Es la primera vez, después de 40 años, en que sabemos con certeza que Fidel Castro no llegará a los encuentros del Parlamento cubano. Sin embargo, ha permanecido su silla vacía junto a la de Raúl este martes en la Asamblea Nacional del Poder Popular, cuya última sesión del año abre con un video en el que se recuerdan algunas de las intervenciones del Comandante en Jefe desde que se instituyera este órgano de gobierno en 1976.


El Parlamento sin el diputado Fidel

Rosa Miriam Elizalde - Cubadebate

Es la primera vez, después de 40 años, en que sabemos con certeza que Fidel Castro no llegará a los encuentros del Parlamento cubano. Sin embargo, ha permanecido su silla vacía junto a la de Raúl este martes en la Asamblea Nacional del Poder Popular, cuya última sesión del año abre con un video en el que se recuerdan algunas de las intervenciones del Comandante en Jefe desde que se instituyera este órgano de gobierno en 1976.

“Mi destino no era venir al mundo para descansar al final de la vida”, dice un Fidel de pie en el podio del Palacio de las Convenciones, pero en imágenes de hace más de una década. Cuando el plano de la cámara se abre y refleja como en un espejo las mesas parlamentarias, las estructuras metálicas y las grandes luces de este lugar, la sensación de vacío es casi opresiva. El Presidente del Parlamento, Esteban Lazo, renuncia al clásico minuto de silencio en honor del fallecido y propone que, en su lugar, cada uno de los presentes medite y haga suyo el concepto de Revolución, testamento político del Comandante y la mejor manera de no dejarlo morir.

Incluso cuando esto ocurre y la Asamblea presenta los resultados de la economía en el 2016 y el presupuesto para el 2017, la frase con la que cierra el video sigue pesando en esta sala. Nada está más lejos de Fidel que el retiro para cosechar pompas y, menos, las funerarias. La sesión del día cumplirá el deseo póstumo de que no se instituyan ni retrato oficial, ni estatua, ni sello, ni moneda, ni calle, ni edificio, ni monumento con su nombre o su figura, ni medalla, ni trofeos. Raúl reitera lo que dijo en la Plaza de la Revolución “Mayor General Antonio Maceo Grajales”, de Santiago Cuba: Fidel rechazó en vida esa práctica y para asegurar que esta no se destape en su ausencia, la legislación que se aprueba hoy institucionaliza las convicciones y la coherencia del líder revolucionario.

La razón está a la vista. Él despreciaba el “culto a la personalidad” que congela el pasado, burocratiza la memoria y activa el dogma. Quien haya vivido en Cuba sabe que no se puede congelar una idea de lo que es Fidel -al punto de que la consigna más escuchada en estos días de duelo, “Yo soy Fidel”, ha dotado de millones de rostros singulares a su nombre-, como tampoco es posible congelar la memoria de la Revolución cubana. Además del desinterés personal y la ausencia de todo cálculo egoísta en la trayectoria de su existencia, lo que esta decisión subraya es la necesidad de traducir en actos concretos los ideales más atrevidos del Comandante en Jefe, que están por cumplirse a plenitud.

Tal como están las cosas en el mundo, los valores e ideas que él postuló y defendió son necesarios para que la vida pueda ser vivible, para que la sociedad pueda ser realmente humana. Su destino no es el descanso ni la paz de los sepulcros. Vino al mundo para no descansar al final de su vida y, mucho menos, en este comienzo de su sobrevida.

 

El mayor monumento a su memoria no será un pedestal en una plaza

Intervención de Yoerky Sánchez Cuéllar en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

Granma

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

Querido Raúl;

Estimado presidente de la Asamblea Nacional, Esteban Lazo;

Diputadas y diputados:

En esta misma sala, durante la clausura de un período ordinario de sesiones de nuestro Parlamento, el 27 de diciembre de 1991, hace hoy exactamente 25 años, el Comandante en Jefe expresó: “La muerte nos espera a todos de todas las formas, es una ley natural, y ojalá todos muramos de muerte natural; no queremos que se adelante ni un segundo la hora de la muerte de nadie, pero tampoco querríamos jamás que se aumente ni un segundo la vida sin honor, sin patria, sin dignidad.”

