Yuniel Labacena - Cubahora.- El problema de la demanda de ciertos productos en la población y la venta de estos por parte de los mercados de artesanos ha levantado ciertas inquietudes. Cubahora conversa con Oscar Fernández Estrada, Doctor en Ciencias Económicas.


Oscar Fernández Estrada: Doctor en Ciencias Económicas, profesor e investigador, jefe de Departamento de Planificación de la Facultad Economía de la Universidad de La Habana.

Demanda: es una categoría económica que relaciona las cantidades que los consumidores están dispuestos a comprar a un precio determinado. “Significa que de ocurrir un cambio ligero en el precio del producto, las cantidades demandadas pueden variar significativamente.

La falta de productos que se comercializan en moneda nacional en los Mercados Artesanales Industriales se ha robado el show mediático durante el primer mes del año. Junto al ya mencionado cepillo de dientes y los jabones de baño y de lavar, se unieron también productos de las Tiendas Recaudadoras en Divisas como el desodorante, el detergente, el champú y otros.

La industria dice cumplir los planes sin mayores inconvenientes y tener capacidades para incrementar esas producciones, manteniendo las normas de calidad requeridas. Entonces, ¿qué sucede cuando en muchas ocasiones hay ausencia de estos productos en nuestras tiendas?

El Doctor en Ciencias Económicas Oscar Fernández Estrada, profesor e investigador y jefe de Departamento de Planificación de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana, parece tener la respuesta. En diálogo con esta revista digital, aseguró que el problema está dado en el desconocimiento de la demanda en Cuba.

En ese sentido explicó que, por lo general, en nuestro país los mercados de bienes y servicios tienen tres características esenciales: la producción enfrenta limitaciones reales, hay muy pocos oferentes de cada rubro, lo que les garantiza control casi monopólico del mercado, el entorno monetario existente impide que el dinero desempeñe su papel regulador en las transacciones y este rol es sustituido por continuas regulaciones administrativas.

ATENCIÓN A LA DEMANDA

Añadió que, para entender este fenómeno, lo primero es esclarecer qué se entiende por demanda:

“La demanda no se puede identificar como un sinónimo de necesidades, fenómeno que ocurre en muchas ocasiones en Cuba. Por lo general, en nuestro país los estudios de demanda se reducen a un cálculo de necesidades, asumiendo determinados supuestos respecto a la vida útil del producto, o tomando como base el comportamiento del año anterior. Por otra parte, tienden a considerar los consumidores como un conjunto homogéneo, desprovisto de preferencias diferenciables, con lo cual no se realizan análisis por segmentos”. Y asegura: “no debe denominarse demanda a la cantidad de cepillos de dientes requeridos para satisfacer las necesidades estimadas de la población”.

“Muchas de las empresas no tienen dispositivos entrenados para hacer estudios de mercado, analizar los potenciales consumidores, sus demandas, comportamientos, preferencias y reacciones ante eventuales cambios en precios y calidades.

”Ocurre también que las entidades no disponen de las posibilidades para maniobrar con los precios de los productos, lo que introduce rigideces en este proceso. Cuando el precio es determinado por un nivel superior a la empresa, es más probable que no coincida con el precio de equilibrio que realmente reconoce el mercado.

”De esta forma, cuando el precio queda por encima del equilibrio, entonces el producto no encuentra suficiente demanda: no hay muchas personas que estén dispuestas a pagar lo que se pide por él. En el caso contrario, que es también muy habitual, se genera la cola”, aseveró.

COMPETIR PERO NO VENDER

Al realizar una comparación con las condiciones que comúnmente enfrentan los mercados en otras latitudes, Fernández Estrada resaltó que los productores compiten por vender, algo que no sucede en los nuestros, debido a la escasez y concentración de la oferta. “Aquí los consumidores son quienes compiten por comprar; por tanto, el papel de la demanda se distorsiona, porque ella no es la que orienta la producción".

“El control monopólico cubano también influye en la relación entre la oferta y la demanda y ello está dado porque no tenemos una estructura productiva que estimule la existencia de varias entidades capaces de elaborar el mismo producto.

