Raúl Capote fue, durante años, el agente Pablo de la CIA en Cuba. Pero, para desgracia de los Servicios de Inteligencia de EEUU, también era el agente Daniel de la Seguridad del Estado cubano. Fue captado por la CIA por su perfil de profesor universitario e intelectual crítico, ya que había tropezado con ciertas incomprensiones en su centro laboral. Es autor de "Enemigo" y "La guerra que se nos hace", y edita el blog "Adversario cubano".

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Nos cuenta cómo EEUU ensayó antes en Cuba -sin éxito- lo que después llevó a cabo en lugares como Ucrania, en este caso de manera exitosa. También habla del trabajo del Gobierno de EEUU dirigido a la coordinación de artistas e intelectuales disconformes con aspectos de la sociedad cubana, para dirigirlos a formar un cuerpo opositor contra la Revolución.

Menciona los casos de algunos grupos de rap cubano, como Los Aldeanos (hoy en Miami), a los que los servicios norteamericanos trataron de promocionar, por su capacidad de convocatoria y sus letras críticas.

Y sentencia que, a pesar de estos intentos de utilización por parte de la CIA, todo intelectual revolucionario debe ser un rebelde y un crítico e inconforme ante lo mal hecho en la sociedad cubana.

Equipo técnico: Patricia Moncada, Javier Garijo, José Manzaneda. Edición: Esti Bonito.

Otros materiales sobre Raúl Capote:

Entrevista de Cubainformación TV en 2011: Raúl Capote, agente cubano infiltrado en la CIA

Raúl Capote: "Yo participé en Génesis, un proyecto de la CIA contra Cuba"

Raúl Capote, ex doble agente cubano: `La CIA me reclutó para realizar en Cuba algo similar a lo de Ucrania y Venezuela´

- Tú fuiste captado por la agencia de inteligencia norteamericana por tu perfil de profesor universitario, de intelectual crítico. Incluso habías sufrido ciertas incomprensiones en la institución en la que trabajabas. El objetivo de la CIA, a la hora de captarte, fue ir nucleando un entorno de intelectualidad, de profesorado, de artistas críticos, para la creación de un cuerpo opositor contra el gobierno cubano. Hace unos años, publicaste tu libro de vivencias “Enemigo”. Cuéntanos sobre él.

- El libro “Enemigo” recoge un periodo muy intenso de mi trabajo como supuesto agente de la CIA, desde 2004 a 2011. Y tiene una particularidad: lo empecé a escribir siendo todavía agente secreto. No sabía si alguna vez se podría publicar, no estaba seguro de si, en algún momento, el libro pudiera salir a la luz pública, pudiera editarse. Escribirlo fue una manera de descargar la tensión con la que vivía. Y fui contando la historia al ritmo de lo que estaba ocurriendo. Felizmente, tuve la oportunidad de publicarlo, cuando se hace la denuncia en el año 2011. Esta denuncia se llamó “Las razones de Cuba”.

- En los años en los que estuviste infiltrado en la CIA, ya descubriste un concepto que manejan los servicios de inteligencia norteamericanos y otras potencias, del que se habla mucho últimamente: el “golpe suave”.

- Esa es exactamente la estrategia. Ellos estaban intentando crear las condiciones, crear los líderes necesarios. No los tenían, el tiempo estaba pasando con rapidez, según ellos se estaba acercando la hora del relevo generacional de la Revolución y necesitaban formar líderes de cambio. Es uno de los objetivos centrales de mi trabajo en esos años, tratar de identificar personas que pudieran formarse, prepararse a través de un cuidadoso plan de becas, muy atractivo porque eran becas donde se pagaba absolutamente todo. Pero el objetivo final de esos líderes, de esos cuadros, era crear las condiciones para, llegado el momento –calculaban un plazo de 10 o 15 años desde el año 2004– tener a las personas capaces de organizar este tipo de trabajo.

- ¿Qué tipo de ayuda les daban a ustedes?

-Nos hacían llegar los equipos de comunicación más modernos en su momento, nos ayudaban a estudiar cómo se puede crear una red para comunicarse con diferentes sectores de la sociedad cubana, que fuera clandestina, que no fuera detectada por la Seguridad cubana, para alcanzar ciertos niveles de movilización, sobre todo entre los jóvenes, en el momento en que la estrategia llegara a su punto final. Y junto con esto, prepararnos para la “hora cero”, el relevo que, según ellos, estaba ocurriendo en el país, para entonces salir a la luz pública como una organización, como una especie de tanque pensante u ONG, aparentemente sin ningún tipo de interés político ni financiamiento exterior.