Esas tres palabras dichas un día como hoy, hace 25 años, ante los diputados al Parlamento: “honor, patria y dignidad”, simbolizan el legado de Fidel y nutren el concepto de Revolución que los cubanos reafirmamos en sentido juramento, pues el valor de la existencia encuentra su más elevado asidero en la inmortalidad de las ideas.

La Ley que se nos presenta no solo es coherente con la voluntad sagrada de nuestro histórico líder. Así actuó siempre, con una modestia infinita, convencido de que se ha de hacer el bien porque sí, naturalmente, sin tener que llamar al mundo para vernos pasar.

No por casualidad una de sus frases predilectas es aquella que proclama que “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

Preciso es conocer su pensamiento para comprender por qué desde los primeros instantes del triunfo rebelde, frente a la espontánea iniciativa de algunos, prohibió que se le erigieran bustos a su figura.

Es el mismo Fidel que, con méritos sobrados para ello, nunca aceptó la condición de Héroe de la República de Cuba, y hasta cuentan que un día cuando le consultaron si uno de sus libros podía tener su foto en la portada, se negó rotundamente y en su lugar propuso publicar los trazos de un mapa guerrillero.

No hay entonces contradicción alguna entre el espíritu y la letra de esta Ley y lo que en vida el Comandante en Jefe propugnó y selló con sus propios actos.

El mayor monumento a su memoria no será un pedestal en una plaza, no será una fábrica o una escuela con su nombre. “Las grandes personalidades” —escribió Martí—, “luego que desaparecen de la vida, se van acentuando y condensando, y cuando se convoca a los escultores para alzarles estatua, se ve que no es ya esto tan preciso, porque como que se han petrificado en el aire por la virtud de su mérito, y las ve todo el mundo.” Son, al decir del Apóstol, como cimientos en que se afincan los pueblos.

Por todo ello, considero, al ratificar esta Ley, que el más grande monumento a Fidel y el más sublime homenaje a su figura será continuar la obra que él nos entregó y no fallarle jamás.

Deseo concluir con los versos que escribí en la noche del 25 de noviembre al conocer la noticia:

Prefiero pensar, Fidel,/Que sigues tu largo viaje/ Con el verde olivo traje/Como el mismo día aquel/Que con una tropa fiel/Desafiando la corriente/Impulsaste el Granma al frente.

Y al escuchar a Raúl, sé que en otro mar azul navegas eternamente.

Muchas gracias (Aplausos).

 

Fidel: salvémoslo para el futuro

Los diputados aprobaron por unanimidad la ley sobre el uso del nombre y la figura de Fidel

Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana, expresó que la voluntad expresada por Fidel constituye el retrato y perfil de un revolucionario verdadero.

Tenía confianza absoluta en el triunfo de las ideas y creía que ellas eran el mejor legado, manifestó y añadió que tenía una convicción profunda en la unidad. Detrás del concepto expresado en el momento más maduro de su pensamiento político, estaban las experiencias que lo hicieron el autor de la unidad nacional, subrayó.

Cuando miraba el pasado, pensaba en los que se levantaron y perecieron sin alcanzar la victoria, declaró Eusebio, y puso como ejemplo a Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales, los que lucharon contra el colonialismo en 1868 o los revolucionarios de la revolución del 30.

Ello le llevó a concebir un proyecto político que tuvo la virtud de alcanzar por única vez una victoria en este continente. Pensó que había que galvanizar la Revolución en un Partido que representara la unidad de la nación.