“En muchos casos existe un solo productor que no compite con nadie, no tiene incentivos naturales para bajar los costos, los precios, para mejorar en calidad, para innovar…, es decir, que como no está en un entorno competitivo, los consumidores están obligados a adquirir lo que le pongan en la tienda".

“Cuando una producción determinada tiene como destino fundamental el mercado interno, siempre es más aconsejable desconcentrarla, que existan varios productores y que compitan entre ellos, aunque sean todos estatales o no. Esto hay que entenderlo como una necesidad, sobre todo en un contexto en que se encuentran restringidas las importaciones. Históricamente hemos apelado a la gran empresa consolidada y fuerte, lo cual puede ser muy útil fundamentalmente en aquellos casos que estén orientados a competir en el exterior”, manifestó.

“La doble circulación monetaria —con tasas de cambio bien diferentes para el sector de la población y para las empresas— así como los problemas que en los últimos años hemos confrontado para garantizar la convertibilidad del CUC, han obligado a nuestras autoridades a supervisar directamente las erogaciones en divisas internacionales aprobando cada operación a través de los llamados CL (certificado de liquidez) que se asignan puntualmente a las entidades, dotándolas de liquidez en divisas a cambio de los pesos convertibles correspondientes”.

Este actuar, según el profesor universitario, complejiza los procesos de importación de insumos productivos, los torna más lentos, a la vez que restringe los gastos por este concepto y ello nos obliga a intentar manejar con las manos la incalculable complejidad de las relaciones económicas que se tejen entre las entidades y con el consumidor final.

“Por ejemplo, puede ser que una empresa tenga suficientes ingresos en CUC pero no le sea otorgada a tiempo la aprobación para adquirir las divisas (CL) para importar insumos, entonces su proceso productivo se verá afectado, y por consiguiente también se afectarán los restantes eslabones de la cadena.

”Por este camino no queda otro remedio que intentar regular estos flujos de forma material, o sea, asignar la divisa para importar insumos concretos, que a su vez serían utilizados en producciones concretas, vendidos a un comercializador preestablecido, que a su vez tiene el plan de satisfacer la necesidad estimada de la población en un rubro específico.

”Cuando, como habitualmente pasa, el proceso requiere de la intervención de variadas entidades suministradoras, productoras o comercializadoras, se requiere coordinar muchos planes y capacidades, y esto se intenta a través de un proceso que le llaman “conciliación de las demandas” (aunque dista mucho de referirse al concepto clásico de demanda). Si un elemento de esta cadena falla entonces todo va colapsando como fichas de dominó”.

LA PLANIFICACIÓN TAMBIÉN INFLUYE

En todo este fenómeno también influye la planificación, la cual deberá desarrollar un rol protagónico en el nuevo modelo económico que se implementa en el país. Tal como definió Fernández Estrada, el sistema de planificación en su conjunto debe ganar en coherencia para evitar que una entidad no pueda explotar al máximo su capacidad productiva, por ejemplo, porque se sobrepasa en el consumo de la cifra electricidad asignada.

“Estos procesos de planificación requieren ser fortalecidos. En ocasiones se observan prácticas lesivas según las cuales las unidades de base informan a los niveles superiores capacidades subestimadas y necesidades sobrestimadas, mientras los niveles superiores asignan recursos por debajo de lo solicitado y exigen metas superiores a las planificadas por la base.

”La planificación tiene que dejar de entenderse como el mecanismo sacrosanto a través del cual los niveles centrales del Estado deciden con precisión las fuentes y los destinos de los recursos que se ponen en movimiento en la economía. Por una sencilla razón: es imposible conseguirlo, al menos en nuestras condiciones. Es imposible desplegar un proceso de asignación centralizada de recursos y tareas a los actores económicos sin que ello provoque despilfarro en muchas ocasiones.

”El sistema no puede funcionar a partir de un diseño en el que los actores tengan que interactuar con algún nivel central —buscando una liberación de un recurso, una excepción en una regla o política, o simplemente un visto bueno— para ejecutar cada operación con los restantes actores, algo que debería ser totalmente horizontal, muy sencillo y automático.

