Noticia analizada por expresa petición de nuestro lectores

Rubén G. Herrera - Tercera Información.- Público, aunque tildado de “rojo” por los medios al otro lado de la balanza sesuda, se erige, en la noticia que habéis enviado, como defensor de la propiedad privada de la libertad de expresión. De hecho, ya con anterioridad hemos explicado este ejercicio de linchamiento mediático, desde Mediapro hasta Vocento, pasando por Prisa, Unidad Editorial o Planeta… En todos estos grupos de medios de España, y en los internacionales, el mayor argumento de peso (de hecho, fundamentalmente el único) son los evidencialismos tempestivos de Amnistía Internacional. Su discurso “oenegero” es la piedra angular que sostiene toda la arquitectura de esa contienda interesada por los “DDHH”, dicho así, con iniciales, ya que a muchos les debe dar pereza decir “Derechos Humanos”.


Cabe recordar que el informe anual de Amnistía Internacional está realizado por miles de voluntarios en todo el mundo, lo cual es un logro, aunque luego haya que pagar por este texto para poder revisarlo. Esta solidaridad clientelista, a la carta, progresa al amparo de la ONU, sirviendo como órgano de consejo externo. Todo un prestigio. Así, AI, campa a sus anchas con una independencia, en el fondo existente, pero no desinteresada. Así, calificó positivamente la presidencia de España en la Unión Europea recientemente, y ha promovido la liberación en Cuba hace apenas unas horas de los “presos de conciencia”, que, sean lo que sean, Cuba parece que ha decidido quitárselos del medio. Otra de sus campañas más recientes consiste en presionar a los políticos para que el burka no sea prohibido, siendo este, no una expresión de religiosidad sino más bien y fundamentalmente una imposición de un genero hacia el otro…

En la noticia de Público, amparada en Amnistía Internacional exclusivamente, la “maquinaria represiva” de Cuba es tal cosa, en la medida en que se disponen las opiniones de quienes intentaron privatizar el sector de los medios de comunicación. Reduzcámoslo todo a una fórmula, más propia de comentario de opinión insertado anónimamente en una de estas noticias: “¿Es que acaso no son presos por haber violado alguna ley?” Aquí entran en juego las teorías del doble rasero de las empresas informativas y las organizaciones no gubernamentales, reinterpretando y quedando impunemente, lo que está bien y lo que está mal, independientemente del territorio donde sucedan los hechos, ya que los Derechos Humanos son algo universal… ¿no?

La organización internacional reconoció que «la mayoría fueron acusados de delitos como “actos contra la independencia del Estado”». Amnistía Internacional también reconoce que esas personas fueron condenadas «por haber recibido fondos o materiales del gobierno estadounidense para realizar actividades que las autoridades consideran subversivas y perjudiciales para Cuba». Rebelión consideró en 2008 esto una absoluta contradicción.

El informe de Amnistía es una herramienta para mantener mediáticamente esta tesitura. Nos facilitan “las gafas para ver a Cuba”. Otros medios como ABC o El mundo mantienen la visión. De hecho, las análogas noticias son considerablemente más incendiarias: ABC titula “La peor represión de Iberoamérica”, y están “totalmente de acuerdo” con el informe (como si algún medio estuviera a favor).

Siendo así: ¿cuántas veces hemos vivido un movimiento tan amplio en Occidente de opinión común? Sólo hay dos cosas en el mundo actual decididamente uniformadas: el sistema financiero y la cruzada anticomunista: nada que no adelantaran en Los guardianes de la libertad. Propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas, Edward Herman y Noam Chomsky en 1988, con los cinco filtros que tipificaron, dentro del sistema propagandístico del poder capitalista.

Como yo no soy procastrista, y además procrastino bastante en estos enfrentamientos tan irrevocablemente malinformados, me amparo en la revisión investigadora de grandes críticos como Zygmunt Bauman (que ya limitó eso de procrastinar en la política), y los de siempre. Curiosamente, los intelectuales suelen denunciar el acoso mediático a la isla. Algunos semióticos estudian la construcción de símbolos y la relación de conceptos, como el de Cuba como un lugar donde se violan los Derechos Humanos, de igual modo que, por ejemplo, en la URSS de los 50, el progreso estaba vinculado al icono de chimeneas constantemente humeantes (hoy curiosamente, este símbolo se ha invertido). Joseph Goebbels no queda tan lejos al fin y al cabo; los programas de propaganda y “manufacturación del consenso” que ya predijo Walter Lippman en 1922 van cada vez más lejos, constituyendo agendas a nivel mundial con la llegada de la globalización. Algunos sociólogos defienden la verdadera democracia que vive el sistema cubano, que mira por su propio bienestar. Incluso, algunos filólogos denuncian la pérdida del rico español autóctono cubano. Efectivamente, hasta la conciencia lingüística puede sufrir represión. Otros intelectuales también critican el régimen. Muchos llevan razón en sus postulados. Pero Amnistía Internacional no.

Los informes de Amnistía Internacional, con sus pros y sus contras, generalizan internacionalmente el drama de la exclusión social hacia Cuba. Aunque, es cierto, la Constitución cubana y el Código Penal son ambiguos. Pero ¿En qué país de occidente existen instrumentos legales que, aparte de sonar bien, aporten lo que en ellos se promete?

Pero más simple que todo eso: ¿Cómo no iba a ser parcial un asedio a un país tan pequeño pero influyente en sus ideas, que además ocupa el puesto 51 en el Índice de desarrollo humano de la ONU, siendo el cuarto entre los países latinoamericanos? Hagamos reduccionismo de opinión, de una manera dicotómica: ¿Qué queremos, la reeducación en la cuestión político-estatal o el laissez faire del neoliberalismo? ¿Ser libres para hacer lo que nos dé la gana? ¿O ser libres para autorregularnos? Se permite una revisión mixta social-capitalista: ¿de qué manera podríamos conseguir un modelo híbrido que nos lleve a la vía del bienestar común? ¿Estableciendo un sistema en el que hasta la solidaridad debe ser rentable? ¿O tirando piedras al sistema internacional de la desregulación, en los frentes territoriales donde triunfó la revolución social? Creo que lo ideal es desde la segunda premisa; un gran enemigo contra un pequeño enemigo. Eso para el que le guste luchar, claro Al fin y al cabo, el “Estado de Bienestar”, si es que acaso llegó a existir, es hoy indefendible. Y por eso, Cuba ofrecerá controversia política mientras le queden fuerzas. Todo sea por no volver a una colonia explotada, como lo es hoy Puerto Rico, o un paraíso fiscal, o un territorio de pobreza de sus gentes.

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