Después de haber visto desde el poder político de las clases más revolucionarias, la consolidación de la Revolución, su sobrevivencia a un asedio terrible y considerarse invicto, creyó que no era posible vivir más y simple y sencillamente, se fue. Ahora nos queda un gran desafío: no podemos convertir en consigna, ni vaciar en bronce, ni en palabra hueca, ni en alharaca su pensamiento.

Con su muerte atravesó en el camino del adversario y de nuestras propias flaquezas un enemigo terrible: como lo fue en vida, lo será más allá de ella, dijo, e instó a cumplir su voluntad; rendir cultos de obra, más que de palabras; levantar la producción, el campo, y estoy seguro que como dice la canción, ese caballo blanco que anda descabalgado permanecerá eternamente.

Después de escuchar a Eusebio, es al unísono imposible no apoyar la poesía de sus palabras, que han resumido el sentir del pueblo cubano, pero hablaré como joven de este país, expresó la diputada Jennifer Bello Martínez

Hace un mes y un día que el pueblo cubano recibió un fuerte golpe, el que no imaginábamos aunque fuese natural su partida física. Es como si hubiésemos perdido a un padre, hermano, a un amigo entrañable. Sin embargo, nadie, ningún niño, joven, cubana o cubana, lo hemos sentido ausente, dijo la diputada.

Ahora, dijo, contamos con un instrumento legal que ampara su voluntad, la misma que predicó con su modestia, humildad; voluntad que las cubanas y cubanos respetaremos, que este Parlamento respetará.

No ha de ser un monumento lo que lo inmortalizará, sino el que seamos fieles y leales seguidores de su legado, lo que mantendrá viva su obra. Encontremos en su pensamiento la utilidad de perfeccionar lo que debamos, para construir la sociedad a la que aspiramos, desde la defensa además de la cultura, identidad y tradiciones cubanas, señaló Bello Martínez.

La diputada refirió que la frase Yo soy Fidel ha sido escuchada en toda la Isla, se ha visto grabada en los rostros de niños y jóvenes, pero al decir Yo soy Fidel tenemos que meditar, hacer un examen de la conciencia, de la conducta y la moral. Al decir Fidel, debemos predicar con su ejemplo de modestia, honestidad. Debemos no bajar la guardia, ser inconformes con el trabajo, buenos estudiantes, querer y cuidar a la Patria y la Revolución. Es este el mejor homenaje.

Fidel está y estará, no en monumentos ni plazas, pero sí en el actuar de todos los cubanos y cubanas, concluyó.

Ania María Aparicio, diputada por el municipio de Cifuentes, Villa Clara, expresó que como profesional del derecho día tras día es protagonista de los actos jurídicos que permiten hacer valer los deseos de las personas antes de su deceso, lo cual se convierte en mandato. Y añadió además que ahora se nos presenta una propuesta de ley con un alcance mucho mayor, con un impacto en nuestro pueblo, que hará valer su voluntad.

“Aquí hay un monumento a Fidel, hay una revolución, un pueblo que continuará luchando por mantener la obra que él creo”, subrayó.

Por su parte la diputada Ena Elsa Velázquez, del municipio Palma Soriano manifestó que apoya la Ley sobre el uso del nombre y la figura de Fidel, porque es su voluntad y debe respetarse y hacerse cumplir.

Fidel, con esta voluntad, fue consecuente con el propio concepto de Revolución, que es desinterés, altruismo, modestia. Cuando pensaba que quizá podía en su nombre erigirse una escuela, por ejemplo, me di cuenta que nunca podremos ponerle su nombre a cada escuela, a cada cosa donde esté su obra, porque sería hacerlo en toda Cuba y el mundo, apuntó.

Lo que sí podemos hacer es que esté vivo en cada niño, joven educador, en cada hogar cubano. Más de un millón de adolescentes cuando ingresaron a la vida escolar en Cuba, ya no vivieron en igual medida el activismo de Fidel y su presencia constante en la vida pública, pero disfrutan de su obra, en la que la educación es un derecho de todos. Nuestro compromiso debe ser entonces, dijo, el de reforzar el conocimiento de la obra de Fidel, que es el de la Revolución en el poder.