Esa organización debería aparecer como una alternativa de pensamiento a lo que estaba ocurriendo en el país, incluso una alternativa de pensamiento desde la izquierda. Sería una fundación que se llamaría “Fundación Génesis para la Libertad” que, desde un pensamiento aparentemente socialista, lograra confundir a la mayor parte posible de gente y se presentara como una alternativa, con un discurso también, en apariencia, de izquierdas. La idea es que generara división interna en el país y generara confusión. Ellos pensaban desplegar, como parte de la estrategia en esos años, una fuerte guerra en el terreno de la ideología, de la cultura, para crear lo que llamaban en Cuba “personas acríticas”, que en el fondo son personas sin compromiso con la Revolución, que creen que el capitalismo es la solución a los problemas del país, claramente identificados con la sociedad de consumo, pero sin ninguna militancia política.

- El objetivo era dividir la sociedad...

- Por supuesto. Ellos decían entonces, que con el país en esa circunstancia de división interna, con estas nuevas propuestas, con líderes formados por ellos, se podía empezar a aplicar en Cuba la estrategia de lo que ahora llaman “golpe suave” con éxito. Y ahí empiezan, hablo de años atrás, del año 2006, intentando crear y formar en Cuba esos activistas, que se diferenciaban de los que estábamos formando nosotros, en que eran activistas de calle, activistas que trabajaban en supuestas “acciones no violentas”.

Junto con esto, todo un trabajo con grupos musicales, trataron de identificar cuáles eran los géneros musicales que más se escuchaban en el país, qué impacto tenían en los jóvenes. Hicieron trabajo de campo, incluso grabaron, filmaron a muchos grupos musicales, engañándolos, diciéndoles que se trataba de un trabajo de promoción artística. Realmente no estaba el mercado detrás de ellos, sino la CIA, tratando de guiar su trabajo. Habían visto las posibilidades que podían tener ciertos músicos, en determinado momento, para llenar las plazas. De que la gente acudiera a las plazas no por una inclinación política, o manifestándose por algo, sino por el atractivo que significaba un grupo de alta convocatoria. Esto lo explica el libro “Enemigo”. Nosotros tuvimos la oportunidad –una de las cosas que considero más importantes en mi trabajo–, de parar una cosa como esa, de contribuir a detener o frustrar una estrategia de este tipo.

- Hace un tiempo, Associated Press publicó una investigación sobre el intento de utilización del movimiento hip hop, rapero, de Cuba, incluso el financiamiento de sus actividades, por parte de la agencia norteamericana USAID.

- Es el caso de “Los Aldeanos”. Un grupo de rap con mucha popularidad, que hacía fuerte crítica social, pero que un determinado momento, da un giro de 180º, pasa a una crítica política muy fuerte. Y coincide con la llegada a Cuba de supuestos contratistas que habían llegado a buscarles mercado internacional. Es muy interesante. La CIA necesitaba un grupo en Cuba que tuviera alta convocatoria de jóvenes, que pudiera llenar una plaza con doscientos mil muchachos y muchachas, para que sirviera al plan, a esa estrategia. No sé hasta qué punto los músicos eran conscientes de quién y cómo les estaba utilizando, pero muchas de las personas que llegaron a Cuba supuestamente a ayudar al desarrollo artístico de “Los Aldeanos”, son las mismas personas que después estuvieron involucradas en acciones de desestabilizadoras en otros lugares del mundo. Estuvieron en Bagdad unos. Otro estuvo después involucrado en los hechos de la Plaza Maidán en Ucrania. Así trataron de engañar a otra mucha gente. Se movieron en un escenario bastante grande, porque el hip hop se prestaba, porque el tipo de música tenía una incidencia muy grande en los barrios, sobre todo entre la gente más joven. Por eso creyeron que sería una vía para lograr sus objetivos de desestabilización.

Pero habría que separar el movimiento hip hop de los grupos que se prestaron a ello, ¿verdad? - Por supuesto, incluso hay que decir que muchos grupos desconocían lo que estaba sucediendo, fueron engañados en determinados momentos. Creo que el mercado los deslumbró, pusieron por delante la posibilidad de ganar mucho dinero, y algunos terminaron haciendo algo que estaba totalmente en contra de lo que se proponían al inicio como músicos y como artistas.

