Noel Manzanares Blanco - Cubainformación.- Escribo motivado por Ser negra en Cuba, rótulo de la entrevista que concedió María Ileana Faguaga —antropóloga, periodista y profesora de la Universidad de La Habana— a Brasil de Fato con la siguiente inscripción: “Soy una mujer negra, afrocubana y consciente”. “Somos herederas de las mujeres negras más fuertes y tenemos que ser un ejemplo para mujeres negras de las próximas generaciones” —esta y las demás partes, traducidas por quien escribe.


La Faguaga, también activista de derechos humanos, historiadora y con tres años de estancia en Brasil, adelanta con acierto: “No podemos ser verdaderamente revolucionarios si somos racistas. Si todavía utilizamos métodos de colonización”; al tiempo que acredita que el nivel de conciencia racial de las mujeres aumentó y “articulan muy bien su pensamiento y tiene una capacidad de lucha fuerte contra el patriarcado del hombre afrocubano”.

No obstante, la experta en cuestión responde en términos absolutos a la pregunta “¿Qué significa ser una mujer negra cubana?”, toda vez que sostuvo:

Significa ser invisibilizada, como ocurre con las mujeres negras de las Américas y probablemente de todo el mundo. Estamos súper representadas en los aspectos negativos, como la pobreza, los problemas de vivienda, los niveles de formación en la enseñanza superior, principalmente en las áreas de humanidades. La mujer negra cubana continúa siendo víctima de estereotipos y estigmas relacionados a poblaciones afrodescendientes”.

Con este presupuesto, no debe extrañar que María Ileana asimismo le expresara a Brasil de Fato en la misma ocasión: “[…] Hay, por ejemplo, una tentativa de ocultar que la mayoría de la población cubana es negra. Según el Censo [¿de 2012?] somos 30% entre negros y mestizos y 70% de la población blanca. Cuando usted anda por el país, percibe que por lo menos el 50% de la población puede ser considerada negra y eso es camuflado”.

Pienso que el problema radica no tanto en los indiscutibles vestigios de racismo que están presentes y actuantes en la Mayor de las Antillas como en el modo incondicional en que se aborda el asunto. Anticipo que si bien por razones obvias puedo certificar lo mucho que ha traído la Revolución Cubana a la persona de piel oscura, simultáneamente me encuentro lejos de “tapar el Sol con un dedo”. No fue por acaso que escribí Cuba: en ocasiones, decir 'negro' es racismo donde resalté en ese orden de ideas tres ejemplos ilustrativos que extraje de mi propia experiencia.

En correspondencia, encuentro más tino en el razonamiento de la académica Daysi Rubiera que parte del reconocimiento de que el activismo contra el racismo en Cuba se consolida y replantea estrategias de trabajo ante el florecimiento de desigualdades por género y color de la piel tras las transformaciones sociales de lo que llamamos Actualización, sin despreciar el perfeccionamiento del Socialismo ajustado al debate actual sobre los documentos del Partido Comunista de Cuba aprobados en su VII Congreso y sometidos en este minuto a consulta popular —acoto por mi parte, con propuestas incluidas.

La Rubiera, dice que “Nosotros sabemos cuáles son nuestros problemas, lo que necesitamos es pasar a resolverlos”, y después precisa: “No abundan investigaciones estadísticas para detallar la situación de cada grupo racial, pero varios estudios sociológicos indican que la población afrodescendiente recibe menores ingresos, vive en peores viviendas y tiene menos presencia en la educación superior, cargos de dirección y sectores emergentes de la economía, como el turismo y las empresas con capital extranjero”.

Esta percepción de Daysi, también historiadora, coincide con el examen que aparece en “Equidad social y cambios económicos en Cuba: retos para la atención a la pobreza y desigualdades” de la Dra. en Ciencias Psicológicas María del Carmen Zabala Argüelles, quien hace suyo el siguiente planteamiento:

“[…] persisten brechas de equidad, según color de la piel, que se manifiestan en: sobrerrepresentación de personas negras y mestizas en las peores condiciones de viviendas y espacio urbano, y en las situaciones de desventajas socio-económicas; subrepresentación en los niveles de dirección, profesionales, científicos e intelectuales, también entre los trabajadores autoempleados, sector agrícola privado y cooperativista […]”*.