Que cada escuela y cada aula se erija en monumento, en uno inquebrantable, porque será el levantado de las ideas, de las convicciones, y de esta manera estaríamos garantizando la continuidad de la Revolución.

La diputada Irma Shelton, por San Miguel del Padrón, propuso crear un centro para las presentes y futuras generaciones que compile sus imágenes y reflexiones.

Todos los que estamos en esta sala conocimos al Comandante en Jefe, lo vimos hacer, lo vimos sufrir junto a nuestro pueblo, lo vimos triunfar. Para todos nosotros Fidel vive, pero ¿y las futuras generaciones? Qué será de los niños de hoy que vieron con asombro a un pueblo despidiendo a su líder, cuestionó, a lo que el presidente del parlamento cubano Esteban Lazo Hernández, comentó que la ley ofrece un margen a esa propuesta.

Para el diputado Miguel Barnet esta no es una ley que apoyamos formalmente. “Siento que es un abrazo que le estamos dando a Fidel sintiendo palpitar su corazón y el nuestro, respetando su voluntad”, dijo.

Fidel no pudo actuar de manera más consecuente con sus principios martianos, y su voluntad no es solo muestra de extrema modestia, sino de lucidez extraordinaria, dijo el diputado.

“Todo lo que hizo fue entregarse a su pueblo”, y de su humanismo, y de él no esperábamos otra conducta que esta. “Una vez más mostró que es y será siempre un hombre generoso, un luchador invencible, un iluminado”.

No será en piedra o bronce que lo recordaremos, expresó, sino no olvidándolo nunca. “No olvidaremos a quien en el momento más difícil del periodo especial dijo que la cultura es lo primero que hay que salvar. Salvémoslo a él, para siempre, para el futuro”.

El joven Yoerkys Sánchez, por su parte, dio lectura a un fragmento del discurso de Fidel durante la clausura de un periodo ordinario de sesiones de nuestro parlamento, hace hoy exactamente 25 años, donde resaltan las palabras honor, patria y dignidad, las cuales “simbolizan el legado de Fidel y nutren el concepto de Revolución”.

Le ley que se presenta es coherente con la voluntad sagrada del líder, quien actuó siempre con una modestia infinita. Es el mismo Fidel que con mérito sobrado para ello, nunca aceptó la condición de Héroe de la República de Cuba. No hay contradicción entre el espíritu de esta ley y lo que en vida propugnó. El mayor monumento no será un pedestal en una plaza, manifestó.

Los diputados aprobaron por unanimidad la ley sobre el uso del nombre y la figura de Fidel, y por último Esteban Lazo Hernández propuso crear una comisión para la revisión de estilo previo a la publicación de la ley, integrada por los diputados José Luis Toledo Santander, Eduardo Torres Cuevas y Eusebio Leal Spengler.

 

Fidel mostró que fue, es y será siempre un hombre generoso, un luchador invencible, un iluminado

Intervención de Miguel Barnet, presidente de la Uneac en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

Querido compañero General de Ejército Raúl Castro;

Querido compañero Esteban Lazo, presidente de la Asamblea:

Esta no es una ley que apoyamos formalmente. Yo siento que este es un abrazo que le estamos dando a Fidel sintiendo palpitar su corazón y el nuestro y respetando su generosa voluntad.

Con toda convicción ratifico las brillantes y emotivas palabras de Eusebio, y estoy seguro de que es el sentimiento también de los escritores y artistas cubanos.

En efecto, nuestro Comandante en Jefe no pudo actuar de manera más consecuente con sus principios martianos que con esta, su última voluntad. No es solo un acto de extrema y profunda modestia, sino de una lucidez extraordinaria. Todo lo que hizo fue entregarse a su pueblo con el humanismo que ha caracterizado esta Revolución y del que él fue su más alto ejemplo. No esperábamos otra conducta que esa, que no es sino un mentís a quienes alguna vez atribuyeron a nuestro líder y a la Revolución Cubana un culto a la personalidad.