- Después has publicado un segundo libro, “La guerra que se nos hace”.

- “Enemigo” narra la historia de mis vivencias, pero “La guerra que se nos hace” es fruto de una investigación profunda de todas estas temáticas, del trabajo de la CIA no solamente contra Cuba sino contra otros países, contra América Latina, contra Europa, incluso dentro de los EEUU, y de cómo fue creada, para qué fue creada, su enfrentamiento con el socialismo en Europa del Este, lo que ha hecho en Europa en general, no solamente contra el campo socialista, sino lo que hicieron contra América Latina, en los 80 fundamentalmente.

Hay una segunda parte del libro dedicada a Cuba por completo. Está toda la etapa de mi trabajo dentro de la CIA también, con la experiencia de algunos compañeros y con algunos temas que se han ido investigando. ¿Cómo se utilizan las organizaciones no gubernamentales en esta estrategia contra Cuba y contra otros países? ¿Cómo funcionan las diferentes líneas de financiamiento? ¿Cómo llega? ¿Cómo apuntan el trabajo de los servicios especiales a partir de la colaboración de instituciones con nombres muy atractivos, muy bonitos, pero que tienen detrás el trabajo de los servicios especiales norteamericanos?

Y también está el análisis del enfrentamiento en el campo de la cultura, el pensamiento que necesitamos para parar esa guerra que se nos hace.

- Raúl, ¿qué crees que deben hacer las instituciones culturales y los intelectuales de este país para que esa intelectualidad crítica no acabe seducida por los cantos de sirena, por las ofertas del gobierno norteamericano, directas o indirectas?

- Yo creo profundamente en el pensamiento crítico, creo que eso es parte de ser revolucionario. Un revolucionario que no sea rebelde, que no sea crítico, es una anomalía. De un ciudadano bueno salen buenos ciudadanos, pero de un revolucionario sale el rebelde, sale el crítico, sale la persona que se cuestiona la realidad, eso es lo que es realmente ser un revolucionario.

Las instituciones, cuando dejan de atender, de reconocer este pensamiento crítico, ahí está la mano del enemigo, que aprovecha cualquier tipo de fisura. El que es auténtico, se va a quedar como auténticamente revolucionario, que está asumiendo la crítica como su esencia. Y, por lo general,

es muy difícil que el enemigo logre captarlo. Pero mucha gente joven, mucha gente que empieza en determinados momentos y que requiere del apoyo institucional y dondequiera que ese apoyo falle, entonces ahí están los servicios especiales norteamericanos haciendo su labor de división, sabotaje y compra de esos talentos.

- Y en esta “guerra que se nos hace”, ¿cómo crees que va a influir la nueva relación Cuba–EEUU, será la misma guerra pero con un rostro más amable?

- Ahora comienza lo más difícil. Están pasando de aplicar la política del garrote a la política de la zanahoria. No pudieron ponernos de rodillas, pero ahora van a tratar de vencernos a través de su poderosa industria cultural. Fíjate que casi todas las primeras cosas que ha aprobado la Casa Blanca, tienen que ver con el mundo de las telecomunicaciones, con el mundo de la información. Tienen la experiencia de cómo derrotaron al socialismo en la antigua Unión Soviética, más allá del análisis que hagamos de aquellos procesos. Ahora tiene Cuba que enfrentar esa guerra en el terreno de las ideas y en el terreno de la cultura. Muchos oficiales de la CIA que conocí estaban en contra del bloqueo, estaban incluso a favor de las relaciones porque, según ellos, facilitan el trabajo dentro del país, no desde el punto de vista de la guerra cultural sino desde el punto de vista operativo: les iba a ser mucho más fácil todo lo que pudieran hacer.

Pero, bueno, bienvenido el diálogo. Estamos preparados y debemos asumir el reto de enfrentarnos en un terreno distinto. Tenemos la fuerza de nuestras ideas. Tenemos la fuerza de nuestra cultura, que se va a poner a prueba ahora en este nuevo escenario. Y creo que sí, que van a ser tiempos complejos, pero tengo la fe absoluta de que vamos a salir también ganadores.

Entrevista: José MANZANEDA
Transcripción: Natalia CALVO

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