”El Estado tiene que aprender a regular los procesos económicos utilizando mecanismos indirectos. Esto significa menos presencia de regulaciones administrativas, que por lo general son las que prohíben u obligan determinados comportamientos, y más empleo de políticas de incentivo, que son las que estimulan a los actores a que se comporten en el sentido que se espera de ellos.

”También hay que apuntar que los dispositivos de planificación en el país están por lo general muy debilitados. Son temas complejos que requieren entrenamiento del personal así como aplicaciones científicas”, alegó.

El investigador apuntó que la solución está en transitar paulatinamente a una planificación financiera, cuya virtud fundamental radica en la simplificación que ofrece al expresarlo todo en unidades monetarias. Sin embargo, señala, esto requiere el ordenamiento riguroso del entorno monetario actualmente muy distorsionado.

“Esto constituye uno de los principales beneficios que traería el proceso de unificación monetaria recientemente anunciado, al hacer que la moneda doméstica (CUP) recupere sus funciones en la economía, y los procesos productivos puedan ser regulados financieramente.

”Otro asunto asociado a estos temas tiene que ver con la ausencia de los sistemas de incentivos adecuados para garantizar que las empresas, sus trabajadores y directivos, estén verdaderamente motivados a producir una expansión en sus resultados productivos. Aún existen inmensas reservas y también enormes distorsiones en nuestros sistemas retributivos —incluidos salarios, estímulos y otras compensaciones no monetarias— que se erigen en verdaderas barreras a la productividad”, apuntó.

2014: EMBRIÓN PARA TRANSFORMAR

Muchos de los problemas que se mencionan en este análisis pueden tener su solución en las Directivas del Plan 2014 anunciadas hace unos meses por las principales autoridades del país. Se afirma que el nuevo modelo se va a caracterizar por una mayor autonomía en la gestión de estas empresas, aunque sin llegar a formas de autogobierno obrero.

En consonancia, el reconocido profesor universitario apuntó que en estas Directivas hay importantes avances, pues se pretende generalizar a todo el sistema empresarial un nivel de autonomía que ataca directamente esa noción de planificación que nos ha “enredado” en una telaraña administrativa, carcelera de la iniciativa y la innovación, y verdadera mordaza para la productividad.

“¿Qué proponen las directivas? En primer lugar, la transformación del concepto de “objeto social”. A partir de ahora el llamado “objeto social” no va restringir explícitamente lo que puede o no hacer cada entidad, sino que va a marcar solo cuál es su actividad fundamental. Todo lo demás que se quiera hacer sería decisión de la directiva de la empresa.

”En paralelo con esto aparece un concepto nuevo, el de “encargo” o “pedido estatal”, que va a estar definido por las cantidades y tipos de producciones que el Estado le va a encargar a la empresa para satisfacer los objetivos prioritarios, y que en perspectiva no deben comprometer el 100 por ciento de su capacidad productiva. El resto de las producciones se podrán comercializar en el mercado, supuestamente a cualquier agente económico, a precios mutuamente convenientes.

”Ahí es donde nace realmente el mercado mayorista, cuando para adquirir un insumo basta con establecer contacto con los oferentes y acordar los términos, sin que medien barreras ni permisos administrativos supra-económicos. En la medida en que se logre que los objetivos prioritarios sean satisfechos a través de ese mercado, entonces el “pedido estatal” iría cediendo espacio como mecanismo directo de regulación de la producción. Aquí estamos viendo ya una transformación conceptual que, de generalizarse adecuadamente, puede tener resultados muy positivos. Súmele a esto que las empresas conservarán el 50 por ciento de las utilidades, las que podrán invertir y distribuir a sus trabajadores.

”Sin dudas, hay importantes elementos de cambio en esas Directivas para el 2014, que constituyen señales que valoro de muy positivas y coherentes. Sin embargo, el hecho de que estén emitidas no es garantía de su aplicación, pues se requiere la modificación de muchos elementos en el complejo marco regulatorio que acompaña la actividad empresarial”.

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