Una vez más, y en sus últimos momentos, Fidel mostró que fue, es y será siempre un hombre generoso, un luchador invencible, un iluminado.

Por eso no lo vamos a convertir en piedra o en bronce. No lo vamos a olvidar nunca. No olvidaremos a aquel que en el momento más duro, terrible de nuestro período especial dijo en un congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba: “La cultura es lo primero que hay que salvar.” Salvémoslo a él para siempre, para el futuro.

Gracias (Aplausos).

 

Para todos nosotros Fidel vive y lo seguirá haciendo hasta el fin de nuestras vidas

Intervención de Irma Shelton, en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

Compañero Raúl;

Compañero Presidente de la Asamblea Nacional;

Diputadas, diputados:

Qué difícil es hablar ante todos ustedes y después de que lo hayan hecho compañeros tan valiosos. Qué difícil es hablar después de Eusebio.

Todos los que estamos en esta sala plenario conocimos de alguna manera al Comandante en Jefe, unos más que otros; unos más de cerca, otros más de lejos; pero lo vimos, lo escuchamos hablar, lo vimos hacer, lo vimos sufrir junto a nuestro pueblo, lo vimos amar, lo vimos triunfar.

Para todos nosotros Fidel vive y lo seguirá haciendo hasta el fin de nuestras vidas. Pero, ¿y las nuevas generaciones de cubanos y cubanas? ¿Qué será de los niños de hoy que vieron con asombro a un pueblo despidiendo a su líder? ¿Qué será de los hijos de nuestros hijos mañana, cuando se hable de Fidel? Urge, en mi consideración, la creación de un centro que compile sus imágenes, sus fotografías, sus documentos, sus reflexiones. De él nos queda todo lo que nos rodea, porque dondequiera que uno mira, en Cuba está presente la obra de Fidel; pero cuando visita otras tierras del mundo, allí también está él, está en la presencia del médico cubano, del maestro, del técnico internacionalista. Crear un centro para las presentes y futuras generaciones, que sea fiel a su legado, su obra y su ejemplo, es mi propuesta. Amén de que en cada uno de nosotros Fidel está vivo. Amén de que en un monolito en Santiago de Cuba, la tierra que lo guarda para la eternidad, las presentes y futuras generaciones puedan llevarle flores. Es muy difícil ante su propia voluntad, pero es la propuesta que hago.

Gracias.

 

Nuestro mayor homenaje no ha de ser el monumento o inmortalizar su nombre

Intervención de Jennifer Bello Martínez en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

Querido Raúl;

Querido Esteban Lazo:

Después de escuchar a Eusebio, es casi al unísono apoyar la poesía de sus palabras, que también creo que es el sentir de todos los cubanos y cubanas. Sin embargo, permítanme, como joven cubana, de la misma estirpe de los jóvenes que en esos días de luto también hicieron recordar, hicieron sentir la obra de nuestro invicto líder histórico Fidel Castro Ruz.

Hace exactamente un mes y un día el pueblo de Cuba recibió un fuerte golpe, el que nunca imaginábamos o pensábamos que tendríamos, aunque fuese una cuestión natural de la vida. La pérdida física de nuestro Fidel ha ocasionado el mismo dolor de cuando perdemos a un padre, a un abuelo, a un hermano, a un amigo entrañable, sin embargo, nadie, ningún niño, ningún joven, ningún cubano ni cubana lo hemos sentido ausente.

