Artur González / Heraldo Cubano.- Desde hace 64 los fiscales y jueces en Estados Unidos, utilizan un doble rasero cuando tienen que actuar contra terroristas que ejecutan acciones en Cuba, aunque tengan detrás una estela de muertos y heridos. Sin embargo, cuando la candela les quema en su casa, de inmediato asumen posiciones fuertes para apagar todo acto que afecte la estabilidad de su sistema.


Un claro ejemplo son las fuertes sanciones impuestas a los implicados en el asalto al Capitolio Nacional, hecho sin precedentes que puso en peligro la estabilidad de su seguridad nacional.

Por esa razón, el 5 de septiembre del 2023, cuando el juez estadounidense Timothy Kelly, dictó sentencia contra Enrique Tarrio, exlíder de Proud Boys, sancionándolo a 22 años de prisión, explicó que la sanción estaba en correspondencia con el delito cometido de orquestar, con su grupo de extrema derecha, el ataque al Capitolio de Estados Unidos y añadió: “Es necesario un castigo severo para disuadir cualquier acto futuro de violencia política. Esto no puede volver a suceder”.

Los fiscales habían pedido para Tarrio una condena de 33 años de prisión, al considerarlo “cabecilla de un complot para utilizar la violencia y romper la piedra angular de la democracia estadounidense”.

El doble rasero de estos letrados radica en que los terroristas cubanos establecidos en Estados Unidos, son calificados como héroes y viven tranquilamente, a pesar de tener las manos ensangrentadas de civiles inocentes, entre ellos niños, como sucedió con Orlando Bosch, Luis Posada Carriles Carlos Alberto Montaner, Reinol Rodríguez, Gaspar Jiménez, Guillermo Novo Sampoll, Ángel de Fana Serrano, Pedro Remón, Osvaldo Mitat, Salvador Álvarez Fernández Magriñá y muchos más que gozaron hasta su muerte de total impunidad en Miami.

Los más de mil detenidos por el asalto al Capitolio en Washington, son calificados de terroristas de extrema derecha y acusados, entre otros delitos, de conspiración sediciosa y pretender crear un caos violento, de ahí la necesidad de sancionarlos severamente para que no se repitan tales acciones, pero no se atreven a considéralos como presos políticos.

Por actos similares acontecidos en Cuba en el año 2021, estimulados desde Estados Unidos a través de las redes sociales y por sus laboratorios de subversión contra la Revolución, la campaña propagandística para satanizar al gobierno de la Isla por las sanciones impuestas, ha sido brutal, cuando las acciones ejecutadas pretendían crear el mismo caos violento que el llevado a cabo en Washington.

Al parecer, Cuba no tiene el derecho de aplicar sanciones para que esos actos no se repitan, pero los yanquis, dueños y amos del mundo si pueden hacerlo, tal como hacen países como Perú, Ecuador, Francia y otros más, sin ser condenados por nadie, pues esos gobiernos solo pretenden “salvar la piedra angular de la democracia”, a pesar de los muertos y heridos que dejan.

En su alegato, el fiscal Conor Mulroe, le dijo al juez que los hechos cometidos por los asaltantes “fueron actos calculados de terrorismo”, pero cuando en los juicios celebrados a los delincuentes que saquearon en Cuba centros comerciales, lanzaron piedras a los hospitales infantiles y pretendieron incendiar una estación de policía, los comisores de esas acciones terroristas, “luchaban por la libertad”.

El doble rasero de los que sancionan a Cuba es tal, que ahora durante el juicio celebrado en Washington se pudo conocer que, “casualmente”, Enrique Tarrio es de origen cubano y reside en Miami, la Ciudad del Odio, donde creció en un ambiente tóxico rodeado del llamado exilio, conformado inicialmente por asesinos, torturadores, ladrones y terroristas mercenarios.

Los fiscales yanquis afirmaron que desde Miami, Tarrio organizó, dirigió y animó el asalto al Capitolio, al escribir en las redes sociales: “Hagan lo que hay que hacer”, lo mismo que sucedió en Cuba en julio del 2021, cuando estimularon los hechos vandálicos.

Cuba lleva años denunciando a varios cubanos que, a través de los canales de YouTube, hacen exactamente lo mismo que Tarrio, y todos los días incitan a la violencia, exhortan a tomar las calles, asaltar locales gubernamentales e incluso matar a cuanto cubano apoye al sistema socialista, sin que el FBI actúe sobre ellos, porque cuando se trata de atacar a la Revolución no existen crímenes de terrorismo, ni permiten que sean sancionados, como hacen ellos en los Estados Unidos.

Así ha sido en los 64 años que tiene el proceso revolucionario cubano, porque el odio desborda los límites de la ley que deben aplicar, a quienes no aceptan que el pueblo cubano se niegue a arrodillarse a sus pies, pero como afirmó José Martí:

“La honradez es el vigor en la defensa de lo que se cree”

 

 

 

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