Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- La primera vez que utilicé la Prensa para hablar de Fidel Alejandro Castro Ruz, rubriqué —nació en Birán, en el Oriente cubano, el 13 de Agosto de 1926. Al escribir, exhibía enorme alegría porque ya nuestro Líder Histórico desplegaba una actividad cada vez más intensa y sumamente valiosa. Atrás había quedaba lo peor de la zancadilla que le interpuso la vida, aunque ni en los momentos más graves de su enfermedad dejó de aportar su sabiduría y experiencia ante cada problema y decisión cardinal de la Revolución Cubana.


Unos meses después, redacté Fidel Castro: vergüenza por excelencia ante sus Reflexiones titulada “Espero no tener que avergonzarme” divulgadas por diversos medios el 29 de Febrero de 2008, las que me motivaron a reiterar razones que explican mi absoluto y resuelto respaldo a su vida y obra. En la ocasión, expuse:

“Su ser deviene compañía de todas las generaciones de sus compatriotas: de la que con él nos condujo a la clarinada del Primero de Enero; de la generación intermedia que aprendió con él los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una Revolución; de la generación de jóvenes cuyo paradigma de defensa-enriquecimiento-superación constante es su ejemplo; de la generación de infantes, adolescentes y hasta de la que está aún por nacer, por el compromiso guevariano que él hizo suyo: ¡Hasta la victoria siempre! Es nuestro imperecedero Comandante en Jefe”.

Desde entonces, me he sentido comprometido a dedicarle más de un trabajo a la impronta del Compañero Fidel como discípulo supremo de lo mejor del pensamiento revolucionario cubano y universal. Por ende, es natural que me encuentre entre los millones y millones de personas que en Cuba y más allá de su frontera hemos realizado de diversas maneras actividades concretas para homenajearlo en sus 90 cumpleaños.

En este instante, comparto con mis lectores/as sucintamente el porqué del presente trabajo. Para ello, apenas me apoyaré en tres sucesos que revelan inequívocamente la muy sorprendente estatura política del Fidel devenido brújula para quienes desde el Sur y el Norte, desde el Este y el Oeste luchamos por edificar el mejoramiento humano.

Se me ocurre partir del reencuentro de Fidel y Raúl Castro en Cinco Palmas. En su 55 aniversario (1956/18 de Diciembre/2011), recordé cómo previamente el infierno dijo “presente”: después del Desembarco del Granma y el revés de Alegría de Pío, veintiún expedicionarios perecieron de inmediato y/o fueron asesinados alevosamente, dos decenas resultaron apresados, un grupo logró llegar a las ciudades para luego reincorporarse a la lucha revolucionaria y otros marcharon hasta donde pudieron para seguir el ejemplo de los Mambises.

No obstante, lo más trascendental en aquellas dificilísimas condiciones estaba por protagonizarse: me refiero a que cuando algunos expedicionarios alcanzaron enrumbarse hacia la Sierra Maestra, tuvo lugar lo inaudito: al reencontrarse Fidel y Raúl con un puñado de hombres y unas pocas armas, el Máximo Líder de la Revolución exclamó: “iAhora sí ganamos la guerra!”.

Para aquilatar de qué estamos hablando, hemos de pensar que cualquier otro cálculo extraído del balance de las fuerzas contendientes (el emergente Ejército Rebelde vs. Dictadura de Batista), por muy optimista que fuera, “desmentiría” esa exclamación de Fidel. Por ello, tiempo después se conoció que el propio Raúl pensó en aquel momento algo que confesó cuando pasaron los años: “Ahora sí mi hermano se ha vuelto loco”. Y a mí, sobrevino/suscribí como título: El loco más cuerdo jamás conocido.

También, traigo a colación su discurso pronunciado frente al edificio de la actual embajada de los Estados Unidos de América en La Habana, el 19 de Mayo de 1970 —aniversario 85 de la entrada de José Martí a la Eternidad—, en el acto de recibimiento a once pescadores secuestrados. Parto de lo que considero una premisa de ese tiempo y de siempre puntualizada por Fidel en esa ocasión: “[…] si nosotros los problemas complejos no los podemos discutir con este pueblo, ¿con quién los vamos a discutir?