Ahora disponemos de un instrumento legal que ampara y respeta su voluntad, la misma voluntad que predicó con su actuar diario, modestia, humildad, desinterés y altruismo. Somos las cubanas y cubanos quienes también respetaremos esa voluntad, y este Parlamento apoya y ampara el Proyecto de Ley que hoy se nos presenta. Nuestro mayor homenaje no ha de ser el monumento o inmortalizar su nombre en todo lo que creamos o edifiquemos, nuestro mayor homenaje tiene que ser el de ser fieles y leales seguidores a su legado; mantener viva su obra es mantener viva por siempre la obra de la Revolución. Encontrar en su pensamiento la utilidad máxima para perfeccionar lo que tengamos que perfeccionar, para continuar en la construcción de nuestra sociedad socialista próspera y sostenible y la defensa de nuestra cultura, nuestra identidad, nuestras tradiciones y nuestra soberanía.

“Yo soy Fidel”, esa frase ha sido escuchada en las plazas, ha sido escuchada en toda la isla, se ha visto en los rostros de los niños, estudiantes y jóvenes; pero al decir “Yo soy Fidel” tenemos que meditar, hacer un examen de la conciencia, de la conducta, de la moral; al decir “Yo soy Fidel” tendremos que predicar con modestia, cumplir cada tarea, ser honestos, no bajar la guardia, firmes por difíciles y complejos que sean los tiempos, ser perennes inconformes con nuestro trabajo, ser buenos estudiantes, aportar al país, ser consecuentes con nuestra historia, querer y cuidar a la patria, querer y cuidar a la Revolución, ese será, sin dudas, el mejor homenaje.

Como dijimos en Santiago, Fidel está y estará, no en monumentos, no en plazas o parques, pero sí en el corazón y en el actuar de todos los cubanos y cubanas (Aplausos).

 

Aquí ya hay un monumento a Fidel, hay una Revolución, hay un pueblo que continuará luchando por mantener la obra que él creó

Intervención de Ania M. Aparicio Albelo en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

(Versiones Taquigráficas - Consejo de Estado)

Compañero Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros;

Compañero Esteban Lazo Hernández, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular;

Compañeros y compañeras;

Diputados y diputadas:

Más que nunca he sentido la necesidad de expresar mis sentimientos y emitir mis criterios, una vez que me ha sido presentada la Ley que se propone aprobar sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Como profesional del Derecho, día tras día soy protagonista de los actos jurídicos que se practican por las personas naturales para, antes de su fallecimiento y prevaleciendo la buena fe, dejar testada su voluntad para que se haga valer una vez que se produzca su deceso, lo cual se convierte en mandato y, en consecuencia, se hace realidad a partir de que se insta por los destinatarios del mismo hacer valer la voluntad del causante.

Hoy, luego del doloroso suceso que a todos nos conmovió, se nos presenta una propuesta de ley con un alcance mucho mayor que el de un simple acto jurídico a los que hacía referencia, con un impacto en toda una nación y un pueblo, que una vez más lo asumiremos con la dignidad y el respeto que merece quien dispuso fuera su voluntad, la de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Y ante el hecho en sí viene a mi mente la letra de una canción que durante los días de tributo muchos tarareamos, pero que con la propuesta de ley que se nos presenta, pienso que su significado se convierta en el mandato que debemos cumplir con su aprobación, y si me permiten, cito una de sus líneas: “A los héroes se les recuerda en los brazos, se les recuerda en la tierra, y eso me hace pensar que no han muerto al final, y que viven allí donde haya un hombre presto a luchar y a continuar.”

Aquí ya hay un monumento a Fidel, hay una Revolución, hay un pueblo que continuará luchando por mantener la obra que él creó.

Muchas gracias (Aplausos).

 

El Ministerio de Educación tiene el compromiso de reforzar el conocimiento de la vida y obra de Fidel

Intervención de Ena Elsa Velázquez, ministra de Educación en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

General de Ejército;

Presidente;

Diputados y diputadas:

Coincido con Eusebio en que no resulta fácil este momento, pero he solicitado la palabra para apoyar la Ley que se presenta, porque es la voluntad de nuestro querido Fidel y tenemos el sagrado deber de respetarla y hacerla cumplir.