Tal realidad, sin embargo, No implica un reconocimiento a la expresión de que la mujer de piel oscura en la Isla está invisibilizada, como ocurre con las mujeres negras de las Américas y probablemente de todo el mundo” que manifestó la antropóloga María Ileana Faguaga; al paso que es discutible su impresión de que existe “una tentativa de ocultar que la mayoría de la población cubana es negra” y todavía más que “eso es camuflado”, si el análisis se hace acompañar por recientes estudios desde instituciones científicas estatales.

Al meditar al respecto, subrayo una convicción: de cara a quien desconozca a ciencia cierta o pretenda tergiversar cuánto se ha realizado/se realiza en Cuba en interés de las personas negras y mestizas, el irreconocimiento de los avances experimentados en casi seis décadas por esas personas gracias a la obra iniciada el Primero de Enero de 1959 —amén de incitar el racismo en cualquiera de sus manifestaciones— le viene como anillo al dedo a nuestros enemigos para negar el quehacer liberador liderado por el Compañero Fidel Castro. Así, recomiendo la lectura de Afrodescendencia e inclusión en la Revolución Cubana a cargo del intelectual Pedro de la Hoz.

Entretanto, traigo a colación que la Dra. Beatriz Marcheco Teruel, especialista en Genética clínica del Centro Nacional de Genética Médica de La Habana, en su Estudio muestra que en el ADN del cubano están todas las “razas”, un par de años atrás, compartió datos interesantes a los efectos del asunto en cuestión. Ella puntualizó del modo que continúa la importancia de su indagación:

“Además de la utilidad que puede representar para la ciencia médica, finalidad para la que fue realizada la investigación, esta información posee, en el contexto de la caracterización del patrimonio genético de la nación, la intención de contribuir, a partir de la evidencia científica obtenida, a diferentes estudios antropológicos, etnológicos y socio-culturales sobre el mestizaje de los cubanos, o a confirmar sus resultados. Intenta igualmente servir a los investigadores de las ciencias sociales, intelectuales y personas interesadas en el tema para continuar alimentando el conocimiento de nuestras raíces e identidad como pueblo”.

Acto seguido, la Marcheco precisó características genéticas de las personas de acuerdo con el color de su piel:

Piel blanca. En las personas analizadas dentro de este grupo, 91% de sus genes ancestrales fue, como promedio, de origen europeo y 5,8% de origen africano. Sin embargo, individualmente, la cantidad de genes europeos va desde 24,4% hasta 98,7%, mientras que la proporción de genes africanos oscila desde 0,7% hasta 72,7%. Resulta de interés el hecho de que once individuos de piel blanca tienen más de 30% de sus genes de origen africano y, de ellos, cuatro con más de 50%, o sea, a pesar de la tonalidad de su piel, la mitad de sus genes provienen del llamado «continente negro».

Piel negra. Los individuos de piel negra mostraron, como promedio, que 45% de sus genes ancestrales son de origen europeo y 49.6% de origen africano. La proporción de genes europeos en personas de piel negra fue desde 12,3% hasta 98,7% y la de genes ancestrales africanos, desde 0,7% hasta 86,8%. De los 101 individuos de piel negra estudiados, 75 mostraron más de 30% de sus genes de origen europeo y, de ellos, diez tienen más de 85% de sus genes ancestrales con ese origen.

Piel mestiza. Los individuos de piel mestiza mostraron, como promedio, 64% de sus genes ancestrales de origen europeo y 28,6% de origen africano. La proporción de genes de origen europeo en estos individuos varía desde 19,6% hasta 96,9% y la de origen africano desde 2,4% hasta 70,2%. En 49 individuos mestizos se encontró que más de 50% de sus genes ancestrales, son europeos todo, resaltado por quien escribe.

Huelgan comentarios.

En resumen, considero que en el tema de marras es preciso una reflexión desprejuiciada y científica; que es un desatino respecto a las personas negras y mestizas —al margen de lo impugnable que pudieran ser estos términos— tanto omitir que existen logros en la Mayor de las Antillas incomparables con otros países como obviar la presencia de limitaciones que repercuten negativamente en ellas; y que un examen cargado de subjetivismo beneficia al racismo y a los enemigos de la Revolución Cubana.

* En Cuba: los correlatos socioculturales del cambio económico. Coordinado por: Mayra Paula Espina y Dayma Echevarría. Ciencias Sociales. Ruth Casa Editorial, 2015, p. 41.

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