Fui a Cuba queriendo buscar las huellas de la Revolución de 1959, pero lo que encontré fue algo que no esperaba presenciar, una revolución dentro de mí.

Mientras me sumerjía en la VII Conferencia TIES en la Universidad de Cienfuegos, aprendía de las diferentes formas en que los profesores cubanos y las autoridades de la Universidad de Cienfuegos adoptan la comprensión intercultural en sus aulas. En todo momento durante mi estadía estuve aprendiendo algo nuevo, refrescante e innovador dentro y fuera de la sala de conferencias.

Una de estas experiencias informales orgánicas fue mi estadía en la casa de Norma. Mis conversaciones con la señora Norma fueron uno de los aspectos más inspiradores de mi visita a Cuba. Su sabiduría y resiliencia me abrieron los ojos para ver la realidad cubana bajo otra luz de intensa y evocadora pasión por la vida. Nuestro intercambio de ideas me dejó con el deseo de explorar Cuba de una manera más profunda ya más largo plazo, con suerte en un futuro cercano.

Otra experiencia de aprendizaje inolvidable fue nuestro segundo día en la convención, cuando los diferentes delegados estadounidenses y participantes nacionales fueron invitados a unirse a un juego de béisbol en el estadio de los Elefantes de Cienfuegos.

Este evento contó con importantes figuras nacionales de este deporte como Antonio Muñoz Hernández, Adiel Palma López y Norberto González Miranda (medallistas de oro en Atenas 2004).

Me sentí muy honrada de ser parte de este evento y lo compartí con las diferentes estrellas nacionales, quienes pacientemente nos hablaron del deporte. Este espacio fue un gran ejemplo de cómo las barreras interculturales como el idioma pueden superarse cuando las personas se reúnen para celebrar el poder de la educación, sin más agenda que un genuino intercambio intercultural.

Dentro de la sala de conferencias, aprendí de instituciones cubanas y estadounidenses en su enfoque de la educación internacional. Me sorprendieron las ideas brillantes presentadas por los diferentes expositores, y fue emocionante identificar las muchas similitudes que tienen las instituciones de ambos países. Al intercambiar nuestros desafíos comunes, pudimos generar ideas sobre mejoras potenciales para los diferentes modelos de educación internacional. En el proceso, nos relacionamos con colegas y formamos amistades duraderas. Nos vimos como socios iguales con el objetivo de hacer de la educación una oportunidad accesible para todos en el mundo.

Me siento honrada y privilegiada de haber experimentado Cuba, aunque haya sido por un breve período de tiempo. Ahora que me he sumergido brevemente en esta isla histórica, puedo reafirmar la necesidad de crear espacios de aprendizaje intercultural y ciudadanía global si queremos ser mejores miembros de nuestra comunidad.

Al experimentar la novedad de este nuevo entorno, mi paso por Cuba me recordó que a veces nos construimos una idea del “otro” a partir de conceptos erróneos, sin darnos la oportunidad de explorar primero otras realidades. Estas palabras se quedan cortas para explicar la preciosidad de la cultura cubana y la cautivadora experiencia de vida de su gente. Por tanto, nos animo a salir de nuestras zonas de confort y ampliar nuestros horizontes. Vivir este enriquecedor proceso de autoconocimiento, empatía y despertar, lo que me gusta llamar la “revolución inesperada”.

(Tomado de Civitas)