Nuestro Líder Histórico en su deseo, expresado en la Ley, fue consecuente con el propio concepto de Revolución, donde habla de modestia, desinterés, altruismo, valores arraigados en su modo de decir y de hacer.

Mientras se presentaba la Ley, pensaba: podemos ponerle su nombre a una institución educativa, se puede erigir un monumento, colocar una tarja en un lugar público; pero nunca podremos ponerles su nombre a todas las escuelas, ni erigir monumentos ni tarjas en cada espacio donde está presente Fidel, porque sería hacerlo en toda Cuba y en el mundo. Lo que sí podemos hacer es que esté vivo en cada niño, adolescente, joven, educador con el trabajo permanente que se desarrolla en nuestras instituciones educativas y en cada hogar cubano.

Sabemos que existe una generación de más de 1,2 millones de niños, adolescentes y jóvenes que iniciaron su vida escolar en el año 2006, que no vivieron el activismo y presencia física de Fidel en cada rincón de nuestro país, como nos tenía acostumbrados; sin embargo, disfrutan y son el resultado de su legado, de su obra y de la vigencia del Programa del Moncada, en el que la educación es un derecho de todos. Es por ello que el Ministerio de Educación, que agrupa a más de 1 700 000 alumnos en 10 649 instituciones, 70 000 aulas, atendidos por más de 260 000 docentes y directivos, tiene el compromiso de reforzar el conocimiento de la vida y obra de Fidel, que es la Revolución; el estudio de la Revolución en el poder, que es la obra de Fidel. De esta manera podemos garantizar que cada escuela, cada aula se erija en el mayor y en el mejor monumento a nuestro líder histórico. Monumento que será inquebrantable porque será el verdadero monumento levantado desde las ideas, los valores, las convicciones, los modos de actuación, los sentimientos, los aprendizajes, que materialice el concepto de Revolución e interprete y haga realidad la frase “Yo soy Fidel”, repetida una y otra vez por nuestros alumnos y por nuestro pueblo en general. De esta manera estaríamos garantizando la continuidad de nuestra Revolución.

Por tanto, apruebo la Ley que se presenta (Aplausos).

 

No podemos convertir en consigna, ni vaciar en bronce, ni en mármoles su pensamiento

Intervención de Eusebio Leal Spengler en la clausura del Octavo Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular

(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

Querido General Presidente Raúl Castro Ruz;

Querido compañero Esteban Lazo;

Queridas diputadas y diputados:

No crean que resulta fácil en una sesión como esta y ante un Dictamen de Ley y una Ley como la que vamos a analizar y que —como dice el Presidente don Esteban— hemos leído, estudiado y analizado, emitir otro juicio, porque no estamos ante el análisis de unas palabras cualquieras, estamos ante la voluntad póstuma de una de las grandes figuras de la historia, y, ante esa voluntad expresada de manera contundente a su amado hermano y a sus familiares y que quedan como un legado ante el mundo de lo que es el retrato y el perfil de un revolucionario verdadero, no tenemos otra alternativa que suscribirla con la convicción profunda de eso, de que ese es su pensamiento y su legado.

Tenía confianza absoluta en el triunfo de las ideas y creyó que ellas eran el mejor legado. Tenía una convicción profunda en la unidad y del concepto magistralmente expresado en el momento quizás más maduro de su pensamiento político estaban, detrás de ese concepto, las experiencias que hicieron de él, de Fidel, el autor de la unidad nacional: no podemos olvidarlo.

Cuando él miraba al pasado, miraba al sacrificio de los precursores que no lograron alcanzar jamás la victoria porque no la alcanzaron. Pensaba en los que solitariamente se levantaron y perecieron sin alcanzarlo.

Pensaba en aquel dramático 27 de febrero de 1874 en que víctima de la desunión, y quizás de la traición, fue sacrificado el Padre de la Patria.

Pensaba en Mariana, muerta en el exilio, madre también de una nación.