Debo resaltar que en aquella altura no solo cumplimos con el objetivo principal de movilizar al pueblo para hacer regresar a esos pescadores sanos y salvos, sin condición alguna y sin cambio con mercenarios ni con criminales, sino que asimismo el Magisterio del Conductor del Partido Comunista de Cuba permitió que fuera hecha polvo la maniobra de Washington según la cual nosotros habíamos organizado toda esta movilización buscando un incidente con motivo de las dificultades de la zafra. Explico.

Como el gobierno yanqui supuso que si no lográbamos la victoria suprema de producir los 10 millones de toneladas de azúcar, “entonces ese sería el momento sicológico para agredir el país y para elevar la cosa de la contrarrevolución”, el Comandante en Jefe no vaciló en proclamar al respecto:

“Nos hemos encontrado dificultades.  ¿Le vamos a echar la culpa a alguien?  ¡No!  ¿Se la vamos a echar a los imperialistas?  ¡No!  No se la vamos a echar ni siquiera a los mercenarios que desembarcaron.  Ellos querían interrumpir la zafra.  No se la vamos a echar a estos miserables de la CIA que secuestraron a los pescadores.  ¡No!  ¡Nos tendremos que echar nosotros mismos la culpa!”.

Y más adelante, sentenció:

“En la victoria habríamos tenido que cuidarnos del exceso de optimismo; en el revés debemos multiplicar nuestras energías, multiplicar nuestra fuerza”. “No tendremos que preocuparnos de la desmoralización.  Se desmoralizan los pequeñoburgueses, se desmoralizan los gusanos. ¡Los revolucionarios no se desmoralizan jamás! Sacan fuerzas de sus reveses, sacan fuerzas de sus dificultades, y siguen adelante” —las negritas son mías.

Y lejos de desmoralizarnos, seguimos la Marcha triunfal sin retroceder ni un solo milímetro. Todo fue contra viento y marea, y devino inesperado puntapié para las ansias hegemónicas Made in USA. ¡¿Cuántas enseñanzas en este acontecimiento?!

Finalmente, aludo a la llegada del Período Especial. Como preámbulo destaco que Fidel el 26 de Julio de 1989 en Camagüey vaticinó tanto el vuelco descomunal que recibirían las relaciones internacionales como nuestra inquebrantable resistencia a dejar caer las Banderas del Socialismo, al decir:

“[…] si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS [Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas], o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!”.

Para dar una idea de lo que implicó para nosotros la bancarrota de la Unión Soviética, me permito reproducir lo que redacté al respecto en Cuba, medio siglo de cambios, en Abril de 2008:

“[…] Abruptamente Cuba perdió el peso fundamental de su Comercio Exterior, su poder adquisitivo cayó estrepitosamente y su Producto Interno Bruto (PIB) descendió en un 35 %. En tal entorno, se incrementaron las zancadillas del 'Norte revuelto y brutal'. Muchos creyeron que seríamos la próxima víctima. Todo indicaba a la materialización del efecto dominó. Hasta el sabio norteamericano Noam Chomsky dudó sobre la marcha triunfal del Socialismo cubano, al decir: 'En mi opinión, no hay nada en este momento que Fidel Castro pueda hacer para evitar que Estados Unidos se apodere de Cuba', aunque apto seguido aclaró: 'Quizá sea una exageración', según entrevista concedida a Hanz Heinz Dietrich Seffan en febrero de 1992, divulgada por Ediciones La Jornada, México”.

Así, certifico que el Pueblo cubano escribió con Letras de Oro su Mejor y Mayor Aporte Histórico al Internacionalismo proletario, pues, de lo contrario, la arremetida imperialista contra Latinoamérica y el Tercer Mundo en general nadie puede acreditar hasta dónde hubiera llegado en términos malignos.

Por tanto, ha de resultar suficiente la remembranza de lo acontecido en torno al reencuentro en Cinco Palmas, la Zafra de los 10 millones y la llegada del Período Especial para percatarnos tanto de la fuerza imaginativa de quien “fue al futuro y regresó para contarnos” como de su potencial extraordinario para luchar ¡Hasta la victoria siempre! —un Valor tatuado en el corazón del pueblo cubano. Fidel es, sin lugar a duda, el descubridor de la Utopía en nuestra Revolución.

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