceda, un paso en la dirección correcta”.

Ojalá que así sea, porque no olvidamos a José Martí cuando viviendo en Estados Unidos afirmó:

“De esta tierra no espero más que males”

La Columna
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