Pensaba en la obra inconclusa de los que se atrevieron a luchar en 1868, que pusieron en jaque al colonialismo, pero al final quebrantados por la desunión y por el combate fiero, largamente sostenido, sucumbieron al empeño.

Pensaba que no pudo realizarse tampoco en 1878, en 1879 ni en 1884 por idénticas razones, y que en 1895 con una guerra victoriosamente librada se frustraba todo al final, no ya por esa desunión, sino por algo mucho más grave y terrible: la sentencia anticipada por Martí en palabras breves, “impedir a tiempo”; no se pudo impedir a tiempo y se perdió.

Pensaba en los revolucionarios de los años treinta, en los precursores de las ideas políticas, en los precursores más avanzados. Pensaba en Mella: “Muero por la Revolución”, más lejos de la patria.

Todo esto le inquietó profundamente y le llevó a concebir un proyecto político, que tuvo la virtud de alcanzar por única vez una victoria en este continente de un pequeño puñado de hombres y por primera vez en el mundo de un pequeño puñado de hombres contra un ejército al que batió, golpeó y liquidó.

Pensó en que antes y después en el poder había que galvanizar la Revolución en un partido, que representara la unidad de un pueblo, de una nación; lo que Martí definió como el alma invisible de Cuba.

Después de haber logrado tan magnos objetivos y haber vivido largamente como ningún otro revolucionario que yo recuerde; después de haber visto desde el poder político de las clases más revolucionarias la consolidación de esa Revolución, su sobrevivencia a un asedio heroico y terrible; después de haber vivido todo eso y considerarse invicto, creyó que no era posible vivir más, y simple y sencillamente se fue.

Ahora nos queda un gran desafío: No podemos convertir en consigna, ni vaciar en bronce, ni en mármoles, ni en palabras huecas, ni en alharaca, ni en algarabía, ni en jolgorio su pensamiento.

Durante nueve días el pueblo guardó un luto espontáneo, el que ordenó la nación fue solo el marco. El pueblo en masa fue por toda Cuba repitiendo su victoria, y debo decir que con su muerte atravesó en el camino del adversario, y en el de nuestras propias flaquezas, un enemigo terrible, como lo fue en vida lo será más allá de ella. Fue, además, un último y gran servicio a la unidad de la nación cubana.

Debo decir que desde el alba hasta el poniente se hizo una salva de cañón, manteniendo en vilo a la opinión pública.

Debo aclarar que solamente ocurrió una vez en la historia de Cuba, cuando murió Máximo Gómez y se ordenó tal duelo para que se supiera que caía uno de los últimos grandes libertadores y si no el último del continente americano.

En la tumba de Máximo Gómez no se escribió ningún nombre expresamente, porque se dijo que todo cubano que llegase frente a aquella piedra granítica debía saber que aquel perfil pertenecía a un libertador. Exactamente igual, en la piedra de oriente, está un solo nombre: Fidel, que quiere decir fiel.

Cuando se evoca que en el glorioso cementerio de Santa Ifigenia están enterrados los padres y precursores de la Patria, falta uno, Antonio Maceo está enterrado en La Habana, porque quiso el destino y la providencia que para marcar el destino de la unidad nacional, Martí cayera en Oriente y Maceo en La Habana, y ese equilibrio marca nuestra vocación y nuestro deber.

Yo pido a los diputados que no nos agotemos de ninguna manera en poner punto y coma en esto que está escrito. Cumplamos la voluntad de un vivo, no de un muerto: No me rindan culto de palabra, ríndanme culto de obras: que se levante la producción, que se levante el campo, que se levante el trabajo, que no nos avergüence el robo; que se sienta orgullo en nacer en esta República, que no emigren, que permanezcan, que trabajen, que se unan, y entonces estoy seguro que —como dice la canción— ese caballo blanco que ahora va descabalgado permanecerá eternamente y sobre él irá invisible pero cierta su figura.

Muchas gracias (Aplausos prolongados).

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