Por Manuel E. Yepe*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- Poco después de haber concluido la Segunda Guerra Mundial, los pueblos comenzaron a percibir -pese a una implacable campaña de descrédito que Washington desplegaba entonces contra Moscú exacerbada por su certeza de que poseía en exclusiva la bomba atómica- que la Unión Soviética era el oponente capaz de frenar las ambiciones de dominio global de Estados Unidos.


De aquel mundo bipolar marcado por dos ejes diferenciados por ideologías contrapuestas: una que respondía a los intereses de quienes poseían la mayor parte de las riquezas materiales como producto de la explotación del trabajo de las grandes mayorías de los pobladores del planeta; la otra, expresión de las ansias de justicia de esas masas explotadas empeñadas en combate por independizarse del yugo colonial o emanciparse de la explotación imperialista, derivan las principales contradicciones del mundo contemporáneo.

La Unión Soviética, la única gran potencia donde prevalecía la primera ideología, tenía sin embargo un enorme atraso económico, militar y tecnológico respecto a las demás países pero debió sin embargo pagar el precio mayor para derrotar a la Alemania fascista.

Los partidarios del socialismo y la paz de todo el mundo soñábamos entonces que la aproximación de Rusia y China era el camino apropiado para avanzar por la ruta desbrozada por la derrota del nazismo hacia un futuro de colaboración entre naciones.

La tenacidad con que China enfrentó al ejército japonés desde 1931 en que invadió Manchuria hasta 1945, fue responsable de que la Unión Soviética no tuviera que luchar en dos frentes contra el fascismo. La invasión japonesa provocó la muerte de 35 millones de chinos y causó la destrucción de aquel inmenso país con daños económicos que se calcularon en 600 mil millones de dólares.

La celebración en Moscú el pasado 9 de mayo del Aniversario 70 de la Victoria del Ejército Soviético sobre la Alemania nazi y el surgimiento de nuevas alianzas internacionales que se expresaron, o al menos se insinuaron, en ocasión de la magna conmemoración prometen trascendentales cambios en la estructura política del mundo en este siglo XXI.

De hecho, quedó marcado el fin de una era dominada por una única superpotencia mundial, Estados Unidos, cuya incapacidad para el desempeño de esa responsabilidad que asumió al término de la Guerra Fría, ha sido ampliamente demostrada y ha conducido a la perspectiva de una configuración global multipolar como necesidad imperiosa.

Tal es la perspectiva que deriva de los resultados conocidos de las  conversaciones sostenidas entre el presidente chino, Xi Jinping, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, durante los múltiples encuentros de ambos mandatarios en los últimos dos años sobre aspectos de su cooperación bilateral y, en especial, de sus vínculos en la iniciativa de la Franja Económica de la Ruta de la Seda, que dispone de un fondo de 400 mil millones de dólares de capital chino, de los cuales 24 mil millones de dólares se usarán para financiar el tren de alta velocidad de Moscú a Kazán que después seguirá hasta Pekín pasando por Kazajistán.

Los presidentes han acordado profundizar la colaboración chino-rusa desde una perspectiva estratégica más amplia, lograr una mayor apertura en los nexos entre los dos países y fortalecer los intereses compartidos. Así, han afirmado que las dos naciones ampliarán el espacio económico común y ayudarán a todo el continente euroasiático a mantener el desarrollo y la estabilidad.

Los mandatarios pactaron ampliar la colaboración entre sus países en energía, transporte, finanzas, agricultura, ferrocarriles de alta velocidad, construcción de infraestructura y en el espacio.

Aumentarán los intercambios juveniles y se fortalecerá la cooperación bilateral de sus representantes en la Organización de Cooperación de Shanghái, en el BRICS (bloque integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en el grupo G20.

Putin y Xi han acordado mantener una estrecha coordinación en temas regionales y mundiales de interés común, incluyendo la situación en la península de Corea y el tema nuclear de Irán.

Rusia concedió a una empresa china el encargo de construir el anteriormente citado ferrocarril de alta velocidad en la ciudad de Kazán, a orillas del Volga. Dentro de tres años empezará a funcionar el gasoducto “La Ruta Occidental” formada por Gazprom y la Corporación Nacional China (CNPC) lo que aportaría a Rusia 400 mil millones de dólares en 30 años.

Se ha anunciado que Putin viajará a Beijing el 3 de septiembre para asistir en China a los festejos por el fin de la II Guerra Mundial.

*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.

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